Carta del obispo de Astorga: «Ponte en camino. No esperes más»
Jesús Fernández González dedica su carta a la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y de las Vocaciones Nativas que la Iglesia celebra este domingo
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El título de la Carta que os dirijo hoy –“Ponte en camino. No esperes más”-, no es una ocurrencia personal, corresponde al lema de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y de las Vocaciones Nativas que va a tener lugar el día 30 de abril, IV Domingo de Pascua. Organizada por el nuevo Servicio de Pastoral Vocacional de la Conferencia Episcopal Española y por las Obras Misionales Pontificias, pretende crear una cultura vocacional y animar a los jóvenes a decir “sí” a la llamada de Dios.
Ciertamente, la concepción de la vida como respuesta a una llamada del amor de Dios, está prácticamente ausente en nuestro mundo. La autonomía personal ha llevado a desvincular el proyecto vital particular de cualquier voluntad ajena, también la divina. Esta es la triste realidad cuyas consecuencias lamentamos: muchas parroquias no pueden contar con los servicios religiosos que quisieran, un buen número de iniciativas educativas y sociales dejan de ser sostenidas por las diócesis y las congregaciones religiosas e incluso desaparecen, muchos matrimonios están condicionados al interés particular de cada parte… Realmente se hace urgente recuperar una cultura vocacional tejida de silencio, escucha, contemplación, pausa, fe, entrega.
Muchas vocaciones se ven frenadas también por la comodidad. Una sociedad tecnológicamente avanzada como la nuestra facilita muchas tareas, pero, al mismo tiempo, crea dependencias y frena la adquisición de habilidades manuales. La disminución progresiva del ejercicio deportivo, el sedentarismo, la obsesión por el tiempo libre son otras tantas manifestaciones. También lo es la resistencia a adoptar modos de vida que, de entrada, suponen renuncia, esfuerzo, sacrificio…
Y, en fin, también la indecisión frena el planteamiento vocacional en muchos jóvenes. La moda no está de parte del trabajo y la creación, sino de parte del consumo y del disfrute. En el escaparate del mundo se presentan golosas un sinfín de ofertas resistentes a la aniquilación. Por eso, elegir un camino vocacional descartando otros no está considerado por la mayoría de los jóvenes como una decisión acertada.
No ocurrió así en el caso de la Virgen María. En medio del silencio orante, escuchó la voz del Padre que le pedía ser madre de Jesús, donante de su Hijo, servidora de todos. Y, enterada de que su prima Isabel estaba a punto de dar a luz y necesitaba ayuda, rápidamente se puso en pie y se dirigió a su encuentro. María sabía que los planes de Dios eran el mejor proyecto para su vida, por eso, no dudó en renunciar a sus propios caprichos para atender a la voluntad de Dios. Le hubiera sido mucho más fácil y cómodo quedarse en su casa, pero desatendiendo su propio embarazo, se puso en camino. Además, lo hizo con prisa porque el amor ponía alas a sus pies.
El ejemplo de María nos anima a promover la comprensión de la vida como un don de Dios que nos ama, que desea lo mejor para nosotros; de un Padre que respeta nuestra libertad personal y que sueña con el mejor futuro para cada uno y para el conjunto, por ello, siembra en nuestros corazones la semilla de una llamada que espera respuesta. Como María, debemos desatar las cuerdas que nos atan al sofá de la comodidad y, puestos en pie, caminar con valentía al encuentro de los necesitados de tantas cosas, llevándoles el mejor regalo: Jesucristo.
Para terminar, queridos diocesanos, os invito a orar; la oración lo puede todo. No olvidéis tampoco la solidaridad con las vocaciones nativas, faltas con frecuencia de los recursos económicos necesarios. En este sentido, os sugiero la iniciativa de “adoptar” seminaristas a través de la creación de una beca de estudios. En la delegación de misiones encontraréis la información necesaria.
+ Jesús Fernández González
Obispo de Astorga