Carta del obispo de Osma-Soria: «María, madre de la Iglesia»

Abilio Martínez Varea invita a los fieles vivir con intensidad y cariño este mes de mayo dedicándole a María nuestro cariño de hijos

abiliomartinezvarea

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

“Marzo ventoso y abril lluvioso, hacen a mayo florido y hermoso”. El refranero español es muy rico en dichos y expresiones populares que reflejan nuestras realidades cotidianas, muchas veces, vinculadas con la agricultura, el tiempo, y las celebraciones y festividades de nuestros pueblos. Desgraciadamente, estamos sufriendo una fuerte sequía que ya empieza a notarse en el campo, en los ríos, en los pantanos… Tenemos que tomar conciencia de la gravedad de este tema en el planeta ya que el agua es, cada vez más, un bien escaso que debemos cuidar y no desperdiciar.

Aun así, para los cristianos, el mes de mayo siempre es florido y hermoso porque está unido a la “Flor de las flores”, la Virgen María, la Madre por excelencia. A todos nos vienen a la memoria canciones, poesías, fiestas y romerías vinculadas con nuestra Madre del cielo que tienen lugar en estas fechas. Mayo pertenece al tiempo de la Pascua, el tiempo del “Aleluya”, del Regina Coeli. Todavía resuena en nuestros oídos la alegría de la resurrección y de la fe pascual que proclamamos en el Pregón de la pasada Vigilia Pascual.

En otros tiempos, el mes de mayo nos saludaba el día 3 con la fiesta de la Cruz de Mayo, una cruz florida, pero cruz, en clara referencia a la muerte de Cristo. Una Cruz a cuyos pies estuvo María, siempre fiel, siempre junto al Hijo. Como nos dice el Papa Francisco en su Catequesis sobre María del 10 de mayo de 2017: “María “estaba”, simplemente estaba ahí. Estaba ahí nuevamente la joven mujer de Nazaret… María “estaba” en la oscuridad más densa, pero “estaba”. No se había ido. María está ahí, fielmente presente. Ni siquiera ella conoce el destino de resurrección que su Hijo estaba en aquel instante abriendo para todos nosotros: está ahí por fidelidad al plan de Dios del cual se ha proclamada sierva desde el primer día de su vocación, pero también a causa de su instinto de madre que simplemente sufre, cada vez que hay un hijo que atraviesa una pasión”.

Este año, además, el mes de mayo nos despedirá con la fiesta de Pentecostés que, junto con la vida, muerte y Resurrección del Señor, es el acontecimiento que da origen a la Iglesia naciente. En ese momento en el que los Apóstoles estaban reunidos en el Cenáculo y recibieron la fuerza del Espíritu, María también estaba allí. María es esa mujer callada, atenta y obediente que siempre está ahí. La maternidad divina de María se extiende, porque así lo quiso el mismo Jesús en la Cruz, a todos nosotros. El Papa Francisco fijó en 2018 la memoria de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, en el lunes siguiente a la solemnidad de Pentecostés. No es un título nuevo, porque ya en la Iglesia Primitiva, los Padres de la Iglesia hablaban de María como la nueva Eva. Así como Eva fue “la madre de todos los vivientes” (Gen 3, 22), María se convierte en la Madre de los que viven en Cristo “los que guardan los Mandamientos de Dios y dan testimonio de Jesús” (cf. Ap 12, 17). También el Papa San Juan Pablo II dijo en su Audiencia General del 17 de septiembre de 1997: “El título “Madre de la Iglesia”… refleja la profunda convicción de los fieles cristianos, que ven en María no sólo a la madre de la persona de Cristo, sino también de los fieles. La que es reconocida como madre de la salvación, de la vida y de la gracia, madre de los salvados y madre de los vivos, es justamente proclamada Madre de la Iglesia”.

Queridos diocesanos, os invito, es más, os animo a vivir con toda la intensidad y cariño que podáis este mes de mayo dedicándole a nuestra Madre María todo nuestro afecto y amor filial. Hace unos días, se emitió en una televisión pública un programa sin humor que hería la sensibilidad de muchas personas y particularmente de los creyentes, de todos los que tenemos a María como Madre. Ante estos hechos, no puedo por menos que mostrar mi rechazo total y pedir respeto a los sentimientos religiosos que son los que conforman nuestra fe y nuestras tradiciones. Una sociedad es más democrática y más sana cuando se respeta al otro, cuando uno no se ríe de algo que es sagrado para otro.

Cristianos de Osma-Soria, vivamos nuestra fe con intensidad. María es el corazón espiritual de la Iglesia, porque Ella es memoria viviente del propio Jesús. Como decía el Papa Benedicto el 9 de mayo de 2010 durante el rezo del Regina Coeli: “Ella, es la flor más bella surgida de la creación, la “rosa” aparecida en la plenitud del tiempo, cuando Dios, mandando a su Hijo, entregó al mundo una nueva primavera”. Es mayo y estamos en primavera. Cuidemos la flor más hermosa, que es nuestra madre la Virgen María.

Os bendice, vuestro Obispo,

+ Abilio Martínez Varea

Obispo de Osma - Soria