El emotivo vídeo que muestra la amistad que existió entre San Juan Pablo II y Santa Teresa de Calcuta

¿Cómo recordarías "el día más feliz de tu vida"? Una pequeña mujer de Macedonia lo tuvo claro. Era el año 1986 y le iba a visitar el que iba a ser uno de sus grandes amigos durante décadas. Él era polaco y Papa. Su nombre, Juan Pablo II, o Karol Wojtila. Ella, Gonxha Agnes Boxhiu, era conocida como "Madre Teresa". Ambos santos compartieron una larga amistad, sobre todo, a partir de ese año, en el que Juan Pablo II fue con ella a uno de los centros en los que atendía a los más necesitados. 

Ella llegó a reconocer que el encuentro con el pontífice fue "el día más feliz de mi vida", como recoge ACI Prensa.  Juan Pablo II llegó a bordo del papamóvil. La Madre Teresa subió al vehículo y le beso la mano, a lo que el Santo Padre respondió con un beso en la frente. Ese fue el saludo que se dedicaban cada vez que volvían a econtrarse y que se ve en este vídeo. 

Ese día tan especial fue en el que Karol Wojtila conoció de primera mano "Nirmal Hriday". Detrás de ese nombre, que significa "Sagrado Corazón", se encontraba un hogar para enfermos, pobres y moribundos. Santa Teresa se lo enseñó a su amigo, que se dedicó a bendecir y cuidar a los enfermos con ella durante la visita. 

Los dos se volvieron a ver en varias ocasiones a lo largo de sus vidas. El mismo cariño y afecto de sus gestos se repetía una y otra vez en cada nuevo encuentro, hasta que la religiosa falleció en 1997. 

Un regalo de santo a santo 

Juan Pablo II quiso hacer un "regalo" a su amiga. Normalmente, suelen esperarse cinco años para iniciar un proceso de canonización en la Iglesia católica. Con ella, hizo una excepción. De hecho, él mismo la beatificaría en 2003. En su homilía de aquel momento la definió como una "valerosa mujer", destacando su amor por los pobres y su cercanía a la Eucaristía y la oración. 

"Con el testimonio de su vida, la Madre Teresa recuerda a todos que la misión evangelizadora de la Iglesia pasa a través de la caridad, alimentada en la oración y en la escucha de la palabra de Dios", dijo el, por entonces, papa.

El propio Karol Wojtila reconoció la admiración que le despertó la "esta pequeña mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad".