EN 'EL ESPEJO'
Los frutos de esperanza de la Iglesia católica en los países nórdicos de mayoría protestante
El crecimiento del número de católicos, un monasterio en medio de un fiordo o que unas monjas pasen de ser siete a 14, son algunos de ellos
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En los fríos confines del norte existe una Iglesia católica que crece y mira al futuro con esperanza. Así se acaba de poner de manifiesto durante la reunión de primavera de la Conferencia Episcopal de los países nórdicos, que engloba a las diócesis de Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia e Islandia.
Él número de los católicos crece en estos países, sobre todo por la llegada de trabajadores del Este de Europa, de África e Hispanoamérica, pero también porque se ha despertado un nuevo interés por la Iglesia católica en unas sociedades de tradición protestante pero profundamente secularizadas. Los obispos han examinado los desafíos que todo esto supone, por ejemplo la presencia de numerosos fieles católicos de rito oriental, que suponen un enriquecimiento pero también plantean la necesidad de un acompañamiento pastoral adecuado.
El pasado otoño tuvo lugar un acontecimiento de gran valor espiritual y pastoral, la peregrinación de las reliquias de Santa Teresa de Lisieux y de sus padres, Luis y Celia Martin, en los Países Nórdicos, que ha movilizado también a muchos cristianos luteranos. En el horizonte se dibuja el tercer Congreso nórdico de la familia, que se desarrollará en Noruega en mayo de 2020 con el título “Amor en familia, fuerza para la Iglesia”
Otro motivo de esperanza es el monasterio cisterciense en la isla de Tautra, en el fiordo noruego de Trondheim, que es un verdadero signo del florecimiento de la Iglesia católica en el norte de Europa, y que los obispos han visitado durante su asamblea. En cinco años, el número de monjas ha pasado de siete a catorce y ya es necesario ampliar sus instalaciones.