Un año desde la beatificación en Madrid de estas mártires fusiladas por odio a la fe durante la Guerra Civil

Las catorce mártires Concepcionistas Franciscanas fueron torturadas y fusiladas tras el estallido de la Guerra Civil

Un año desde la beatificación en Madrid de estas mártires fusiladas por odio a la fe durante la Guerra Civil

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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El 22 de junio de 2019 tuvo lugar en la madrileña Catedral de la Almudena la ceremonia de Beatificación de las catorce mártires Concepcionistas Franciscanas, que fueron asesinadas en 1936, tras el estallido de la cruenta Guerra Civil Española.

Un acto emotivo al que asistió, en nombre del Papa Francisco, el Prefecto de la Congregacion para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Becciu, además del Arzobispo de Madrid, el también cardenal Carlos Osoro o el por entonces presidente de la Conferencia Episcopal Española y Arzobispo de Valladolid, el cardenal Ricardo Blázquez, entre otros.

Fue el Sumo Pontífice quien firmó el decreto de martirio de María del Carmen Lacaba y otras trece religiosas Concepcionistas Franciscanas. La mayoría de ellas pertenecían a la comunidad del monasterio de San José de Madrid; dos a la comunidad de Escalona (Toledo) y otras dos a la de El Pardo (Madrid).

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Fusiladas durante la persecución religiosa de 1936

Como hemos comentado, todas ellas fueron asesinadas por odio a la fe en la España de la década de los años treinta, durante la persecución religiosa de 1936. Años después Madrid les dedicó, a modo de homenaje, el nombre de una calle 'Mártires Concepcionistas'. En sus últimos días de vida tuvieron que sufrir un verdadero 'via crucis' que no sirvió para salvarse.

Las monjas del monasterio de San José

Las diez monjas del monasterio de San José de Madrid fueron expulsadas, viéndose obligadas a refugiarse en un piso de la calle Francisco Silvela durante varias semanas. No obstante, fueron denunciadas en noviembre de 1936 por una vecina cercana. Las represalias no tardaron en llegar, cuando milicianos republicanos las detuvieron y las auparon en un camión. Fue la última vez que fueron vistas con vida.

La Madre Carmen Lacaba era la madre abadesa tras ser elegida un año antes, en 1935. Una monja que definían como todo amor y comprensión. Pese a su salud precaria siempre estuvo al pie del cañón. Incluso un día antes de ser descubiertas, dos religiosas le ofrecieron marcharse con ellas para salvarse de una muerte segura. Sin embargo, la madre abadesa se negó a dejar solas al resto de monjas de la Comunidad, especialmente a las que estaban también delicadas de salud.

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Junto a la Madre Carmen Lacaba se encontraban Sor María Petra Pilar de los Dolores, Sor María Eustaquia de la Asunción, Sor María Balbina de San José, Sor María Guadalupe de la Ascensión, Sor María Beatriz de Sta. Teresa, Sor María Clotilde del Pilar Campos Urdiales, Sor María del Santísimo Sacramento, Sor María Juana de San Miguel y Sor María Basilia de Jesús Díaz Recio.

Mártires del monasterio de El Pardo

Suerte parecida corrieron las dos mártires que se encontraban en el monaterio de El Pardo, también en Madrid. Tras ser expulsadas, fueron acogidas por varios vecinos, pero finalmente fueron expulsadas del pueblo, excepto la Madre Inés de San José y Sor María del Carmen de la Purísima Concepción, que lograron refugiarse en la vivienda del capellán del monasterio, hasta ser descubiertas y fusiladas en la madrugada del 22 de agosto de 1936 en Vicálvaro.

Las mártires de Escalona, presionadas para renegar de su fe

En cuanto a las dos mártires de la Comunidad de Escalona en Toledo, fueron trasladadas del monasterio a la comandancia del municipio, donde fueron presionadas para renegar de su fe cristiana. Ingresaron en prisión para finalmente ser asesinadas en octubre de aquel fatídico 1936. Se trataban de la Madre María de San José Ytoiz y Sor María de la Asunción Pascual Nieto.

“Ellas permanecieron fuertes en la fe: no se asustaron ante los ultrajes, las angustias ni las persecuciones, sino que, por el contrario, estuvieron preparadas y dispuestas a sellar con su vida la Verdad que profesaban con sus labios, asociando el martirio de Jesús a su martirio de fe, de esperanza y de caridad”, afirmaba el día de su beatificación el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Becciu.