El emocionante testimonio de un joven seminarista: "La Iglesia ha cambiado el sentido de mi vida"
Fernando Martín, seminarista en Sevilla, nos habla del nacimiento de su vocación y nos anima a no tener miedo
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A Fernando, joven seminarista en Sevilla, la Iglesia le cambió totalmente la vida. A partir de los 15 años empezó a formar parte de un grupo de jóvenes en la Parroquia de Nuestra Señora de las Nieves en Jerez de la Frontera, un grupo donde principalmente se seguía la catequesis y donde, sobre todo, “hice muy buenos amigos y compartí experiencias únicas”.
Pasaban los años, Fernando crecía y empezaba a sentir que sus horizontes se le ampliaban. El cura de ese grupo de jóvenes, recuerda el joven seminarista, le decía muy a menudo de “no renunciar a ser jóvenes porque eso no significaba renunciar a ser cristianos”.
Sus experiencias con el grupo de jóvenes en Jerez
A Fernando este grupo de jóvenes les hizo descubrir un rostro nuevo de la Iglesia, un rostro atractivo, un rostro joven, y a partir de allí empezó a nacer su vocación. “Cada verano con el grupo pasábamos una semana en Taizé, una comunidad ecuménica en Francia, y allí empecé a pensar que mi vida no estaba en buen camino”. Ya en el 2012 Fernando sentía que Dios lo estaba llamando. Hace ochos años Fernando sintió que Dios le llamaba para el sacerdocio, “una opción radical”, asegura, porque “vivimos un momento en el cual el compromiso y la renuncia dan pavor”.
Sin embargo, como dice él, “yo le había dicho a Dios que si realmente me quería hacer sentir esta vocación me lo tenía que decir muchas veces” y fue solamente en el año 2018 que Fernando decidió entrar en el Seminario de Sevilla. Después de haber acabado la carrera en Derecho pensó que había llegado el momento perfecto.
Con respecto a su vocación, explica que “todo el mundo espera que Dios le hable de forma espectacular”, pero reconoce que en su caso no fue así, sino fruto de un proceso de discernimiento, oración y acompañamiento espiritual.
Actualmente Fernando participa activamente con la Pastoral Vocacional de la Archidiócesis hispalense, sabe que “nada mueve más que el testimonio coherente de una persona vocacionada”, por eso procura actuar siempre conforme a su fe y su vocación, atendiendo con esmero a la formación integral que ofrece el Seminario, “no sólo formativa y teológica, sino principalmente humana”.
Su labor en la Pastoral Vocacional
En la Pastoral Vocacional el objetivo es apoyar al rector del seminario, organizar las convivencias vocacionales y que sean sobre todo un espacio donde solucionar dudas a los chicos que están pensando entrar en el Seminario. Y además apoyar la Campaña de Vocaciones que este año se ha retrasado por el coronavirus. “Visitamos las parroquias de la ciudad, también las parroquias de la diócesis, los colegios públicos y concertados” añade Fernando que además dice que “el objetivo es explicar que no hay que sentir miedo a las vocaciones”.
Fernando es un chico entusiasta que vive “intensamente” todo lo que le ocurre. Y su vida en el Seminario no iba a ser menos. Apenas está en segundo curso, pero confiesa sentirse como en casa y destaca el buen ambiente que reina entre sus compañeros: “Valoro muy positivamente la pluralidad de carismas que hay; cada uno viene de una realidad eclesial diferente y eso enriquece mucho. Tenemos con nosotros algunos seminaristas que vienen de otros países, gracias a un acuerdo entre las diócesis. Es una riqueza tremenda tener a gente de otros continentes porque te hace ver que la Iglesia Católica es realmente Universal”.
Si bien, el Señor le ha regalado en este tiempo algunos momentos de gran claridad que confirman esta vocación: “Recuerdo estar en la Misa de inicio de curso de mi parroquia y, en el momento de la consagración, sentir cómo Dios me iluminaba y que todas las piezas del puzzle cobraran al fin sentido”.
Finalmente, con el tono optimista que lo caracteriza, Fernando pide a Dios que “me conserve la pasión y la ilusión por los demás, por la Iglesia y por Él mismo”. Y a aquellos jóvenes que estén planteándose su vocación al sacerdocio, Fernando les anima a “dar el salto, porque, aunque la oscuridad la oculte, en el fondo siempre está la red de Dios porque nos salva”.