Entrevista a Francisco José Cortés: “La pandemia ha acelerado aún más la conversión digital”
El presidente de la Asociación de Bibliotecarios de la Iglesia en España asegura que al libro "se le ha dado por muerto en innumerables ocasiones"
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"Al mundo impreso, representado en el libro, se le ha dado por muerto en innumerables ocasiones, pero el caso es que, si sigue imprimiendo en papel, se sigue leyendo en papel". Esta es una de las conclusiones del presidente de la Asociación de Bibliotecarios de la Iglesia en España (ABIE), Francisco José Cortés, con quien Ecclesia ha profundizado para conocer los distintos proyectos de digitalización en bibliotecas. Una labor que tiene como objetivo “la conservación y difusión del patrimonio bibliográfico de la Iglesia”.
Para cunplirlo, la Subcomisión Episcopal para el Patrimonio Cultural ha organizado las Jornadas técnicas de bibliotecarios de la Iglesia en España en las que se abordará el tema “Digitalización y bibliotecas patrimoniales”. El encuentro comienza este 23 de marzo en la Universidad Pontificia de Salamanca. En la sesión inaugural, también intervienen la rectora de la UPSA, Mirian de las Mercedes Cortés y el secretario técnico de la Subcomisión, Pablo Delclaux.
—Uno de los objetivos de la Asociación de Bibliotecarios de la Iglesia en España (ABIE) es su trabajo para la defensa, conservación y difusión del patrimonio bibliográfico de la Iglesia. ¿Son estas jornadas una herramienta para conseguirlo?
—Es más que eso. Las Jornadas son una oportunidad estrechar lazos, personales y profesionales, entre el colectivo de bibliotecarios de la Iglesia en España para ir perfilando una red de bibliotecarios que desemboque en una red de bibliotecas. También es una oportunidad de aprendizaje y formación, gracias a las comunicaciones y ponencias de gran nivel, como por ejemplo las de este año en Salamanca, y también gracias a la interacción con las empresas patrocinadores, que permiten darnos a conocer sus productos y servicios y cerrar acuerdos de colaboración en proyectos en común. Todo lo anterior facilitar el objetivo principal, el de la conservación y difusión (leitmotiv de las Jornadas de 2022) del patrimonio bibliográfico de la Iglesia.
—¿Con ello se consigue crear una conciencia colectiva profesional que visibilice la imagen de los profesionales a cuyo cargo están las bibliotecas de la Iglesia?
—El colectivo representado en la ABIE es el de un profesional que trabaja con pocos recursos y de forma más o menos aislada, aunque con un fuerte compromiso con su misión.
—Se vive en un mundo donde empieza a primar lo intangible por encima de lo palpable, pues las nuevas generaciones utilizan con más frecuencia materiales digitales. ¿El soporte físico parece así tener los días contados en la actualidad?
—Desde mi época universitaria, allá a finales de los 80, ya se hablaba del final de la Galaxia Gutenberg. Al mundo impreso, representado en el libro, se le ha dado por muerto en innumerables ocasiones, pero el caso es que, si sigue imprimiendo en papel, se sigue leyendo en papel y las ventas de libros no bajan, a pesar de la subida de la lectura de ebooks. En las últimas décadas son variadas las tipologías de información que han ido pasándose al formato digital: bases de datos estadísticas, de información económico-financiera, jurídicas, también artículos científicos, manuales y monografías. Y no solo contenidos académicos. El cine (Netflix, HBO…) o la música (Spotify) ya se consumen en formato digital. La pandemia ha acelerado aún más la conversión. Las bibliotecas de la Iglesia no deben ser ajenas a esta evolución, y de ahí el tema central de las jornadas de Salamanca, la digitalización, entendida desde una doble óptica, como forma de preservación y como medio para su difusión. Mientras, las bibliotecas de la Iglesia seguirán atesorando un patrimonio valiosísimo que solo puede en formato impreso.
—El tema de las Jornadas es “Digitalización y bibliotecas patrimoniales”, después de siglos organizando la información, ¿existen las herramientas para estructurarla de forma digital?
—Las herramientas están ahí. Y consolidados desde hace muchos años. El problema es que a la mayor parte de las bibliotecas de la Iglesia les faltan recursos, económicos y humanos, para afrontar la digitalización de sus fondos. Máxime cuando muchas de ellas están todavía informatizando sus catálogos.
—La digitalización es un proceso que, a pesar de encontrarse en un estado avanzado, tiene todavía un largo camino que recorrer, ¿cuáles son los principales retos?
—El principal reto, a mi modo de ver, es conseguir esos recursos que mencionaba antes para afrontar un proyecto de digitalización de los fondos. Esas ayudas deberán venir de la administración (local, autonómica, nacional o europea) o de la propia Iglesia, porque las bibliotecas de la ABIE no podrán afrontar un proyecto serio de digitalización sin esas ayudas. La buena noticia es que el tren de lo digital va a ir a más con el tiempo y siempre estaremos a tiempo de subirnos a él.