La experiencia de un seminarista de Zaragoza cuando conoció su vocación al sacerdocio: “Tuve una certeza y una paz que jamás me han abandonado”
Luis Sierra cuenta en 'Ecclesia al Día' cómo es la vida en el seminario en el día de san José, patrón de los seminaristas

Madrid - Publicado el
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Este miércoles, como cada 19 de marzo, se celebra el día de san José, patrón de los padres, de la Iglesia universal, de la buena muerte y, también, de los seminaristas. Estamos hablando del futuro de la Iglesia universal, de aquellos que serán sacerdotes. Según datos de la Conferencia Episcopal Española, el número de seminaristas en nuestro país es de 1.036.
Para conocer más acerca de quienes se preparan para ser sacerdotes, en 'Ecclesia al Día' ha estado Luis Sierra, seminarista de Zaragoza que será ordenado diácono en apenas tres semanas, algo para lo que está preparado aunque un poco nervioso: “Como es natural estoy un poquito nervioso, pero también con mucha paz en el Señor y en la Virgen del Pilar”.
VOCACIÓN AL SACERDOCIO
Luis contaba cómo fue que se dio cuenta de que Dios le quería para ser religioso: “El camino que ha querido hacer el Señor con mi vida me lo ha ido mostrando desde pequeño, aunque fue mientras estudiaba la carrera de periodismo cuando lo acabé de ver claro”.
“En el momento en el que supe que el Señor me quería para ser sacerdote tuve una certeza y una paz en el fondo de mi corazón que jamás me han abandonado desde entonces”, aseguraba el seminarista. “La vocación es una maravilla y un misterio, se trata de un camino que va por un sitio en concreto, de una llamada a un servicio concreto”, explica.

LA VIDA EN EL SEMINARIO
El joven, natural de La Almolda (Zaragoza), cuenta de primera mano cómo han sido estos años viviendo y aprendiendo en el Seminario de Zaragoza: “Cuando hay cariño auténtico y cuando hay una formación buena, que creo que es así en todos los seminarios de España, se va generando un ambiente de familia en el que unos aprendemos de otros”.
Ante la pregunta de qué le gustaría aportar a la Iglesia en España, Luis Sierra lo tiene claro: “Quiero aportar todo lo que el señor me pida. Dios me ha pedido todo y yo, como sacerdote, quiero aportarlo todo, a mi propia persona”.
A falta de unas pocas semanas para que sea ordenado diácono en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza, el primer paso antes de ser sacerdote, Luis sabe que allí donde va tiene que aportar una sonrisa porque para él “la fórmula de la felicidad es hacer feliz al de al lado”.