Los argumentos por los que la Conferencia Episcopal se opone a la eutanasia: "Ataca a la dignidad humana"

Durante toda su tramitación en el Congreso y en el Senado, la Conferencia Episcopal Española y las diócesis se han movilizado contra su aprobación

Los argumentos por los que la Conferencia Episcopal se opone a la eutanasia: "Ataca a la dignidad humana"

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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Este viernes, España se convertirá en el quinto país del mundo en el que la eutanasia ya será legal. Un paso que ha dado el Gobierno sin consenso con la opinión, en contra de la Organización Médica Colegial, el Comité Español de Bioética e incluso con el rechazo del Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas.

Durante toda su tramitación en el Congreso y en el Senado, la Conferencia Episcopal Española y las diócesis se han movilizado contra su aprobación, al considerar que se trata de una ley que saldrá adelante sin diálogo ni consenso, además de atentar contra la dignidad humana.

Desde un primer momento, el episcopado siempre ha apostado por impulsar los cuidados paliativos, cuyo presupuesto es muy escaso respecto a otros países de nuestro entorno. Tanto es así que tan solo el 40% de los pacientes que precisan de estos cuidados, lo reciben en nuestro país.

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A continuación, resumimos en Aleluya los argumentos que esgrime la Conferencia Episcopal Española para reflejar su rechazo a la ley de eutanasia.

Una tramitación acelerada en tiempos de pandemia

La Conferencia Episcopal Española ha lamentado en varias ocasiones durante estos meses que la ley, al igual que ha sucedido con la reforma educativa de Isabel Celaá, se ha llevado a cabo sin consenso social ni diálogo previo. Para el organismo, la regulación de la práctica de la eutanasia supone una ruptura moral y un cambio en los fines del Estado, que pasa de la defensa de la vida a ser responsable de la muerte infligida.

Atenta contra la dignidad humana

La eutanasia es lo contrario a la dignidad de la persona, más aún en sus momentos de mayor indefensión y fragilidad, nos obliga a oponernos a esta esta ley que, en nombre de una presunta muerte digna, niega en su raíz la dignidad de toda vida humana.

La eutanasia, una visión individualista del ser humano

La Conferencia Episcopal Española ha insistido en los últimos meses que regularizar la eutanasia es propia de una visión individualista y reduccionista del ser humano y de una libertad desvinculada de la responsabilidad. Se afirma una radical autonomía individual y, al mismo tiempo, se reclama una intervención “compasiva” de la sociedad a través de la medicina, originándose una incoherencia antropológica. Por un lado, se niega la dimensión social del ser humano, “diciendo mi vida es mía y sólo mía y me la puedo quitar” y, por otro lado, se pide que sea otro quien legitime la decisión o la sustituya y elimine el sufrimiento o el sinsentido, eliminando la vida.

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En contra de los principios sanitarios

A juicio de la CEE, la aprobación de la ley de Eutanasia atenta contra los principios deontológicos de la profesión médica, que está llamada, en la medida de lo posible, a curar o paliar las enfermedades de los pacientes. Desde luego, manifiestan, nunca está entre los principios de los profesionales sanitarios provocar de manera intencionada la muerte.

Pocos fondos destinados a los cuidados paliativos

Desde el primer momento, el episcopado se ha posicionado en favor de los cuidados paliativos, que permiten al enfermo afrontar la fase terminal de su patología sin dolores intensos. Pero no solo ello, los cuidados paliativos han de ofrecer al paciente un tratamiento integral, donde el acompañamiento espiritual tanto al enfermo como a sus familias esté presente. Un cuidado integral que alivia el dolor, consuela y ofrece la esperanza que surge de la fe y da sentido a toda la vida humana, incluso en el sufrimiento y la vulnerabilidad.

La medicina paliativa se propone humanizar el proceso de la muerte y acompañar hasta el final. No hay enfermos “incuidables”, aunque sean incurables.

El Papa Francisco, defensor de los cuidados paliativos

El Papa Francisco ha defendido en ocasiones que "la respuesta que hemos de dar es no abandonar nunca a quien sufre, no rendirnos, sino cuidar y amar a las personas para devolverles la esperanza".

El Pontífice reiteró en varias ocasiones la legitimidad de los cuidados paliativos "cuando no es posible curar" como alternativa de la eutanasia. "Si la persona se siente amada, respetada, aceptada, la sombra negativa de la eutanasia desaparece o se hace casi inexistente".

Enseñar a los médicos a consolar

La atención médica consigue hoy muchas curaciones. De hecho, la mayoría de la formación técnica de la carrera de medicina se orienta hacia el objetivo de la curación. Además, en la vida corriente, los dolores y molestias son de una intensidad habitualmente baja, y tienen alivio razonablemente sencillo. Sin embargo, un médico competente puede encontrarse con casos que desbordan su capacidad de aliviar.

Es patente que la docencia en medicina hoy hace poco hincapié en los numerosos conocimientos existentes sobre el arte de aliviar. Aunque últimamente la situación ha ido mejorando, es necesario que todo profesional sanitario que termina sus estudios de grado tenga unos conocimientos sólidos de los problemas más frecuentes que van a exigir tratamientos destinados a aliviar, y que haya adquirido unas competencias básicas en su práctica.

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La experiencia poco satisfactoria en otros países

La experiencia de los pocos países donde se ha legalizado revela, tal y como manifesta la CEE, que la eutanasia incita a la muerte a los más débiles. Al otorgar este supuesto derecho la persona, que se experimenta como una carga para la familia y un peso social, se siente condicionada a pedir la muerte cuando una ley la presiona en esa dirección. La falta de cuidados paliativos es también una expresión de desigualdad social. Muchas personas mueren sin poder recibir estos cuidados y sólo cuentan con ellos quienes pueden pagarlos.

Una derrota social

La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta a la que estamos llamados, recalca la CEE, es no abandonar nunca a los que sufren, no rendirse nunca, sino cuidar y amar para dar esperanza.

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