Los mensajes de Carlos Amigo en el funeral de Jiménez Becerril y Ascensión, asesinados por ETA en Sevilla
El 30 de enero se cumplieron 24 años del asesinato al concejal del PP y su esposa. El 1 de febrero de 1998, el arzobispo de Sevilla reclamó a los políticos unidad contra el terror
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Este domingo, 30 de enero, se han cumplido 24 años del asesinato del concejal del PP Alberto Jiménez Becerril y de su esposa, Ascensión García, a manos de la banda terrorista ETA. Con motivo de este triste aniversario, se ha celebrado una Misa en la Capilla Real de la Catedral hispalense y una ofrenda floral en el lugar en el que se cometió el crimen.
Aquella noche de 30 de enero de 1998, el matrimonio se dirigía a su vivienda tras cenar en un restaurante del centro de Sevilla, hasta recibir los disparos de un integrante de la banda en la calle Don Remondo. El asesinato del concejal y de la procuradora en los juzgados de Sevilla dejó huérfanos a tres hijos, que por aquel entonces tenía cuatro, siete y ocho años.
Su asesinato causó gran consternación en la ciudad y por su capilla ardiente pasaron unas 45.000 personas. Los funerales fueron presididos por la infanta Elena y su esposo, el duque de Lugo. Los restos de Alberto Jiménez-Becerril y de Ascensión García permanecen en una sepultura doble en el Cementerio de San Fernando de Sevilla.
El cardenal Carlos Amigo reclamó unidad a los políticos y el fin de la violencia a ETA
El 1 de febrero se celebró la Misa por el funeral del matrimonio, y que estuvo oficiada por el arzobispo de Sevilla, el cardenal Carlos Amigo. En su homilía, el titular por aquel entonces de la Iglesia hispalense fue muy duro con ETA y su actividad terrorista.
Pidió justicia ante los crímenes de ETA y suplicó a los que se dedican "al noble oficio" de la política que no se dejen llevar por "opciones partidistas" y luchen "juntos en favor de la paz, sin fisuras ni ambigüedades".
En este punto, el cardenal Amigo alabó el "noble oficio de trabajar por el bien de la comunidad", que a juicio del arzobispo de Sevilla “requiere generosidad, desinterés personal y hasta dar incluso la propia vida", expresó aquel triste 1 de febrero de 1998.
"Desde este reconocimiento agradecido a cuantos sirven desde el ejercicio de la política, también la súplica de que no se dejen llevar por opciones partidistas que rompan esa unión necesaria y sin fisuras ni ambigüedades para luchar juntos en favor de la paz y del bienestar de todos", continuó exponiendo Carlos Amigo, reclamando así la unidad de las fuerzas políticas para hacer frente al terrorismo de ETA, que no abandonó las armas hasta trece años más tarde.
En este contexto, reclamó en su homilía a ETA que no recurriera a la violencia: "Pero ni comprendemos ni queremos admitir que la muerte, la extorsión, el secuestro, la intimidación, el miedo, el terror, la violencia y la injusticia sean la solución para nada".
"Podemos perdonar y hasta deseamos poder quereros como hermanos. Pero vosotros, los que tanto dolor y tanto mal nos habéis causado, no nos podéis pedir que renunciemos a la justicia y a buscar sin descanso y, por todos los medios legítimos, la paz que tanto deseamos", agregó el cardenal.
Por su parte el Papa Juan Pablo II también condenó aquel asesinato que hizo llorar a Sevilla. Durante el funeral, se leyó un mensaje del secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Angelo Sodano, en el que el Papa expresaba su reprobación por el atentado: “
El Papa pide que los españoles, que tantas veces han manifestado su voluntad de vivir en paz", puedan disfrutar de un ambiente social en el que no se vea amenazado el fundamental derecho a la vida".