Cardenal Hollerich: «Debemos ser capaces de anunciar el Evangelio al hombre de hoy»

El purpurado luxemburgués, presidente de la COMECE, cree que la Iglesia está enfocando su labor pastoral a «un hombre que ya no existe»

Cardenal Hollerich: «Debemos ser capaces de anunciar el Evangelio al hombre de hoy»

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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«No quiero sonar duro, pero francamente, nuestro trabajo pastoral habla de un hombre que ya no existe. Debemos ser capaces de anunciar el Evangelio, y hacer que el Evangelio se entienda, al hombre de hoy que en su mayoría lo ignora. Esto implica una gran apertura por nuestra parte, y también una disposición —aunque firme en el Evangelio— a dejarnos transformar también nosotros». El presidente de la Comisión de Episcopados de la Unión Europea (COMECE), cardenal Jean-Claude Hollerich, invita a reflexionar sobre la reubicación de la Iglesia en el mundo actual, inmerso en una revolución tecnológica y cultural como pocas veces antes ha conocido la historia de la humanidad.

«No se trata de un problema (…) de estructuras, sino de misión», explica. «Tenemos que entender, o más bien recomponer, lo que significa ser pastores hoy. Al igual que todos debemos preguntarnos qué significa ser cristianos hoy. Esta es la cuestión. Y esta cuestión es también el sello de este pontificado: aceptar la insuficiencia de una pastoral hija de épocas pasadas y repensar la misión. Una elección que tiene fuertes y valientes implicaciones teológicas».

El cardenal arzobispo de Luxemburgo, de 64 años, ha hecho estas afirmaciones en una extensa entrevista concedida a L´Osservatore Romano al hilo de la apertura de la fase continental del Sínodo sobre la Sinodalidad, un evento del que es relator general. En ella, Hollerich, vicepresidente asimismo de la Comisión de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), aborda numerosas cuestiones. He aquí una relación de los temas abordados y un extracto de sus respuestas.

Sinodalidad y poder

«La sinodalidad va mucho más allá del discurso del poder. Si la gente percibe la autoridad del obispo o del párroco como "poder", entonces tenemos un problema. Porque estamos ordenados para un ministerio, para un servicio. La autoridad no es el poder».

Iglesia en Europa

«En Europa hoy padecemos una patología, y es que no somos capaces de ver con claridad cuál es la misión de la Iglesia. Siempre se habla de estructuras, lo cual no es malo, porque las estructuras son importantes y sin duda hay que repensarlas. Pero no hablamos lo suficiente de la misión de la Iglesia. Que es proclamar el Evangelio. Anunciar y, sobre todo, dar testimonio de la muerte y resurrección de Jesús el Cristo».

Papa Francisco

«La enseñanza del Papa Francisco es todo y nada más que la explicación del Evangelio. No es difícil entenderlo. En el mundo secularizado de hoy, no siempre se entiende el anuncio directo, pero sí nuestro testimonio. Somos observados y evaluados en el mundo por cómo vivimos el Evangelio. (…) Todos reconocen al Papa Francisco como el padre de la propuesta de un nuevo humanismo. Que a menudo propone en soledad entre los grandes líderes mundiales. Pero nos corresponde entonces ser capaces de explicar que el humanismo de Francisco no es sólo una propuesta política, sino que es un anuncio del Evangelio. Los que están fuera de la Iglesia a veces entienden mejor el Evangelio que los que están dentro de ella».

Formación de los futuros sacerdotes

«Los obispos deben poner sus manos en serio y en profundidad en la formación de los futuros sacerdotes. Todavía hoy tenemos seminarios que yo llamo "tridentinos liberalizados". No debemos dar más pasos hacia la "liberalidad", sino tomar el camino de la "radicalidad". La formación debe consistir en ser capaz de vivir el Evangelio hoy de forma radical».

Homosexuales: el Reino de Dios es para todos

«Esa es la buena noticia. Y quiero añadir: todo el mundo está llamado a ello. Nadie queda excluido: incluso los divorciados vueltos a casar, incluso los homosexuales, todos. El Reino de Dios no es un club exclusivo. Abre sus puertas a todos, sin discriminación. A todos. A veces se discute en la Iglesia sobre la accesibilidad de estos grupos al Reino de Dios. Y esto crea una percepción de exclusión entre algunos del pueblo de Dios. Se sienten excluidos y eso no está bien. No se trata de sutilezas teológicas ni de disertaciones éticas: aquí se trata simplemente de afirmar que el mensaje de Cristo es para todos».

Para monseñor Hollerich, anunciar el Evangelio hoy significa proclamar la alegría de vivir en Dios, y comunicar que vivir tras las huellas de Cristo significa «vivir bien» y «disfrutar de la vida». «Estamos llamados a proclamar una buena noticia, no un conjunto de reglas o prohibiciones».

Jóvenes

El cardenal de Luxemburgo señala asimismo que, como sacerdote que es, intenta mantener «una relación personal viva» con los jóvenes, y que advierte «constantemente» que estos «dejan de considerar el Evangelio si tienen la impresión de que estamos discriminando». «Para los jóvenes de hoy —indica— el valor más alto es la no discriminación. No sólo la de género, sino también la de etnia, origen, clase social. Se enfadan mucho por la discriminación».

«Hace unas semanas —añade al respecto— conocí a una chica veinteañera que me dijo “quiero dejar la Iglesia, porque no acoge a las parejas homosexuales”, le pregunté “¿te sientes discriminada por ser homosexual?” y me dijo “¡no, no! Yo no soy lesbiana, pero mi amiga más cercana lo es. Conozco su sufrimiento y no quiero formar parte de los que la juzgan”. Esto me hizo pensar mucho».

¿Replanteamiento de la doctrina sobre la homosexualidad?

«El Papa Francisco recuerda a menudo la necesidad de que la teología se origine y se desarrolle a partir de la experiencia humana, y no se quede sólo en el fruto de la elaboración académica. Muchos de nuestros hermanos y hermanas nos dicen que, sea cual sea el origen y la causa de su orientación sexual, ciertamente no la han elegido. No son “manzanas podridas”. También son el fruto de la creación. Y en Bereshit leemos que en cada paso de la creación Dios se complace con Su obra, diciendo “...y vio que era bueno". Dicho esto, quiero ser claro: no creo que quepa un matrimonio sacramental entre personas del mismo sexo, porque no hay una finalidad procreadora que lo caracterice, pero eso no significa que su relación afectiva no tenga valor».

Bendición de parejas del mismo sexo

Los obispos belgas se han pronunciado recientemente a favor de la posibilidad de bendecir uniones homosexuales, posibilidad que anteriormente había desestimado la Congregación para la Doctrina de la Fe. El purpurado jesuita dice al respecto: «Francamente, la cuestión no me parece decisiva. Si nos atenemos a la etimología de “bien decir", ¿crees que Dios podría alguna vez "decir mal" sobre dos personas que se aman? Me interesaría más debatir otros aspectos del problema. Por ejemplo: ¿qué es lo que impulsa el llamativo crecimiento de la orientación homosexual en la sociedad? ¿O por qué el porcentaje de homosexuales en las instituciones eclesiásticas es mayor que en la sociedad civil?».

Concepción funcionalista de la vida: lo que no funciona se tira

«La astucia de la civilización consumista en la que vivimos consiste en ocultar y exorcizar la cuestión, con el engaño del mito de la eterna juventud. Así que la "nueva evangelización" de hoy es mostrar una hostia elevada diciendo "El que come de este pan no morirá más". Una ética del amor —y de la misericordia— es, pues, sucesora de la revelación de que "ya no morirás". Deberíamos gritarlo en las plazas y desde las terrazas "¡No mueras más!". Y si no lo gritamos, limitándonos a proponer una ética del buen vivir, ¡no podemos luego quejarnos de que no haya más creyentes! Creer en la vida eterna, sin embargo, significa creer que la vida eterna ya está aquí, ahora. Y que como tal hay que vivirla, y disfrutarla. En este sentido, me asusta mucho la creciente concepción funcionalista de la vida, según la cual, si no funciona, la tiras».

¿El aborto, un derecho fundamental?: «Absurdo»

El cardenal Hollerich habla también en L´Osservatore Romano sobre el aborto y la eutanasia. «Me aterró ver en los Países Bajos —dice— la extensión de la práctica de la eutanasia incluso a los enfermos psicológicos. Esto también es el resultado de la ideología consumista dominante: antes, si tu televisor se rompía, lo llevabas al reparador, y tus zapatos al zapatero; hoy los tiras. Y quieren hacer lo mismo con la vida, si no "funciona", si te conviertes en una carga para la sociedad te tiran. Lo mismo ocurre con el inicio de la vida: me preocupa escuchar en el Parlamento Europeo a quienes piden que se otorgue el estatus de derecho "fundamental" al aborto, porque si es un derecho fundamental entonces es un derecho absoluto y, por tanto, ya no admite una negativa de conciencia. Esto también es absurdo. Recordemos siempre que la vida, aunque sea limitada, es hermosa».

Guerra en Europa y amenaza nuclear

«Debemos hacer la paz. Hacer la paz entre las naciones es como hacer la paz entre los hombres: siempre debe haber un compromiso entre las respectivas razones alegadas. Todo el mundo debe intentar identificarse con las razones de los demás, aunque no las comparta. Y a partir de ahí encontrar un compromiso. De lo contrario, podemos tener una tregua del conflicto armado, pero no una paz real. La historia nos enseña que los conflictos latentes, tarde o temprano, estallan en guerras».

Populismo

«El problema del populismo es que ofrece respuestas simplificadas a las cuestiones cada vez más complicadas que plantea el mundo actual. Pensemos, por ejemplo, en las recetas soberanistas propuestas a un mundo que, en cambio, está cada vez más inextricablemente conectado. Me preocupa lo que pueda ocurrir si los populistas fracasan en el desafío del gobierno. Culparían irremediablemente a otro: a los inmigrantes, a los refugiados, a Bruselas. Exacerbando aún más las tensiones sociales. Y eso no es necesario».

Democracia

«Todos debemos empezar a pensar en las condiciones de la democracia. Hasta ahora hemos pensado que la democracia era la única forma política posible en Occidente. Pero incluso en Occidente podemos sentir algunos crujidos. Tenemos que reflexionar sobre lo que significa ser un país democrático, un continente democrático, hoy en día. Nos espera un duro invierno, en el que muchos sufrirán el frío, la pobreza, el desempleo: será una prueba para la resistencia de la democracia. Hasta ahora, la democracia se sustentaba en el bienestar de la mayoría, hoy esto no es suficiente. Es fácil ser amigos y demócratas en la rica comida del domingo, más complicado en el día del ayuno».

Iglesia del futuro

¿Cómo será la Iglesia europea en el futuro?, se le pregunta, por último, al cardenal. Será, afirma, una Iglesia más pequeña («la mayoría de los europeos no conocerán a Dios y su Evangelio»), pero también más viva. «Creo —aventura— que esta reducción de números es, en el plan de Dios, necesaria para ganar un nuevo impulso. En algunas partes del norte de Europa será predominantemente una iglesia de emigrantes; los nativos ricos son los primeros en abandonar el barco, porque el Evangelio choca con sus intereses. Este es el deseo del Papa Francisco: una iglesia pobre, una iglesia viva».