La odisea de una familia misionera en Ucrania para regresar a Burgos: averías, enfermedades, retenciones...

Tras 25 años de misión en Ucrania, la familia Campomar Hernando ha regresado a España y han sido recibidos por el arzobispo de Burgos para agradecerles su labor

La odisea de una familia misionera en Ucrania para regresar a Burgos: averías, enfermedades, retenciones...

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

La familia burgalesa Campomar Hernando logró huir de Ucrania y llegar a España en la madrugada del jueves. Atrás quedan, al menos de momento, 25 años de misión en el país del este europeo, a donde llegaron en 1997.

El regreso a España no ha sido fácil para la familia, tras una semana de miedos e incertidumbre. El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, recibió en las últimas horas en la Casa de la Iglesia a los integrantes de la familia pertenecientes al Camino Neocatecumenal para agradecerles el trabajo misionero desarrollado en Ucrania.

El padre de familia, César Campomar, nació en Bilbao, aunque pronto se trasladó a Burgos, donde descubrió el Camino Neocatecumenal. Allí conoció a su mujer, María Axiliadora, y ambos se ofrecieron a ir a la misión. Tras haber pasado seis años como misioneros en Bielorrusia los responsables del Camino los enviaron por sorteo a Kiev. Allí colaboran con la recién creada parroquia de San Alejandro, que aglutina a una población de 400.000 personas pero a la que solo acude un millar de católicos a rezar cada domingo.

Aturdidos por una invasión que nadie imaginaba, la familia decidió abandonar el país el jueves de la semana pasada, horas después del lanzamiento de las primeras bombas. César, su mujer María Auxiliadora y siete de sus diez hijos, con sus respectivas esposas e hijos (dos de ellos, seminaristas, se han quedado en Ucrania y otro reside en Murcia) decidieron emprender el viaje de regreso a Burgos acompañando a la madre de César, de 90 años de edad y enferma de alzheimer.

En total, 25 personas: 13 adultos y 12 niños. Dos de ellos regresaron en avión y el resto en tres furgonetas que han tardado una semana en pisar suelo burgalés tras atravesar la frontera con Hungría y hacer parada en Trieste y Niza.

Por el camino, relatan cómo han sido “espectadores de los milagros que Dios ha hecho con nosotros”, pues han visto cómo las incomodidades del viaje (llegaron a estar parados más de 13 horas en la frontera y apenas les ofrecían 20 litros de combustible en cada gasolinera) y las averías en algunos de sus vehículos se han solventando “gracias a la generosidad de la gente” que han encontrado por el camino.

La familia Campomar Hernando mira con preocupación la situación que se vive en Ucrania y desean descubrir “la mano de Dios en todo esto”, “que él nos ayude a descubrir su voluntad” y los caminos que les tiene preparados en Burgos en los próximos meses, si bien su corazón sigue en Ucrania, donde desean volver lo antes posible, como relata Mariauxi.