El Papa lamenta que "algunos conflictos parecen no acabar nunca": "Necesitamos la audacia de la paz"

Francisco ha enviado un mensaje al tradicional encuentro organizado por la Comunidad de San Egidio en Berlín: "Es necesario avanzar para atravesar el muro de lo imposible"

El Papa lamenta que "algunos conflictos parecen no acabar nunca": "Necesitamos la audacia de la paz"

Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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El Papa Francisco ha enviado un mensaje al tradicional encuentro religioso organizado por la Comunidad de San Egidio que este año se ha celebrado en Berlín y ha tenido como título 'La audacia de la paz'. Un encuentro que se inició con san Juan Pablo II en Asís en 1986. Tres días de encuentros, mesas redondas, conferencias con ilustres invitados como el canciller alemán Olaf Sholz, Marco Impagliazzo, presidente de San Egidio, el gran Imám Al-Tayyeb Ahmad o el hermano Alois, prior de la comunidad de Taizé.

El encuentro final se ha celebrado ante la Puerta de Brandeburgo y, tras las reflexiones del cardenal Zuppi, Serafim y Heinrich Bedford-Strohm, se ha leído el discurso del Santo Padre: “El lugar de vuestro encuentro es particularmente evocador por el hecho de que, precisamente donde estáis reunidos, tuvo lugar un acontecimiento histórico: la caída del muro que separaba las dos Alemanias. Ese muro dividía también dos mundos, el Oeste y el Este de Europa. Su caída, que se produjo con la concurrencia de diversos factores, el valor de muchos y las oraciones de muchos, abrió nuevas perspectivas: la libertad de los pueblos, la reunificación de las familias, pero también la esperanza de una nueva paz mundial, tras la Guerra Fría”.

Desgraciadamente, subraya Francisco, “a lo largo de los años no se ha construido sobre esta esperanza común, sino sobre intereses particulares y la desconfianza hacia los demás”: “En lugar de derribar muros, se han levantado más muros. Y del muro a la trinchera el paso, por desgracia, suele ser corto”.

“Hoy, la guerra sigue asolando demasiadas partes del mundo: pienso en muchas zonas de África y Oriente Medio, pero también en muchas otras regiones del planeta; y en Europa, que conoce la guerra de Ucrania, un conflicto terrible que no ve fin y que ha causado muertos, heridos, dolor, éxodo, destrucción”, escribe el Papa en su discurso.

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Foto Comunidad de San Egidio

Francisco ha recordado las palabras que pronunció el año pasado en el Coliseo cuando rezó por la paz: "El grito por la paz no se puede reprimir: surge del corazón de las madres, está escrito en el rostro de los refugiados, de las familias que huyen, de los heridos o de los moribundos. Y este grito silencioso sube al Cielo. No conoce fórmulas mágicas para salir de los conflictos, pero tiene el sacrosanto derecho de pedir la paz en nombre del sufrimiento que ha padecido, y merece ser escuchado. Merece que todos, empezando por los gobernantes, se inclinen para escucharla con seriedad y respeto. El grito de paz expresa el dolor y el horror de la guerra, madre de todas las pobrezas".

Ante este panorama, “necesitamos la audacia de la paz”: “No basta el realismo, no bastan las consideraciones políticas, no bastan los aspectos estratégicos aplicados hasta ahora; hace falta algo más, porque la guerra continúa. Lo que hace falta es la audacia de la paz: ahora, porque demasiados conflictos duran ya demasiado tiempo, tanto que algunos parecen no acabar nunca, de modo que en un mundo en el que todo va deprisa, solo el final de las guerras parece lento”.

“La audacia de la paz interpela particularmente a los creyentes, en quienes se convierte en oración, para invocar del Cielo, lo que parece imposible en la tierra”, ha afirmado el Papa en su discurso.

El Santo Padre ha pedido no tener miedo de convertirse, cada uno de nosotros, “en mendigos de la paz, uniéndonos a nuestras hermanas y hermanos de otras religiones, y a todos aquellos que no se resignan a la inevitabilidad del conflicto. Me uno a vuestra oración por el fin de las guerras, agradeciéndoos de corazón todo lo que hacéis”.

Es necesario avanzar para atravesar el muro de lo imposible, erigido sobre argumentos que parecen irrefutables, sobre el recuerdo de tantas penas pasadas y grandes heridas sufridas. Es difícil, pero no es imposible. No es imposible para los creyentes, que viven la audacia de una oración esperanzada. Pero tampoco debe ser imposible para los políticos, para los dirigentes, para los diplomáticos. Sigamos rezando por la paz sin cansarnos, llamando con espíritu humilde e insistente a la puerta siempre abierta del corazón de Dios y a las puertas de la humanidad. Pedimos que se abran caminos de paz, especialmente para la querida y atormentada Ucrania”, ha subrayado Francisco en su discurso enviado a Berlín.

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