Entre obras de arte, canales y reclusas: así ha sido la visita exprés del Papa a Venecia
Francisco visitó durante cinco horas a las presas de La Giudecca, cerca de Venecia, a los jóvenes de la diócesis del Véneto y ofició la Misa en la plaza de San Marcos
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El viaje empezaba con su visita en la cárcel de mujeres de La Giudecca, a 2 km de Venecia. El Papa aterrizaba en el patio de la prisión. ‘‘He querido encontrarme con ustedes al inicio de mi visita a Venecia para decirles que ocupan un lugar especial en mi corazón’’. Así comenzaba su mensaje a las reas, algunas de ellas emocionadas. Les aseguró que, aunque cada uno tiene su camino de vida, aunque sea doloroso, ‘‘Dios nos quiere juntos porque sabe que cada uno de nosotros, aquí, hoy, tiene algo único que dar y que recibir’’.
Afirmó que la cárcel es una realidad dura. Y denunció que ‘‘problemas como el hacinamiento, la falta de instalaciones y recursos y los episodios de violencia generan mucho sufrimiento en ella’’. Aunque también, es una experiencia que puede suponer renacimiento. Por ello, ‘‘es fundamental que el sistema penitenciario también ofrezca a los presos y reclusos herramientas y espacios de crecimiento humano, de crecimiento espiritual, cultural y profesional’’.
Después, tres internas dirigieron al Papa unas palabras de agradecimiento. Antes de marcharse, les regaló un icono de la Virgen de la Esperanza.
La cárcel acoge el pabellón vaticano en la Bienal de Arte de Venecia. Ochenta de las internas han colaborado en montar el pabellón. Además, Francisco es el primer Pontífice que ha visitado la Bienal en sus 130 años.
El arte nos educa a una mirada contemplativa
En la capilla de la prisión, iglesia de la Magdalena, recibió al Papa el cardenal José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación y comisario del Pabellón de la Santa Sede en la Bienal de Arte de Venecia. Allí, Francisco se dirigió a un grupo de artistas. ‘‘El mundo necesita artistas’’. El pabellón Vaticano lleva el título: ‘Con mis ojos’. Por ello, Francisco afirmó: ‘‘Jesús es el Maestro perenne: mira a todos con la intensidad de un amor que no juzga, sino que sabe estar cerca y animar’’. Y este es su deseo. ‘‘Espero de todo corazón que el arte contemporáneo pueda abrirnos los ojos’’.
Tras ese mensaje, el Papa abandonó la prisión y montó en una lancha motora rumbo a Venecia, cumpliendo con la tradición naval de la Ciudad de los Canales. Por primera vez en su pontificado, pisaba la ciudad de los canales.
1.500 de jóvenes de la diócesis del Véneto le esperaban en la Basílica de Santa Maria della Salute. ‘‘Levántate de las penas para mirar hacia arriba. Levantarse para estar de pie ante la vida, no sentarse en el sofá’’, animaba el Santo Padre. ‘‘Les doy un consejo: Llevad un pequeño Evangelio en el bolsillo y, en cualquier momento, leed un versículo’’. Como en otras ocasiones, pidió a los jóvenes gritar juntos una frase, esta vez, "Levántate y vete" (Lc 17, 19).
Venecia, tierra que hace hermanos.
A través del Puente de Barcos, Francisco cruzó el Gran Canal de Venecia y se dirigió a oficiar la Santa Misa en la Plaza de san Marcos. Allí pronunció la homilía, a la sazón, cuarto y último de los discursos de su intensa jornada.
En el domingo dedicado a ‘‘la vid verdadera’’, el Papa reflexionó sobre las palabras de Cristo en el evangelio de san Juan. ‘‘Si rompemos este vínculo con el Señor, no podremos generar frutos de buena vida’’.
Francisco quiso referirse a Venencia a través de este Evangelio. ‘‘Pienso en la larga historia que une a Venecia con el trabajo de la vid y la producción de vino’’.También se refirió al beato Juan Pablo I, que fue patriarca de Venecia entre 1969 y 1978. Compartió esta cita: ‘‘Esa vida está en Él y pasa de Él a sus discípulos, como la savia sube del tronco a los sarmientos de la vid’’. Para Francisco, algunos de los frutos son el cuidado del medio ambiente y del patrimonio humano. ‘‘Necesitamos que nuestras comunidades cristianas, nuestros barrios, nuestras ciudades se conviertan en lugares hospitalarios, acogedores, inclusivos’’. Y puso como ejemplo a Venecia, como la ‘‘tierra que hace hermanos’’.
Finalizada la Santa Misa, se rezó el Regina Caeli y Francisco veneró en privado las reliquias del evangelista san Marcos. El pasado jueves 25 de abril la Iglesia celebró su festividad. De vuelta a la prisión de mujeres de La Giudecca, el Papa regresó en helicóptero al Vaticano.