La historia del puñal que se detuvo a unos pocos centímetros del corazón de San Pablo VI

Hace 50 años, el 27 de noviembre de 1970, el Papa Montini acababa de aterrizar en Manila y no tenía idea de lo que iba a ocurrir algunos minutos después

La historia del puñal que se detuvo a unos pocos centímetros del corazón de San Pablo VI

Redacción Religión Vatican News

Publicado el - Actualizado

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El 27 de noviembre de 1970, luego de haber descendido del avión en el que llegó al aeropuerto de Manila (Filipinas), el Papa San Pablo VI se salvó de morir acuchillado. Un ataque frustrado gracias a la pronta reacción de los colaboradores del Papa.

Tras bajar del avión, el Santo Padre fue saludado por distintas autoridades civiles y eclesiásticas, luego de lo cual un hombre vestido de sacerdote pudo llegar hasta donde se encontraba.

El hombre era el pintor boliviano Benjamín Mendoza y Amor que sufría de problemas mentales. Logró alcanzar al Papa con su cuchillo muy cerca de la yugular, hiriéndolo dos veces. Los que estaban alrededor pensaron que era un crucifijo y no un arma. Con un golpe hirió al Papa en el cuello, afortunadamente protegido por la rigidez del cuello clerical, y con otro en el pecho cerca del corazón.

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El testimonio del mismo San Pablo VI

El boliviano fue detenido inmediatamente después del ataque y fue perdonado por el Pontífice. El Arzobispo estadounidense Paul Marcinkus fue quien evitó que el hombre volviera a acuchillar al Papa. En agradecimiento a su valor y por haberlo salvado, San Pablo VI le obsequió al Prelado un cáliz que usó el 28 de noviembre de 1970 en una Misa de ordenación de varios sacerdotes. El cáliz se conserva actualmente en un seminario en Chicago (Estados Unidos).

Fue el propio Pablo VI, en la nota escrita el día del atentado, quien escribió: "Se subió al coche. Vi entonces en mi manga (¿a la izquierda?) unas pequeñísimas gotas de sangre, y me di cuenta de que una de mis manos debía haber tocado algo manchado de sangre, tal vez la mano del asaltante desconocido. Seguí sintiendo los golpes en mi pecho, pero nada más. Llegó a la catedral. Cuando me puse las vestiduras traté de lavar las huellas ensangrentadas de la mano, sin darme ninguna otra razón de lo que realmente había sucedido".

Después de la ceremonia, llegado a la nunciatura, el Papa puede finalmente ser visitado. Todavía es él que cuenta: "Pude desnudarme, y entonces me di cuenta de que la camisa empapada de sudor tenía una gran mancha de sangre en el pecho, debido a una pequeña herida, justo cerca de la región del corazón, superficial e indolora: la camisa había contenido la hemorragia, no abundante después de todo. Otra herida, aún más pequeña, casi un rasguño apareció, a la derecha, en la base del cuello".

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"Inmediatamente medicado por el cuidado del buen y muy profesional profesor Mario Fontana", continúa Pablo VI, "las dos heridas fueron cerradas y medicadas en los días siguientes, y pronto sanaron... Una pequeña aventura de viaje, un poco de ruido en el mundo (sabía que en Italia, a la llegada de la noticia, el Parlamento suspendió la sesión) y una gran gratitud a los que se interesaron por mí; pero sobre todo gracias al Señor que me quiso seguro y me concedió continuar el viaje".

El primer discurso en Filipinas

En su primer discurso en Filipinas, el Papa Pablo VI dijo que “el objeto de nuestra visita a Manila es de orden espiritual y apostólico. Nuestra felicidad será inmensa si con tal viaje los fieles católicos se reafirman en su fe para manifestarla de una manera sincera y coherente; si se estimulan en la búsqueda de esa fusión feliz de su patrimonio religioso con las nuevas exigencias de un mundo moderno”.

“Quisiéramos que se consolide su voluntad de vivir en buena armonía con todos, de promover el desarrollo social en nombre de la caridad de Cristo del cual ellos son testigos, de valorizar las virtudes cívicas de integridad, de desinterés, y de servicio, semejantes, para todos, ya que estas virtudes son la base de la prosperidad de los pueblos grandes, libres y unidos”, agregó el Papa santo.

En octubre de 2014, durante la ceremonia de beatificación de Pablo VI, se presentó en la Plaza de San Pedro un relicario con la camiseta ensangrentada que usó el Pontífice el día del atentado en 1970. El viaje del Papa Pablo VI a Filipinas se realizó en el marco de una larga gira que incluyó Irán, Pakistán, Filipinas, Samoa, Australia, Indonesia, Hong Kong y Sri Lanka.

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