El Papa en el Ángelus: "La ingratitud genera violencia y un simple gracias puede restablecer la paz"
Francisco ha reflexionado sobre el Evangelio de este domingo: "Preguntémonos si esa pequeña palabra, gracias, está presente en nuestras vidas"
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En una soleada Plaza San Pedro, el Papa Francisco ha rezado el Ángelus con los fieles presentes y ha reflexionado sobre el Evangelio de este domingo (Mt 21,33-43) que presenta una “parábola dramática con un final triste”, la de los viñadores homicidas. “El propietario de la viña hizo todo bien, con amor: trabajó con esfuerzo, plantó la viña, la rodeó con una cerca para protegerla, cavó un lugar y construyó una torre de vigilancia. Luego confío la viña a unos viñadores, arrendándoles su preciado y tratándolos de manera justa, para que estuviese bien cultivada y diese fruto”, ha explicado Francisco.
Con estas premisas, la vendimia debería haber concluido felizmente, en un clima de fiesta, con una justa compartición de la cosecha para la satisfacción de todos. Sin embargo, “en la mente de los viñadores se insinúan pensamientos ingratos y ávidos”.
Los viñadores “deberían estar agradecidos por todo lo que han recibido y por el modo en que han sido tratados. En cambio, la ingratitud alimenta la avidez, y crece en ellos un sentimiento progresivo de rebelión que los lleva a ver la realidad de manera distorsionada, a sentirse acreedores en vez de deudores del propietario que les había dado trabajo”.
Francisco ha subrayado que con esta parábola, Jesús “nos recuerda lo que sucede cuando el hombre se cree que se hace a sí mismo y se olvida de la gratitud, olvida la realidad fundamental de la vida: que el bien viene de la gracia de Dios, de su don gratuito”.
“Cuando uno olvida esto, termina por vivir la propia condición y el propio límite no ya con la alegría de sentirse amado y salvado, sino con la triste ilusión de no tener necesidad de amor ni de salvación. Uno ya no se deja querer, y se encuentra prisionero de su propia codicia, de la necesidad de tener más que los demás, de querer estar por encima de los demás”, ha afirmado el Papa tras el rezo del Ángelus.
A causa de estas incomprensiones, envidias, rencores, “se puede caer en el torbellino de la violencia”: “Sí, queridos hermanos y hermanas, ¡la ingratitud genera violencia, mientras que un simple “gracias” puede restablecer la paz!”.
Como también lo ha hecho en otras ocasiones, Francisco ha dejado algunas preguntas para los fieles que estaban en la Plaza San Pedro: “¿Me doy cuenta de que he recibido la vida como un don, y de que yo mismo, yo misma, soy un don? ¿Creo que todo comienza por la gracia del Señor? ¿Comprendo que soy beneficiario de ella sin méritos, que he sido amado y salvado gratuitamente? Y, sobre todo, ¿sé decir “gracias” como respuesta a la gracia? [...] preguntémonos si esa pequeña palabra, “gracias”, está presente en nuestras vidas”.