Sigüenza-Guadalajara abre Sínodo Diocesano
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COMIENZA EL SÍNODO DIOCESANO DE SIGÜENZA-GUADALAJARA
La celebración de convocatoria oficial del mismo es este domingo 2 de diciembre, a las 17 horas, con una misa en la catedral de Sigüenza, además en su Año Jubilar
Jesús de las Heras Muela
En rueda de prensa, para presentar el Jubileo extraordinario con motivo del 850 aniversario de la consagración de la Catedral de Sigüenza, el obispo de Sigüenza-Guadalajara, Atilano Rodríguez Martínez, anunció ya el pasado día 21 mayo, fiesta de Santa María Madre de la Iglesia, la convocatoria de un Sínodo Diocesano. Desde entonces, hace ya más de medio año, el Sínodo ha comenzado su camino a través de una continua difusión y sensibilización del mismo y ahora lo hace ya, con misa, de una manera más formal y oficial.
La celebración de convocatoria del Sínodo es una misa solemne en el crucero de la catedral de Sigüenza, a las 5 de la tarde del domingo 2 de diciembre, primer domingo de Adviento. Presidirá el obispo diocesano. Desde Guadalajara y desde otros lugares de la diócesis, se organizan viajes en autobús. Se espera a más de medio millar de personas. Para participar en los viajes a esta misa, hay que ponerse en contacto con la parroquia correspondiente. También se ha habilitado los siguientes correo electrónico y teléfono móvil con Whatsapp: secretariasinodo@siguenza-guadalajara.org y 637 13 30 15.
Precedentes históricos
Este Sínodo es el primero en setenta años, en 1948, y siendo obispo don Luis Alonso Muñoyerro; el primero, pues, y tras la reestructuración de los límites geográficos diocesanos, que desde 1955 coinciden exactamente con los de la provincia de Guadalajara; y el primero tras el Concilio Vaticano II y el vigente Código de Derecho Canónico, que actualizaron, potenciaron y dinamizaron la estructura de los sínodos dentro de la Iglesia.
Monseñor Luis Alonso Muñoyerro convocó oficialmente un sínodo el 11 de febrero de 1948, tres años y medio después de su llegada a la diócesis. El prelado fue el primer obispo diocesano desde que el 27 de julio de 1936 fuera martirizado, en el alba misma de la Guerra Civil, monseñor Eustaquio Nieto Martín. Durante los nueve siguientes años rigió la diócesis como vicario capitular el benemérito sacerdote Hilario Yaben Yaben. Debido a este largo periodo de sede vacante y a los graves sucesos vividos en la diócesis durante la Guerra Civil, Muñoyerro ya expresó su voluntad de convocar un sínodo más ser nombrado obispo de Sigüenza.
A tenor de la norma eclesiástica entonces vigente, el Código de Derecho Canónico de 1917, solo participaron en el aquel sínodo algunos sacerdotes diocesanos. Las asambleas sinodales fueron los días 6, 7 y 8 de julio de 1948, en la catedral de Sigüenza, templo que durante aquellos días pudo dispensar la indulgencia plenaria a los fieles que, con las debidas disposiciones, peregrinaran a la misma (un especie de precedente de los años o periodos jubilares, como el actual Año Jubilar de la Catedral, aunque sin ser de concesión pontificia).
El sínodo de hace 70 años puso al día las constituciones sinodales con las que la diócesis se regía desde 1655, convocada por el obispo Bartolomé Santos de Risoba, a fin de aplicar de manera más completa en la diócesis las disposiciones decretadas un siglo antes por el Concilio de Trento, el concilio surgido como respuesta a la reforma protestante. Don Bartolomé Santos de Risoba fue, en 1651, quien erigió el seminario diocesano de San Bartolomé, también como expresión del Concilio de Trento de que todas las diócesis procedieran a ello para garantizar una adecuada formación de los candidatos al sacerdocio. El sínodo de 1655 completó los trabajos del sínodo de mayo de 1609, convocado por el obispo fray Mateo de Burgos (el que mandó levantar el actual y espléndido retablo mayor de la catedral seguntina). Ambos sínodos, pues, buscaron adaptar la vida, gobierno y ministerio evangelizador de la diócesis a la letra y al espíritu del Concilio de Trento.
Muñoyerro, con su sínodo de 1948, pretendió actualizar las normativas diocesanas, a la luz del Código de Derecho Canónico de 1917, y hacer más fácil y eficaz el gobierno de la diócesis, ofreciendo los medios necesarios para el apostolado de los laicos y la santificación de todos los miembros de la Iglesia diocesana.
¿Qué es un Sínodo?
El Sínodo diocesano es una asamblea de sacerdotes y otros fieles de una diócesis, que prestan su ayuda al obispo para el bien de la comunidad diocesana. Es una institución muy antigua en la Iglesia. El Concilio Vaticano II, en 1965, a través del decreto para los obispos "Christus Dominus", en su número 36, declara que es deseo de los padres conciliares que "las venerables instituciones de los sínodos y de los concilios cobren nuevo vigor, para proveer mejor y con más eficacia al incremento de la fe y a la conservación de la disciplina en las diversas Iglesias, según los tiempos lo requieran".
El Código de Derecho Canónico, de 1983, lo regula en los cánones 460 al 468. Además la Santa Sede, mediante la Congregación para los Obispos y la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, promulgó el 19 de marzo de 1997 la Instrucción sobre los Sínodos Diocesanos. Se compone de un proemio que explica los motivos de la propia instrucción, una introducción sobre la naturaleza y finalidad del sínodo, la composición del mismo y todo lo relativo a su convocatoria y preparación, haciendo referencia a las personas que deben formar parte de la comisión preparatoria y al reglamento que regirá el sínodo y a las fases del mismo. Todo ello ha de precedido y acompañado de una preparación intensa de carácter espiritual, catequística e informativa, consulta a la diócesis y definición de las cuestiones. Además, explicita la legislación eclesiástica cómo se debe llevar a cabo el desarrollo del sínodo y cuál debe ser el proceso de la redacción final de las conclusiones del mismo, mediante decretos y declaraciones sinodales.
En el apéndice del texto citado, se expresan los temas a tratar en relación a los ámbitos pastorales que contiene el "triple munus" o ministerio episcopal de enseñar, santificar y regir.
Convocante y convocados
El obispo solo puede convocarlo después de oír al consejo presbiteral, siempre que se decida que las circunstancias lo aconsejan. En este caso, al finalizar la reunión de dicho consejo el pasado 17 de mayo para estudiar el Directorio de la Iniciación Cristiana en nuestra diócesis, tras valorar distintas circunstancias, don Atilano Rodríguez, creyendo oportuno convocarlo, pidió el consentimiento de los consejeros. El obispo cree que puede ser una ayuda para él y puede ser, además, un bien para toda la comunidad diocesana. Solo el obispo puede convocar el sínodo y presidirlo, aunque puede delegar esta función en el vicario general o en un vicario episcopal.
Han de ser convocados como miembros sinodales y tienen el deber de participar: el obispo coadjutor y los obispos auxiliares, si los hubiera (que no es el caso de nuestra diócesis); el vicario general, los vicarios episcopales y el vicario judicial; los canónigos de la iglesia catedral; los miembros del consejo presbiteral; fieles laicos y miembros de institutos de vida consagrada, a elección del consejo pastoral o del modo que determine el obispo; el rector del seminario mayor diocesano; los arciprestes; al menos un presbítero de cada arciprestazgo; algunos superiores de institutos religiosos y de sociedades de vida apostólica que tengan casa en la diócesis. El obispo puede invitar, como observadores, a algunos ministros o miembros de Iglesias o de comunidades eclesiales que no estén en comunión plena con la Iglesia católica.
Temáticas y etapas
Las cuestiones a abordar en el sínodo se someten a la libre discusión de los miembros en las sesiones, pero el obispo es el único legislador y los demás miembros sinodales tienen solo voto consultivo. Las declaraciones y decretos del sínodo pueden publicarse sólo en virtud de la autoridad del obispo, que las suscribe.
El Sínodo Diocesano es, por tanto, un órgano colegial eclesiológico, con el que el obispo diocesano pretende medir el pulso de la diócesis y proponer una novedosa forma de actuación en los distintos ámbitos de la pastoral, con impulso renovado y nuevos métodos, para favorecer una mayor vivencia de la fe y un mayor compromiso comunitario.
El proceso de un sínodo es largo, puesto que sus fases (normalmente, anuncio, misa de convocatoria, encuesta general, trabajos en grupos, fase celebrativa y sesiones de clausura) deben ser muy reflexivas, por lo que se augura un trabajo ininterrumpido que puede durar tres o cuatro años hasta que, terminadas las sesiones del sínodo, el obispo proceda a la redacción final de los decretos y declaraciones pertinentes.
Posible calendario
Tras el anuncio y primera sensibilización, la siguiente etapa del Sínodo diocesano se desarrolla en diciembre de 2018 con dos grandes acciones: la misa de convocatoria oficial y solemne, el domingo 2 de diciembre, en la catedral; y a lo largo del mes, la constitución del consejo sinodal, que elaborará el reglamento del sínodo. En febrero de 2019, se enviará la consulta o encuesta a todo el pueblo de Dios de la diócesis, y tres meses más tarde, será la recepción de la consulta y la inscripción de los distintos y sin duda numerosos grupos sinodales, integrados cada uno de ellos por unas 10-15 personas. En junio, próximo, se procederá a la designación de las ponencias sinodales y de sus responsables. Y en octubre de 2019 y durante todo 2020, será el tiempo para el trabajo de los grupos sinodales.
En enero de 201, se elaborarán las ponencias sinodales. La fase de la asamblea sinodal, con tantas sesiones como sean necesarias, tendrá lugar entre septiembre y diciembre de 2021. Y de enero a junio de 2022, la recepción de propuestas sinodales y programación de su aplicación, cuya promulgación es, como queda dicho, competencia del obispo.
El equipo de este Sínodo diocesano
El obispo de la diócesis, comunicó el sábado 6 de octubre, en el Encuentro del Pueblo de Dios, el equipo de personas que animarán y gestionarán, junto a él y al consejo episcopal, el Sínodo diocesano, cuya apertura solemne será en la tarde del domingo 2 de diciembre en la catedral de Sigüenza.
Así, Ángel Luis Toledano Ibarra ha sido designado secretario general del Sínodo. Igualmente, el obispo ha creado cinco comisiones de trabajo y ha nombrado a sus responsables o presidentes. Es de este modo: Ana Isabel Gil Valdeolivas, presidenta de la Comisión de Animación Pastoral; Pedro Moreno Magro, presidente de la Comisión Teológica; Juan José Calleja Plaza, presidente de la Comisión Jurídica; Raúl Pérez Sanz, presidente de la Comisión de Liturgia; y Alfonso Olmos Embid, presidente de la Comisión de Medios de Comunicación y Publicaciones.