La fisonomía de Jesús de Nazaret, por José Barros Guede

La fisonomía de Jesús de Nazaret, por José Barros Guede

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La fisonomía de Jesús de Nazaret, por José Barros Guede

Los humanos no tenemos la fisonomía real de Jesús de Nazaret porque su imagen pictórica o escultura estaba prohibido hacerla a los judíos y a otros pueblos de Oriente. De ahí, que en los tres primeros siglos, los cristianos le representan alegóricamente con los símbolos del pez, del cordero, de la espiga y la vid, y del buen pastor, que aparecen en las catacumbas romanas, en las tumbas cristianas y en los quicios de las puertas de las casas de los cristianos, los cuales servían para identificarlos en tiempo de las persecuciones romanas.

El 27 de octubre del año 313, una cruz luminosa con las palabras (hoc signum crucis vincis) le aparece en sueños al emperador Constantino para indicarle que con el signo de la cruz vencerá a Magencio que le disputaba el trono imperial romano. Al día siguiente le presenta la batalla derrotándole en el Puente Milvio. En recuerdo de esta importante vitoria, ordena e impone que la Cruz sea el signo de Jesús de Nazaret y de los cristianos.

En dicho siglo IV su madre, santa Elena, visita Palestina y descubre en Jerusalén la cruz en que Jesús de Nazaret fue crucificado. Manda edificar el templo de Santo Sepulcro en dicho lugar, que posteriormente sufrirá diversas e importantes modificaciones. Desde entonces, la cruz sola o la representación de Jesús de Nazaret crucificado con corona real hasta el siglo XII, y posteriormente, con corona de espinas, es su símbolo y la señal de los cristianos.

En los siglos IV y V, hubo entre los cristianos una gran discusión acerca de la fisonomía de Jesús de Nazaret. San Justino mártir dijo que era sin presencia ni belleza, san Ireneo, enclenque, san Clemente de Alejandría y Tertuliado, feo de rostro y carecía de hermosura, san Efrén, de estatura de 1, 35m, y san Gregorio de Nisa, san Juan Crisóstomo, san Ambrosio y san Agustín, que era un hombre hermoso.

Los artistas cristianos, en el siglo V, representan a Jesús de Nazaret con la imagen de un joven vigoroso e imberbe, pero a partir del siglo VI, con la imagen de un hombre maduro, de rostro huesudo, nariz larga, ojos profundos, cuyos cabellos caían sobre la frente y sobre los hombros y con barba oscura y rizada separada en dos puntas.

En el siglo XII, aparece la leyenda de la Santa Faz, que pinta a Jesús de Nazaret sobre lienzo y es atribuida a san Lucas por encargo misterioso de los apóstoles. Tiene una gran difusión por toda Europa e inspirará a muchos artistas en sus cuadros y tallas en este siglo y en los siglos posteriores. A finales del siglo XIII, surge la leyenda de la Verónica, traída a Occidente por los cruzados, la cual pinta a Jesús de Nazaret con rasgos típicos orientales e inspira también a muchos artistas de este siglo y de los siglos posteriores.

Ambas leyendas causarán gran impacto en Europa, sobre todo, en Italia, conservando sus relatos en las catedrales y templos. Junto a ellas, nace la leyenda del rey de Edesa en la Edad Media, que describe a Jesús de Nazaret con barba rojiza. Tuvo gran difusión en Rusia, conservándose en la catedral ortodoxa de la Asunción de Moscú.

En siglos XV, XVI y XVII, los artistas renacentistas inspirados en dichas leyendas y tradiciones crean imágenes nuevas de Jesús de Nazaret en Occidente con un cuerpo atlético, casi perfecto. Concretamente, en España, los artistas flamencos le representan en toda su majestad, despertando gran interés y pasión en el público, y los artistas florentinos y venecianos le representan más humano consiguiendo introducir su imagen poco a poco en la piedad popular, como lo muestran las tallas y las pinturas de las catedrales, templos, monasterios, parroquias y conventos.

El estilo barroco las elevará hasta el éxtasis y el desgarro en los pasos de la Semana Santa española.

José Barros Guede

A Coruña, 25 de febrero del 2015