La misericordia, por José-Román Flecha Andrés en "Diario de León" (28-9-2013)
Madrid - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
La misericordia, por José-Román Flecha Andrés en "Diario de León" (28-9-2013)
En una de las primeras intervenciones de su pontificado, el Papa Francisco citó con elogio un libro que le había regalado el cardenal Walter Kasper. Ese libro ha sido traducido al español con el título "La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana".
La misericordia es un tema siempre actual, pero un tanto olvidado en esta hora marcada por la autosuficiencia y el individualismo. De todas formas, parece llamado a una nueva vigencia en la doctrina de los últimos papas. Pero también en el mundo secular, donde a veces se confunde con la empatía y la compasión.
En la historia de todas las religiones se pueden encontrar puntos comunes de referencia a la misericordia, que, a fin de cuentas, constituye la base de la llamada regla de oro de todos los sistemas morales.
Las escrituras bíblicas nos recuerdan que tanto la creación inicial como la revelación del nombre de Dios y su decisión de liberar a Israel son manifestaciones de su misericordia. Como se sabe, la misericordia y la fidelidad son los dos grandes atributos de Dios. El muestra su misericordia especialmente con relación a los pobres y los abandonados.
Como sabemos, Jesús se presenta como el mensajero de la misericordia de Dios. Basta recordar sus parábolas más conocidas. Él proclama bienaventurados a los misericordiosos. Y su propia misericordia es fuente de salvación y de vida para todos los que creen en él.
Así pues, la reflexión sobre la virtud de la misericordia es importante para la vida espiritual de los creyentes, para la accion de toda la Iglesia y aun para la promoción de una sociedad más justa y solidaria.
A la luz de la fe cristiana, se comprende que la misericordia es la propiedad fundamental de Dios y el verdadero espejo de la Trinidad. Es en el corazón compasivo de Jesús donde escubrimos la voluntad salvadora de Dios y su misericordia para con todos los que sufren.
En consecuencia con esta creencia, se puede afirmar que la Iglesia es el sacramento del amor y de la misericordia de Dios. De ahí que sea enviada para predicar la misericordia de Dios, para celebrarla en el sacramento de la reconciliación y para dar testimonio de ella con su acercamiento a todos los que sufren.
En un mundo individualista e insolidario, la Iglesia está llamada a contribuir a crear una verdadera cultura de la misericordia. Promoviendo la justicia y las obras de misericordia, también en el ámbito político y social, ella ha de hacer presente y creíble a Dios, mientras invoca a María, diciendo: "Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos".
Bien sabemos que, al hablar de la Iglesia, muchos piensan sólo en la jerarquía. Pero cada uno de los cristianos necesitamos implorar la misericordia de Dios y tratar con misericordia a nuestros hermanos. Así lo recuerda la parábola del siervo al que su amo perdonó una enorme deuda, mientras qué el no quiso perdonar unas monedas a su compañero.
José-Román Flecha Andrés