Antonio Mata, cuando la calidez y la calidad se mezclan en perfecta armonía

Antonio Mata, la madurez de un músico de Dios

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Nico Montero

Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Antonio Mata ha sido para mí un descubrimiento en toda regla. Hace cuatro años nos regaló su primer trabajo discográfico, y en él dejó el sello inequívoco de su calidad como músico y el regalo de una voz llena de calidez, capaz de transportarte de forma coherente a las atmosferas que sabe crear con sus temas.

En el se concentra la solidez de una vocación que se ha ido asentando a lo largo de años y que ha sabido dar sus frutos en un momento personal de madrurez, que convierte su ministerio en un servicio muy consciente y meditado.

En el actual panorama de la música católica contemporánea, es muy bueno y necesario empujar a las jóvenes promesas que se abren camino, pero sin descuidar y poner en valor la experiencia y el buen hacer de quienes, como Antonio Mata, son esa mezcla fantástica e inspiradora de novedad y madurez, a la vez. Sigamos a Antonio y estemos atentos a sus nuevos trabajos y producciones.

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Antonio Mata se presenta

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Mi nombre completo es Antonio José Mata Mesa, pero se me conoce simplemente como Antonio Mata. Tengo 57 años. Soy español, nacido en Madrid, en el seno de una familia de clase media. Soy el mayor de cuatro hermanos, y mis padres me dieron una educación cristiana como era de esperar en la España de los años 60 y 70.

Estoy casado desde hace 25 años con mi mujer, Nieves, tras un noviazgo de casi ocho años, los años de estudiar la carrera de Arquitectura y de encontrar un primer trabajo que nos permitiese iniciar nuestro proyecto de vida en común. De nuestro matrimonio nacieron cinco hijos, y perdimos dos más en sendos abortos espontáneos. La mayor, María, tiene 25 años y vive en Londres. Siguen Jaime, con 23, Pablo, de 20, Carmen, con 18 y Teresa con 15 años. Vivimos en Boadilla del Monte, un pueblo de las afueras de Madrid.

Durante mi adolescencia, mis padres me facilitaron todo lo posible mi acercamiento a las bellas artes, especialmente a la pintura y a la música. Tuve buenos profesores de música en el colegio, y la oportunidad de asistir, durante un año, a clases extraescolares de órgano electrónico, oferta educativa poco común en aquella época. Mis padres compraron un órgano marca farfisa, que estuvo en mi casa hasta que me casé, y con el que pasaba largos ratos intentando reproducir mis canciones favoritas.

Siempre lo hacía a escondidas, ya que me daba mucha vergüenza que alguien pudiera escucharme. Cuando Nieves y yo nos casamos, dejé por completo la música. No tenía teclado, y en casa siempre había otras prioridades antes que gastar dinero en un instrumento musical. Solo tras 13 años de matrimonio, después de una mejora temporal en nuestra situación económica, me animé a darme el capricho de comprar un teclado para volver a practicar. ¡Nieves pensó que me había vuelto loco! Ella no tenía ni idea de que yo tocaba. Nunca surgió en nuestras conversaciones durante el noviazgo, y no tenía sentido plantearlo una vez casados sin disponer de un instrumento en casa.

Pero este momento había estado preparado por Dios de una manera muy especial. Mi regreso a la música formaba parte de un plan que no era mío, un plan en el que yo era un instrumento más. Durante mi juventud, mi fe se había vuelto tibia hasta prácticamente diluirse. Pero una vez casados, y con dos hijos en el mundo, Nieves y yo experimentamos un proceso de conversión que cambió nuestras vidas. Tras recuperar la fe, recuperé también la música. Pronto me incorporé al coro parroquial, que disponía de un teclado digital, para acompañar con la voz y el teclado la música de laliturgia dominical. Al poco tiempo empecé a sentir la llamada a escribir canciones. En un principio sin una intención de divulgarlas.

Más bien como un mero divertimento, o como una catarsis, o como ambas cosas. Expresaba en ellas mi vivencia personal de la fe. Nunca fueron escritas con el objetivo claro de evangelizar, sino como una manera de poner letra y música a mi propia experiencia de relación con Dios. Una experiencia personal e intima. Fue por eso que tarde mucho en compartir esas canciones con otras personas. Llegó un momento en que superé timideces absurdas (que no son más que soberbia disfrazada) y compartí con otros esas canciones, solo para descubrir que aquellas experiencias de fe que contaban, y que yo consideraba tan personales e intransferibles, eran comunes a muchísimas personas.

Supe entonces que no podía, no debía, enterrar el talento que había recibido, que debía ponerlo a trabajar en conquistar corazones para Cristo. Es cierto, por mi edad, que me incorporo a trabajar en la viña al final de la jornada, y que miro con admiración y envidia sana a quienes han emprendido este camino más jóvenes que yo. El privilegio no empezar a trabajar tarde, cobrando lo mismo que los que han madrugado. El privilegio es poder trabajar en la viña del Señor desde el principio del día. Pero es cierto también que esta circunstancia impregna de urgencia mi deseo de apostolado.

Como decía Picasso ”Cuando alguien me dice que soy mayor para hacer algo, me pongo a hacerlo cuanto antes”. Los Encuentros de Músicos organizados por la Conferencia Episcopal fueron determinantes en mi discernimiento sobre qué debía hacer con los talentos recibidos. Pude conocer a otras personas embarcadas desde hacía tiempo en esta aventura. Gente extraordinaria que me acompañó y me ayudo, en mis primeros pasos, y con quienes me sentí acogido desde el primer momento.

Por eso me he puesto en camino. Desde hace unos años trabajo con tesón en esta forma de evangelizar. He tenido la oportunidad de colaborar con grupos como La Voz del Desierto, y acompañar a artistas como Marcelo Olima, Matina o Unai Quirós, entre otros. Mi primer trabajo discográfico, “Ya no puedo callar” vió la luz en 2018.

En él presento diez canciones que hablan de mi vivencia de la fe, de mi relación con Dios, y de las maravillosa obra de sus manos de la que he sido testigo a lo largo de los años. Mis compañeros en esta andadura me hicieron el regalo de concederle el premio SPERA al major album pop en 2018. Fue una gran oportunidad para dar a conocer, no solo mi música, sino la de todos los que nos esforzamos en conquistar corazones para Dios con nuestra voz y nuestros instrumentos.

SÍGUE A ANTONIO EN LAS REDES

Su trabajo musical se puede encontrar en distintas plataformas de streaming, como Spotify , en su canal de Youtube: https://www.youtube.com/channel/UC4CNG5yMJwIlI_5vsAPJjag y en tiendas digitales, como Apple Music o Amazon.

También podéis saber algo más de su música en www.antoniomatamusic.es

y en su página de Facebook: https://www.facebook.com/antonio.matamesa

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