La oración del día: San Juan de Ribera
Religioso, patriarca latino de Antioquía y hombre de estado español. Fue beatificado en 1796 y canonizado por el papa Juan XXIII en 1960
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Hoy nos introducimos con la celebración de San Juan de la Ribera, artífice de unidad y armonía. Nace en Sevilla y es hijo de Don Pedro Afán Enríquez, duque de Alcalá. Su madre, Doña Teresa de los Pinelos, morirá muy pronto, dejando al hijo un ambiente familiar rodeado del mayor espíritu de caridad y atención a los pobres.
Además de todo esto posee un gran espíritu de aprendizaje. De hecho, estudia en la Universidad de Salamanca, bebiendo de los teólogos que han contribuido con su pensamiento a la Contrarreforma desde el Concilio de Trento, a razíz de la Reforma Protestante. El Papa Pío IV le nombra Obispo de Badajoz a una edad muy prematura, cuando aún no ha cumplido los treinta años.
Entre sus tareas, destaca el envío de varios predicadores con San Juan de Ávila, siguiendo el espíritu tridentino para revitalizar la Comunidad Eclesial. Pero como hay que predicar con el ejemplo, sus sermones contagian de entusiasmo a cuantos le oyen, administrando los Sacramentos a los fieles.
Precisamente, uno de los momentos más destacados de su apostolado es cuando se sienta a confesar a las almas. También cultiva mucho su faceta penitencial, acostándose sobre sarmientos y cuida de la dimensión caritativa, repartiendo cuanto tiene entre todos los pobres más necesitados. Posteriormente es destinado a Valencia donde ahonda en esa misma tónica. El rey Felipe III nombra a San Juan de Ribera Virrey de Valencia y él, por su parte, fundará el Seminario Corpus Christi, muriendo en él, el año 1611.
Oración
Patriarca san Juan de Ribera, lumbrera para toda España: Necesitamos hombres y mujeres creyentes y polifacéticos como tú, que en situaciones difíciles como la actual, orienten al pueblo cristiano por los caminos que nos llevan a la verdadera fe sin olvidar nuestra condición de que somos caminantes aún en este mundo, y por lo tanto hay que solucionar los problemas terrenos.
Tú fuiste un loco de la Eucaristía y sabías claramente que para obrar en la voluntad de Dios hay que vivir en su presencia, y todavía más si se tienen cargos de responsabilidad y relevancia en los distintos ámbitos de la vida y de la sociedad.
Haznos amar la Eucaristía que es el amor a la santa presencia del Señor entre nosotros, que es reconocer que Él se hace presente entre nosotros cuando pronunciamos las palabras consagratorias.
Si Dios está aquí –en el Sagrario-- está ahora entre nosotros, lo hemos de hacer presente en nuestras vidas, y en nuestra comunidad, en nuestras calles y plazas. Enséñanos a llevar la fe a nuestros hermanos como la llevaste tú y a anunciar el Evangelio como lo anunciaste tú.
Enséñanos a hacer vida las bienaventuranzas. Enséñanos a vivir la fidelidad y la entrega, la dedicación a la oración y a la configuración de nuestra vida con Cristo.
Que vivamos un amor incondicional, una gran misericordia, una acogida total del otro, y una paciencia sin límites. Enséñanos a gozar de la compañía de Jesús Eucaristía y a transfigurarnos para ser imagen suya viviendo por y para los demás.
Que no desdeñemos estar cerca de los hombres que en ellos descubramos siempre ternura y generosidad comprensión y la viva imagen de Cristo el Señor.
Amén.