Santa Marcelina, hermana de San Ambrosio
Madrid - Publicado el
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Todos recibimos la Fe heredada de los Apóstoles y que nuestros antepasados nos han dejado en herencia y que nosotros nos gloriamos de profesar. Hoy celebramos a Santa Marcelina de Milán, que tuvo como objetivo dar lo mejor de ella, que era el amor al Dios que tocó el corazón en su ámbito familiar. Es hermana de San Ambrosio y nace en Tréveris (Alemania) en el siglo IV. Probablemente es mayor que su hermano, por lo que se dedica a cuidarle con una educación íntegra en el aspecto espiritual y humano.
De padre abogado, todos son conscientes de la importante tarea administrativa y jurídica del patriarca en el hogar. En su ciudad natal es Gobernador de Las Galias. Más tarde, toda la familia va a Roma cuando es trasladado como Prefecto de la gran Urbe. Marcelina, imbuida de un profundo amor a Cristo, busca un camino de perfección apartado del mundanal ruido. Por eso, recibe el velo de consagrada del Papa Liberio en la Epifanía del año 353, en la Basílica de San Pedro.
El Pontífice le animó a seguir en la senda de la perfección. Para ello debe seguir una imitación muy especial de Cristo desde la dulzura, recogimiento y penitencia con un gran respeto por la Santa madre Iglesia. A ella dedicará San Ambrosio su “Tratado sobre la virginidad”, dando un paso más a las palabras del Pontífice. Esta obra supuso que el Santo Pastor tuviese más fluidas las conversaciones con aquellas consagradas en su territorio.
Dedicada al ayuno y la oración, en los últimos tiempos profundizó más en leer la Sagrada Escritura con los Salmos, la oración en Getsemaní y el Credo. Cuando muere la madre va a una casa más austera viviendo con otra consagrada. Se desconoce el momento de la muerte de Santa Marcelina, aunque probablemente fue después que su hermano. San Ambrosio decía de ella que “su santa hermana, admirable por su inocencia, su rectitud y su bondad con el prójimo”.