Santoral: San Eustasio, impulsor de la Regla de San Benito

La Cuaresma marca los cuarenta días en un itinerario de silencio y oración contemplativa, unidos al ayuno y la misericordia. Esta es la ruta que se sigue habitualmente por muchos ermitaños cuando quieren imitar a Cristo Humilde, pbre, desprendido y orante con el Padre en todos los momentos de la vida. Hoy recordamos, en el marco del V Domingo del Tiempo de Pascua, a San Eustasio de Luxeüil. 

Nace en Borgoña a finales del siglo VI. Su vida transcurre en el reinado del monarca Clotario I, el hijo menor de Clodoveo. La familia que tiene es eclesiástica, ya que su tío es Miguet, el obispo de Langres. Como siempre, ha de haber un guía y mentor espiritual del que se aprenden buenas costumbres y consejos para avanzar por la vida. 

En este caso se cuenta con la ayuda de San Columbano. De este monje, que fue abad, Eustasio aprendió mucho para llevar el silencio, la oración y la obediencia, incluso en tiempos de dificultad. De hecho cuando el mento de Eustasio fue desterrado, él mismo le acompaño en su destierro. Hubo un punto en el que las cosas cambiaron y el discípulo volvió para asumir el papel de abad. Se había intentado que volviese Columbano, pero todo intento resultó imposible. 

Entonces el buen Eustasio evangelizó a pueblos paganos y cuando retornó a la Abadía comprobó que debía hacer reformas, ya que uno de los monjes de nombre Agrestio quería seguir con las ideas de Justiniano, de meterse injustificadamente el Emperador en temas religiosos del Monasterio. Para lograr fortalecer la vida monástica actualizó en la medida de sus posibilidades la Regla de San Benito. Con fama de obrador de milagros, muere hacia el año 629.