La Transfiguración del Señor, la Gloria Futura

Varias son las Fiestas del Señor dentro del Año Litúrgico. Hoy, XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, celebramos La Transfiguración del Señor. Al coincidir en domingo no es Fiesta sino que cobra la categoría de Solemnidad, celebrándose su Misa propia y no la del domingo que correspondía. Son los Evangelistas quienes nos cuentan cómo Cristo, después de haber anunciado a los discípulos su Pasión y Resurrección, se lleva a Pedro, Santiago y Juan a la montaña.

El hecho es que se anuncio les había dejado hundidos y Él tenía que levantarles el ánimo. Mientras oran sus vestidos y su aspecto se vuelve de un Blanco deslumbrador como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Al mismo tiempo, se le aparecen dos hombres conversando. Se trata de Moisés, el mediador de la Antigua Alianza, y Elías, el Profeta que exhorta al pueblo a volver al Señor, que habían abandonado por los ídolos.

Ambos hablan de su Muerte que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y los otros dos hermanos que se caían de sueño, se espabilan ante el resplandor ¡Maestro, qué bien se está aquí! ¡Vamos a hacer tres chozas: Una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías! Finalmente se les aparece una nube que les cubre con su sombra: “Este es mi Hijo, mi Predilecto. Escuchadle”. Por último, vuelven a ver al Maestro sólo después de la Voz de la Nube, y Éste les pide que no cuenten a nadie la Visión que les ha mostrado.

Según la tradición, se fijó la fecha este día porque era la Dedicación de la Basílica levantada en El Tabor con motivo de este momento. También se cuenta que la Muerte en Cruz fue cuarenta días después de transfigurarse el Señor. Por eso ahora transcurre también el mismo número de días entre el 6 de agosto y el 14 de septiembre, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz. En 1457 se celebró en Occidente y el Papa Calixto III extendió la Transfiguración derl Señor a todo el orbe.