Mons. Gänswein, secretario personal de Benedicto XVI: "Le faltan las fuerzas, pero su cabeza está muy lúcida"

En 'TRECE en salida Crónica de Roma' el Prefecto de la Casa Pontificia ha analizado el estado actual de la Iglesia y su importancia como fuerza civilizadora en el ámbito cultural

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Redacción TRECE

Publicado el - Actualizado

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El programa de TRECE en salida, Crónica de Roma, ha contado esta noche con la participación del secretario personal del papa emérito Benedicto XVI y prefecto de la Casa Pontificia, Mons. Georg Gänswein.

El hombre de confianza de Benedicto XVI ha presentado, en el programa dirigido por Irene Pozo y entrevistado por Álvaro de Juana, su libro “Cómo la Iglesia católica puede restaurar nuestra cultura”, una serie de observaciones sobre el estado de la Iglesia y su importancia como fuerza civilizadora en el ámbito cultural, la única institución, según Gänswein, que es capaz de hacer frente al totalitarismo cultural que vive Occidente.

Georg Gänswein es una de las figuras más destacadas de la Iglesia católica y comparte su día a día con Benedicto XVI. Gänswein ha hecho partícipe a la audiencia de la aportación del pontificado del papa emérito en el ámbito cultural, y ha compartido con los espectadores cómo se encuentra en la actualidad Benedicto XVI pocos días después de haber cumplido 94 años.

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R. De nada.

R. Esta es una pregunta muy muy amplia porque la pregunta conlleva muchas realidades diferentes. La cultura es algo importante para la Iglesia, para la fe porque la fide, la fe, es la raíz de la cultura. Es decir, esta importante relación entre ‘cultus’ y cultura. El ‘cultus’ quiere decir la vida de la fe, la vida aplicada, la vida practicada de la fe produce el ‘cultus’ y el ‘cultus’ guía la vida de un católico. Y del ‘cultus’ han nacido casi todas las disciplinas de la cultura. Y por ello es importante siempre tener en cuenta la raíz.

Si no existen las raíces o no son mantenidas y alimentadas las raíces, no habrá más frutos, lo que quiere decir que no existirá más una cultura adecuada, una cultura que puede nutrir al hombre, puede nutrir el alma y puede nutrir el corazón. Y por ello es importante que la Iglesia católica con su gran experiencia de ‘cultus’ y de cultura no se retire, sino que se presente y ofrezca este gran tesoro a todos los fieles, pero también a todo el mundo o, en una palabra, a toda la humanidad.

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R. No siempre es fácil hacer o dar un juicio sobre la situación de la cultura en distintos países. Debo confesar que no conozco bien la situación cultural en España. Tengo muchos amigos españoles aquí en Roma y hablamos a menudo. Estoy un poco informado, pero no del todo. Respecto a la pregunta de la autocrítica siempre es importante que la Iglesia no acuse. Que la Iglesia vea la posibilidad de ofrecer su contribución en cada país. Porque la Iglesia es una Iglesia universal, la Iglesia no es una Iglesia nacional o tiene un aspecto solamente regional.

Al mismo tiempo, la Iglesia debe dar la respuesta justa, en el lugar justo y también con las palabras justas. Si es necesaria una autocrítica podemos hablar, al menos, de un examen de conciencia. La Iglesia debe preguntarse si ha tenido la valentía misma de defender su gran tradición de la cultura. Si se piensa en todas las disciplinas de la cultura - la música, la poesía, la pintura, la arquitectura - son realidades que no se pueden imaginar sin la influencia de la Iglesia católica. Desde hace siglos hasta hoy. Por desgracia hoy parece que esta influencia ha disminuido mucho o se ha reducido mucho. Pero no debemos dejarnos abatir.

Debemos tener el valor de hacer escuchar nuestra voz, de contribuir a aquello que podemos contribuir y repito, esto no es solamente una lucha interna. Esta es una contribución para toda la humanidad, porque la cultura nos concierne a todos y no es solamente un aspecto de la fe, sino un don de la fe para todos aquellos que creen, para los fieles, pero también para todos aquellos que actualmente tienen dificultades con la fe o con la Iglesia. Es importante que la Iglesia no se detenga, que la Iglesia continúe con la cultura, con todo aquello que la cultura ha producido en los últimos siglos, y la ofrezca a la humanidad.

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R. Esto no es solamente justo, sino que es justísimo. No quisiera empezar con el Papa Benedicto como Papa, cuando Joseph Ratzinger era el Papa Benedicto XVI, sino con su pensamiento teológico, que ha desarrollado desde joven, como profesor en varias universidades. Después ha continuado y profundizado en su pensamiento como arzobispo de Múnich y Frisinga, como Prefecto de Doctrina de la Fe y también después como Papa Benedicto XVI. Hay un hilo conductor, como decir… como un ‘cantus firmus’ durante toda su vida como teólogo, como obispo, como cardenal y como Papa. Porque él ha entendido que la cultura es realmente un fruto, un fruto importante de la ‘fide’ en todas sus variaciones. Y estos frutos son frutos que pertenecen a todos, a toda la humanidad.

Y lo que ha producido el Atrio de los Gentiles es precisamente un fruto del… pontificado, de su pontificado. Respecto a toda su producción teológica, estamos haciendo actualmente la edición de las ‘Opera Omnia’. Observamos que en este ámbito es alguien que se ha esforzado mucho a través de conferencias, a través de escritos, también a través de predicaciones… Y en este campo ha hecho realmente mucho, mucho bien a todos aquellos que lo escuchan y prestan atención a sus escritos y también a su palabra.

Y para él mismo ha sido realmente una fuente de gran interés, pero también de gran importancia, para hacer entender al mundo que, sin la contribución de la Iglesia, la cultura, nuestra cultura, no sería posible, no existiría porque la cultura, repito, es un fruto de la ‘fide’. Es un hijo o hija de la ‘fide’, la fe, hasta nuestros días. Y darse cuenta de esto, e incluso acordarse de esto, y de nutrirse de esto era y es uno de sus intereses y de su... como decir... de aquello que tenía mucho, mucho en su corazón para todos los hombres. Algo que le importaba mucho que llegara a todas las personas.

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R. La Iglesia ha encontrado… durante toda su existencia siempre obstáculos en cuanto a la cuestión de la cultura. Pero es importante no dejarse obstaculizar por estas dificultades, sino superarlas. Porque es absolutamente normal que haya problemas. Es importante mirar más allá, más allá del momento, mirar más allá del día a día. Y aquí hoy, cada día, este totalitarismo, no se puede denominar cultural, sino que es un totalitarismo general que abarca también la cultura. Y aquí no debemos dejarnos intimidar. Por desgracia es tan así que las voces fuertes, muchas voces hoy, hablan más alto pero dicen poco.

Y también aquí la Iglesia debería tener el valor de mezclarse, de no retirarse por miedo o por pensar que no somos más, entre comillas, modernos y no podemos ofrecer una aportación… no, nada más lejos. La Iglesia puede ofrecer una contribución, puede ser de gran ayuda para muchas personas desorientadas, también incluso en esta situación de la pandemia. Es importante que la Iglesia en este asunto del totalitarismo no se deje intimidar, sino que anuncie su mensaje de la salvación, su gran mensaje que sirvió ayer, sirve hoy y servirá también mañana.

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R. Muchas gracias por la pregunta. Usted sabe qué hace 10 días el Papa Benedicto ha cumplido 94 años. Con 94 años una persona ya no es joven. Pero gracias a Dios su salud física y psíquica es muy buena. Claro… es un hombre que físicamente está muy débil. Le faltan las fuerzas físicas, pero que gracias a Dios su cabeza está lucidísima. Esto es importante.

Y después, por desgracia tal es así que también su voz se ha vuelto muy, muy débil. Es decir, le faltan las fuerzas, pero esto es un proceso fisiológico que involucra a una persona que una vez fue el Papa. Pero está de buen humor y si a vosotros os parece bien le llevo con mucho gusto vuestros saludos.

R. ‘Gracias muchas a vosotros

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