¿Cómo se fabrican las velas de cera?: visitamos una cerería con 130 años de historia

La Cerería Ortega es el único establecimiento de Madrid que continúa fabricando cirios a mano y los envía a iglesias de toda España

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Entre sus muros se respira un olor único. Es el primer estímulo que activa los sentidos cuando uno entra en la Cerería Ortega, un pequeño comercio familiar ubicado en el centro de Madrid (Calle Toledo, 43) dedicado a la fabricación artesana de velas. Es el último establecimiento de este tipo que sobrevive en la capital, y abre sus puertas al programa de TRECE ‘Ecclesia’ (domingos a las 13 h) para conocerlo todo sobre los cirios y las velas: elementos indispensables en la liturgia.

La cerería permanece a esta familia desde 1893. “La cogió o heredó el abuelo de mi marido, y a partir de ahí hemos seguido todos con ella. Actualmente somos la cuarta generación”. Silvia Misena, dueña y gerente del comercio, explica que antes había una tienda de velas junto a cada parroquia. La fabricación industrial, el uso de velas eléctricas o de parafina líquida, han cambiado por completo el consumo de estos productos. “Nosotros seguimos fabricando exactamente lo mismo que fabricaban hace 129 años: Velas a noque, de campanilla, rizadas o cerillos”, ha señalado ante las cámaras de TRECE. Todo ello junto a productos que han modernizado.

El proceso de fabricación de la vela comienza con la mecha. Hechas de algodón, su longitud determina el tamaño del cirio. Atadas a un contrapeso que las mantiene tensas, sumergen las cuerdas en el noque, el recipiente que contiene la cera líquida y caliente. Capa a capa, la vela se adhiere a la mecha hasta adquirir el grosos deseado. Con esta técnica pueden fabricar de media unas 120 velas diarias, que luego serán encendidas en hogares, restaurantes, templos o en las procesiones de Semana Santa.

Entre los productos que elaboran a mano, triunfan las velas personalizadas que se regalan en bautizos, bodas, comuniones o por cumpleaños, adornadas al gusto y hasta con calcomanías. También destacan las miniaturas de los pasos procesionales, aunque no sean de cera: Jesús de Medinaceli, el Cristo de la Buena Muerte o San Isidro Labrador, que relucen en las estanterías junto a velas con la forma de la Virgen del Rocío, u otras elaboradas con cera pura de abeja. No obstante, los diseños que mejor entran por los ojos son aquellos que van barnizados. Nazarenos y santos brillan junto a las velas de los candelabros, y otras llenas de color para los niños. Sin dejar a un lado que, por supuesto, la función de la vela es dar luz y consumirse.

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