'Solidarios por un bien comun' muestra el trabajo de la Iglesia con las personas sin hogar

El programa sociorreligioso de TRECE muestra el gran trabajo de la Iglesia detrás de cada una de las persona sin hogar

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Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

8 min lectura

El número de personas sin hogar es un fenómeno que va en aumento y durante esta crisis del coronavirus la situación se ha empeorado. Se estima que en España hay cerca de 40.000 personas viviendo en la calle. Aunque no son mayoría, las mujeres son el colectivo más vulnerable, más de 50% sufre violencia de todo tipo. Pero la calle no es peligrosa para las mujeres, también lo es para los hombres. Vulneración de derechos, invisibilidad, sufrimiento, inseguridad o agresiones son solo algunos de los problemas a los que se enfrentan. Una labor que TRECE ha abordado en el cuarto episodio de “Solidarios por un bien común”. Un programa que nos hace ver cómo la Iglesia está detrás de los invisibles, de las personas que muchas veces son olvidadas por la sociedad.

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Proyecto Cedia Mujer

A través de más de 9000 centros asistenciales la Iglesia ayuda a las personas sin hogar e intenta que salgan de esta situación. Solo en Madrid hay cerca de 2800 personas sin hogar. En el distrito del Retiro en Madrid se encuentra Cedia Mujer, un proyecto de ayuda para las mujeres que se encuentran en situación de sin hogar.

Rebeca Martínez es la responsable del Centro de Información y Acogida Cedia 24h y de Cedia Mujer, un recurso para mujeres en situación de calle de Cáritas Madrid. Este servicio se informa a través de la red de personas sin hogar donde aparece Cedia 24h y Cedia Mujer. Rebeca nos explica que “este proyecto ofrece el servicio de cena y desayuno porque nosotros solo abrimos por la noche, y luego el resto del día cada mujer tiene su ocupación, o si no, tiene la posibilidad de venir a Cedia 24h”.

Lo que sorprende es que la mayoría son mujeres muy jóvenes, y Rebeca confirma a TRECE que “el perfil de mujeres está cambiando mucho últimamente, la media puede ser de 40 años, incluso hay chicas jóvenes que ya se han ido, pero tenían 22 o 23 años”. Hay varios perfiles de mujeres que aparecen en Cedia: “Hay mujeres españolas que no tienen buena relación con su familia, y entonces no tienen red de apoyo, y vienen aquí en Cedia, o también tenemos solicitantes de asilo. Este último año ha despuntado mucho las mujeres con solicitud de asilo y refugio, y luego tenemos a mujeres que pierden su trabajo, y con el alquiler que está carísimo y no pueden pagar una habitación aquí en Madrid pues vienen aquí donde encuentran un sitio donde dormir”.

Lo que buscaban era crear era un hogar donde podían volver a sentirse en familia: “Algunas mujeres sufrían abusos, no se encontraban a gusto y ellas nos pedían, como Iglesia y también como entidades, que las apoyáramos en esto y que creáramos un espacio solo para ellas, donde durante el día lo pasan conjuntamente con otras personas, y luego por la noche que pudieran descansar y estar tranquilas que no les va a pasar nada”. Sobre el ser mujer y estar en la calle, Rebeca lo tiene claro: "Es muy duro, es una situación muy vulnerable y están expuestas a muchos más peligros que los hombres”.

Marta es una mujer colombiana que lleva con Cedia 24h más de un mes y nos cuenta un poco su historia: “Mi esposo es de Venezuela y el se vino aquí hace un año y me recomendaron este sitio para estar. Mi marido duerme en San Juan de Dios, trabaja los fines de semana, y cuando tiene descanso buscamos trabajo para mí, vemos unas amigas y por la noche nos despedimos”. Sobre la vida en Cedia nos dice que “siente un calor humano, todas las mujeres son muy lindas, muy amables, si no hubiera encontrado Cedia igual estaría de vuelta para mi país”.

Sara y Raquel, voluntarias del proyecto Cedia 24h, nos cuentan que intentan "que esto se mantenga en pie". Intentan "que ellas tengan su cena preparada, el desayuno, el tema de las duchas, y luego intentar hacer vida de hogar: ver alguna peli, que nos cuenten sus historias, que aquí se sientan como en familia”. Raquel nos cuenta que "aquí se sienten como si fuese un pequeño hogar, el trabajo es muy fácil porque ellas mismas facilitan esto”, y admiten que "es un gusto que haya recursos específicos para mujeres, Cáritas ha tenido una idea fenomenal”.

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Proyecto Cedia 24h

Los servicios de Cedia, en el barrio de La Laguna, están abiertos los 365 días del año y las 24 horas del día por lo que es, a todos efectos, un centro de emergencia. Rebeca nos cuenta que “está abierto para todos, pero tenemos algunos perfiles prioritarios como pueden ser mujeres o jóvenes, personas con situación cronificada de calle e intentamos dar la mayor cobertura que se puede dar a estas personas”.

Sobre los días de permanencia en el centro nos dice que “al ser un centro de emergencia tenemos una media de 21 días de permanencia, pero hay todo tipo de personas. Intentamos trabajar con ellos para que puedan salir de esta situación y ser palanca de cambio para mejorar su vida”. Además nos confiesa que “ahora mismo el centro tiene una ocupación plena y ahora estamos anotando los casos más prioritarios, pero hay muchas veces que tenemos que decir que no”.

En el centro nos encontramos con Rosalía Portela, presidenta de FACIAM, que nos cuenta un poco la historia de esta Red de entidades que "tienen en común la acogida y la atención a personas sin hogar. Es una iniciativa que surgió desde 40 años como respuesta al problema de lo que entonces se llamaban transeúntes, personas vagabundas, en definitiva, personas sin hogar”. Añade Rosalia que "a partir de allí nace con vocación de servicio de acogida y asume como necesidad la visibilización, el destacar en la ciudadanía que son personas. Y cada año salimos a la calle, con campañas dinámicas y activas, destacando eslóganes de situación del momento”.

Sobre lo que le aporta este trabajo nos confiesa que le "pone en la tierra, me hace ver la diferencia entre lo que es el deseo, me lleva a lo que es la posibilidad, me sitúa en el plano de los derechos humanos. De hecho, decimos que un hogar es más que un techo. Y lo que pedimos es hogares”.

En el centro, TRECE ha podido hablar con Manuel, un hombre que tenían una buena empresa pero que en cuestión de días tuvo que cerrarla por una deuda y se encontró en la calle y que por casualidad pudo llegar a Cedia y nos dice que “es un sitio donde por lo menos tengo un techo”. Manuel nos confiesa que “los días que pasé en la calle fueron duros, nunca había estado en esa situación”. Manuel estuvo hace años como voluntario en Cáritas y "siempre lo estaré porque hay muchas circunstancias como las mías, casos peores, pero siento que la sensibilidad humana se ha perdido”.

El servicio de lavandería es uno de los pilares del proyecto porque las personas que se encuentran sin hogar tampoco tienen recursos para poderse permitir comprar ropa, y la que tienen la dejan para lavar. Francesco y Carmen, voluntarios en Cedia nos explican que "este proyecto les está enseñando que hay una parte de población que casi siempre nos olvidamos”. Carmen ayuda con la lavandería y organiza un taller de jardinería, y subraya la importancia de hacer voluntariado después de su jubilación: “Llevo un par de años aquí en Cedia, y creo que esto del voluntario es un gran invento para las personas mayores porque te sigues sintiendo útil y me viene maravillosamente bien estar aquí”.

Manolo, responsable de voluntariado desde 7 años, confiesa emocionado que “esto para mí ha sido como una tercera o una cuarta vida, el tener una propuesta en la que puedes colaborar y aprender de campos que yo desconocía, eso es una nueva vida que te nace”. Al ver todas esas personas aquí en Cedia “se me pasa por la cabeza compasión, ternura, justicia, acogida. Se me pasa por la cabeza pedir perdón, realmente son personas que cuando uno lo ve, y cuando uno conoce la realidad en profundidad, pues te encuentras que su vida pudiera haber sido la mía o puede ser mi vida”.

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Reparto de bocadillos para personas sin hogar

Otro servicio de Cáritas que se hace a través la Pastoral Universitaria es el reparto de bocadillos para personas sin hogar. Miguel, uno de los voluntarios de este servicio, nos cuenta como se organiza todo: “Hacemos varios grupos sabiendo el número de voluntarios que vienen. Lo primero es preparar la comida, que una parte la traen los mismos voluntarios y la otra la pone Cáritas, y luego se sale a repartir en diferentes rutas y en diferentes grupos”. Raquel, voluntaria, lleva un par de años ayudando, y nos confiesa que le aporta "mucho compañerismo, conoces a mucha gente, y te sientes util cuando ayudas a la gente que está en la calle y que lo están pasando muy mal. Cuando vuelves a tu casa valoras más todo lo que tienes”.

Irene, una catequista ha llevado el propio grupo de niños a ayudar con el reparto, “llevamos mucho tiempo explicando que es la misión y un voluntariado que tenga ese componente de fe y por lo que veo está funcionando”. Además ella cree que “este servicio demuestra que la Iglesia son también los jóvenes”.

Luis Martín, voluntario de Pastoral Universitaria Cáritas, añade que “el objetivo del bocadillo solidario es, en primer lugar, obviamente, darle algo de comer a la gente que está sin dinero para poder comprar comida. Luego hay también gente que están en la calle, pero alimento no les falta, pero lo que sienten es mucha soledad, no tienen a alguien con quien hablar”.

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