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Son muchas las huellas que España ha dejado en la ciudad de Roma a lo largo de su milenaria historia. La Ciudad Eterna debe en parte a nuestro país maravillas como la construcción de la columna de Trajano, emperador originario de Hispania, la iglesia de la Santa María in Montserrato, levantada bajo el reinado de Carlos V, o el dorado del techo de la basílica de Santa María la Mayor, para la que se usó el primer oro traído de América.
Pero en un aspecto en concreto España fue pionera no solamente en Roma, sino en el mundo. El motivo es que en la capital de Italia se encuentra la embajada de España ante la Santa Sede, la legación diplomática permanente más antigua del planeta.
Tiene su sede en el palacio Monaldeschi, ubicado en la Piazza di Spagna, y comparte emplazamiento con la Fuente de la Barcaza de Bernini, la famosa escalinata que sube hasta Trinità dei Monti y el monumento a la Inmaculada Concepción, este último también íntimamente relacionado con la historia de España.
La embajada fue fundada por Fernando el Católico en el año 1480 y su primer legado fue Gonzalo de Beteta. Representa los intereses de España ante la Santa Sede, que no ante Italia (la embajada ante la República transalpina está en el Palacio Borghese), por lo que ha sido testiga de negociaciones de bulas y coaliciones militares, como la Liga Santa de Lepanto, durante siglos.
Polémica por el escudo central
En ocasiones, la entrada de la embajada ha sido motivo de polémica. La razón es que en el suelo del hall se encuentra un gran escudo de los Reyes Católicos, tocado con el águila de San Juan y el yugo y las flechas, símbolos de Isabel y Fernando. Sin embargo, algunos que desconocían el origen del edificio han criticado en ocasiones que se exhibieran emblemas “franquistas” en un edificio público.
El equívoco ha sido corregido en numerosas ocasiones por las redes sociales.
Archivo y decoración
Esa centenaria representación diplomática ha ido generando multitud de documentos oficiales que forman el archivo histórico de la embajada, actualmente transferido al Archivo Histórico Nacional. Actualmente se conservan 1.364 legajos y 274 libros; el más antiguo de ellos data del año 1529. No obstante, en uno de los tres incendios que sufrió el archivo, se perdieron los documentos relativos a la época de los Reyes Católicos y del emperador Carlos.
El palacio-embajada tiene 3.589 metros cuadrados. El afamado arquitecto Francesco Borromini fue el encargado de la ampliación del edificio, un proyecto que terminó Antonio del Grande.
Parte de la decoración del palacio Monaldeschi consiste en una colección de tapices parisinos del siglo XVII y otros tres tapices venidos del Palacio de Oriente y tejidos a partir de grabados de Rubens.