¿Quién es George Soros y por qué todo el mundo apunta hacia él?
Repasamos la historia del multimillonario húngaro, que cumple 90 años y suele ser uno de los objetivos favoritos de los amantes de las conspiraciones
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Cumple 90 años este miércoles y posee una de las mayores fortunas del mundo, pero lo cierto es que George Soros es un gran desconocido para buena parte del planeta. Sólo las teorías de la conspiración que le rodean de cuando en cuando otorgan cierta notoriedad al magnate húngaro. Por lo demás, su vida y su actividad empresarial siempre han pasado, en general, muy desapercibidas.
Esta es la historia de uno de los multimillonarios más notables de la actualidad, al que muchos han apuntado (y para mal) con motivo de la pandemia del coronavirus.
Un multimillonario más hecho a sí mismo
Soros llegó al mundo un 12 de agosto de 1930, aunque con un apellido distinto al que le ha hecho célebre: Swartz. Tiempo después, su familia tuvo que renunciar a los orígenes judíos que señalaba este apellido de cara al exterior, debido al auge del nazismo en los años de juventud de George.
El padre de Soros, además de darle empaque al esperanto (una lengua reservada a unos pocos, Soros hijo incluido), salvó a unas cuantas familias judías del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial: un cambio de identidad dejó de poner en riesgo las vidas de muchos. Por si fuera poco, los ahora apellidados Soros también sobrevivieron a la batalla que asoló la ciudad en la que vivían, Budapest, entre otoño de 1944 y febrero de 1945.
Soros y los suyos no sólo escaparon al control de los nazis, sino también al de los soviéticos, que habían ocupado su Hungría natal. Un congreso de esperanto en Suiza fue la oportunidad perfecta para que George, en 1946, abandonase el país. Londres sería su próxima parada. Y, aunque las finanzas ya empezaban a interesarle, optó por estudiar Filosofía en la universidad. Con profesor de relumbrón incluido: Karl Popper.
Al poco de iniciar su carrera financiera en Londres, volvió a emigrar. Esta vez, a Estados Unidos, donde trabajó primero en labores de arbitraje y análisis financiero. Después, empezó a invertir, fue vicepresidente de la empresa Arnhold and S. Bleichroder y fundó algunos fondos de cobertura. Entre ellos, el que le llevó a trabajar por su cuenta desde 1973, que se convirtió en su principal vía para realizar operaciones financieras: el Quantum Fund.
No mucho más tarde, Soros empezaría a involucrarse con toda clase de proyectos filantrópicos. Algunos de los primeros a los que aportó sumas económicas ayudaron a luchar contra el apartheid en Sudáfrica y a acabar con el socialismo en Europa del Este. Eso sí, el suceso que le aportaría notoriedad a nivel mundial no llegó hasta 1992.
Por qué Soros está en el disparadero
Fue entonces cuando apostó 10.000 millones de dólares contra el Banco de Inglaterra… y ganó. En concreto, 7.000 millones para Quantum Fund y más de 1.000 a título personal. Al no situarse la libra por encima del límite fijado en el ERM (Exchange Rate Mechanism) el 6 de septiembre del 92, se produjo todo un miércoles negro en la economía inglesa.
¿Conclusión? Se tuvo que retirar la libra del ERM y Reino Unido perdió 3.300 millones de su moneda. Para regocijo de un Soros que vio, antes de la hecatombe, que los británicos habían sido demasiado optimistas con el valor que habían dado a su divisa. Más perjudicada todavía al reordenarse ese ERM que tantos quebraderos de cabeza le acabó dando.
Así empezó a gestarse una cierta leyenda negra en torno a Soros. Un año después de aprovechar mejor que nadie la devaluación de la libra, la Open Society Foundations apuntaló la apuesta por la filantropía de Soros: su red internacional de fundaciones para promover la justicia, la educación, la salud pública y los medios independientes es la segunda organización filantrópica del mundo… tras la Fundación Bill y Melinda Gates.
Este último no es un dato menor, ya que el nombre del mandamás de Microsoft ha aparecido mucho junto al de Soros en los últimos meses. De hecho, es por esa ‘asociación’ entre ambos por lo que se apunta con regularidad, en las últimas fechas, hacia el protagonista de este artículo.
El trasfondo es el coronavirus. El motivo, la enésima mano negra que se le atribuye al multimillonario húngaro: querer que la humanidad sea vacunada a la fuerza contra el COVID-19 para así poder implantar con ella un nanochip que controlaría a la gente con fines políticos y económicos. Así se explicaría, según los conspiranoicos, por qué tanto Gates como Soros están donando ingentes cantidades de dinero para luchar contra la enfermedad que tiene en jaque al mundo (unos 130 millones en el caso del segundo).
Las causas atribuidas a Soros no tienen fin
Es el último episodio de un largo historial de supuestas influencias sobrecogedoras de Soros. John Kerry no ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2004 tras contar con grandes donaciones del magnate. Sin embargo, Barack Obama sí lo hizo por partida doble, y también apoyado por el magiar. Lo cual dio rienda suelta a la especulación de muchos.
Occupy Wall Street, Black Lives Matter, el feminismo, los movimientos animalistas… Muchas son las causas cuyo liderazgo se ha atribuido a Soros, cuyo influjo también llegaría, según algunos, a España: Pedro Sánchez, Podemos, elDiario.es, el independentismo catalán… Algunos temen tanto su supuesto poder que incluso se atrevieron a colocar un explosivo en el buzón de la casa del multimillonario en Nueva York.
Por supuesto, no hubo explosión. Si así hubiese sido, no estaríamos abordando aquí la historia de un Soros ya nonagenario y con una fortuna apabullante (8.600 millones de dólares, según Forbes). Tanto como la faceta conspiracional que se le atribuye por doquier y que, tenga o no fundamento, parece que nunca terminará de aclararse.