El lado más oscuro de la magia de Walt Disney: agentes del FBI, espías rusos y explotación
Detrás del carismático Mickey Mouse no dejaba de haber un empresario que, como en cualquier otro negocio, miraba por sus intereses económicos
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Lo más probable es que no conozcas a nadie que no haya escuchado nunca el nombre de Walt Disney. Los dibujos animados, de una y otra forma, llevan prácticamente su nombre y la infancia de millones de personas alrededor del mundo está ligada directamente a él. Desde el siglo XX, su rostro ha recorrido el globo y aún a día de hoy sigue formando parte de la infancia de cientos de niños.
Una imagen en blanco y negro de un joven de ojos oscuros, pelo bien peinado y bigote tupido es la fotografía que se nos viene a la mente cuando hablamos del creador del carismático Mickey Mouse. No obstante, no todo es lo que parece y detrás del mágico mundo de dibujos animados, existía un empresario que no siempre pensaba en sus trabajadores. Había un empresario que, por unos motivos u otros, llegó a ensombrecer en alguna que otra ocasión el mundo de Mickey.
El pasado de Walt Disney: amante del dibujo y emprendedor por naturaleza
Su verdadero nombre fue Walter Elias Disney y nació el 5 de diciembre de 1901 en la ciudad estadounidense de Chicago. Creció en una granja cerca de Missouri pero los problemas familiares condicionaron su vida. Fue a raíz de que su padre contrajera fiebre tifoidea cuando la familia se mudó a Kansas City, dejando atrás el poco matrimonio que tenían por aquel entonces. Fue allí donde un joven Walter Elias comenzó a trabajar con su padre repartiendo periódicos. Ya desde su temprana niñez, cuando tan solo tenía siete años, había mostrado su talento para el dibujo: hacía distintos bocetos y los revendía a sus vecinos más cercanos.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, Walt Disney fundó, junto a su amigo Ubbe Iweerks, una pequeña empresa donde pudo aprender animación. Un proyecto que tan solo duraría dos años, ya que decidió fundar su propia empresa en el año 1922. Un año después, en 1923, Walt Disney hizo un pequeño corto sobre Alicia en el país de las maravillas. No obstante, el éxito no le llegaría hasta el 18 de noviembre de 1928, fecha en la que un famoso ratón a blanco y negro, con orejas redondas y voz aguda, vería la luz: Mickey Mouse.
Su popularidad no hizo más que crecer desde entonces, pero sería especialmente desde 1938 cuando Walt Disney Productions —empresa fundada junto a su hermano Roy— comenzó a hacerse un pequeño hueco en la historia de la animación.
El lado más oscuro de Disney contra sus trabajadores
Que Walt Disney forma parte de la historia es un hecho irrefutable. Como ya hemos venido contando, no hay nadie que no conozca su nombre ni tampoco a Mickey Mouse, Minnie, Donald o Pluto. Todo el mundo sabe citar películas suyas y todo el mundo asocia Disney a un mundo mágico, divertido, donde predomina la amistad, la sinceridad y, en muchos casos, el amor. Donde los buenos siempre ganan a los malos y, al final, los valores son lo más importante. Una serie de características que, lamentablemente, no se terminaban por cumplir en la empresa de Walt Disney.
Detrás de Mickey Mouse no dejaba de haber un empresario que, como en cualquier otro negocio, miraba por sus intereses económicos. No solo hablamos del fuerte control que él mismo tenía sobre sus empleados, sino que además los salarios eran inferiores a lo que les prometió cuando intentó contratarlos.
A pesar de que los ingresos que obtuvo con Blancanieves, su primer gran éxito, Walt Disney ni siquiera fue capaz de incluir los nombres de todos los trabajadores que participaron en la película. Esto, desde luego, fue un duro golpe para todos aquellos que habían dedicado sus fuerzas y tiempo para que la producción animada tuviera éxito. La resignación se extendió entre los trabajadores de la empresa y en el año 1941 convocaron una huelga en torno al Screen Cartoonist Guild, un organismo que había estado estrechamente perseguido por Disney y que velaba por los derechos de los trabajadores. Los guionistas de Walt Disney fueron a la citada huelga.
Finalmente, el gran empresario cedió ante sus peticiones y aumentó el sueldo de sus empleados. No obstante, aquella protesta tuvo consecuencias terribles, que fueron más allá del simple despido de algunos de ellos. Lo cierto es que Walt Disney había tenido una estrecha relación con el FBI desde la década de los 50 y sería después de la huelga de 1941 cuando Disney entregó a uno de sus trabajadores al FBI, alegando que era un espía comunista por el mero hecho de participar (y presuntamente organizar) la huelga.
No sería la única vez que lo hiciera: también avisó al FBI de que uno de sus empleados no era seguidor de ninguna religión y asistía con asiduidad al Teatro de Arte de Moscú, lo que le hizo pensar que era un espía ruso. Todo estos casos constan en una serie de documentos de la organización estadounidense ‘MuckRock’.
Walter Elias Disney falleció el 15 de diciembre de 1966, con 65 años, a causa de un cáncer de pulmón causado por el consumo de tabaco desde su juventud. Lo que está claro es que este mundo de fantasía —si bien aún sigue dando de qué hablar a pesar de su muerte hace ya 55 años— forma parte de la historia y de la infancia de millones de personas alrededor de todo el mundo.