Un estudio desvela el secreto para ser un poco más felices: solo requiere de unos segundos al día
La fórmula de la felicidad no existe, pero la ciencia no para de buscar la forma de estar contentos durante el mayor tiempo posible
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La fórmula de la felicidad no existe. Por mucho que nos empeñemos en buscarla, no es nada matemático. Sin embargo, la ciencia no para de buscar la forma de estar contentos durante el mayor tiempo posible. Hay decenas de estudios que lo han ido probando con mayor o menor éxito. Una investigación en la que han participado varios profesores españoles ha descubierto la curiosa forma con la que podemos darnos un chute de felicidad: forzarnos a sonreír.
José Antonio Hinojosa es profesor de psicología experimental de la Universidad Complutense de Madrid. Ha participado en un estudio con más de 3.500 personas en 19 países para descubrir si es cierto que nuestros gestos acaban determinando lo que sentimos. En dirección inversa a lo que sucede normalmente. Es lo que se llama ‘feedback’ facial o hipótesis de la retroalimentación. Hinojosa confirma que “estas manifestaciones exteriores de las emociones podrían hacer que sintiésemos esa emoción”. Es decir, si nos reímos llegaríamos a estar más felices y si fruncimos el ceño, más tristes.
Puntualiza que la razón que hay detrás de que nos ayuden a estar más contentos es que estos gestos “podrían provocar cambios a nivel fisiológicos”. Otra teoría señala que el cerebro realiza “una interpretación a nivel cognitivo de ese gesto y eso hace que basándonos en nuestras experiencias previas”, es decir, en otros momentos en los que nos hemos reído, “veamos el mundo de otra manera”, señala el experto. En definitiva, hacer pensar al cerebro que estamos en una situación similar a las que nos provocan felicidad.
Pero para conseguirlo, existe un requisito mínimo: solo “si somos conscientes se incrementa la sensación de felicidad” podrá tener efecto esa retroalimentación, recoge el psicólogo. En el caso contrario, “si no lo somos, es donde hay dudas”. Aun así, algunos estudios encuentran que sí influye y otros que no.
La enseñanza que se extrae del estudio
En el estudio realizado por su equipo realizaron tres ejercicios con los participantes. La primera es mostrar una fotografía de un modelo y tenían que imitarle. La segunda, mover la comisura de los labios hacia arriba y, el tercero, morder un lápiz. Este último activa los músculos que se accionan para reír. Y el resultado fue claro: “Cuando los participantes tenían que imitar la sonrisa del modelo elevar la comisura de los labios, se sentían más contentos”. Sin embargo, cuando mordían el lápiz, “el incremento era minúsculo”, rememora Hinojosa. Lo que significa que para que reírte sea efectivo a la hora de darte felicidad, debes ser consciente de ello.
Para medir hasta cuál es la influencia de estos gestos, los pacientes tienen que rellenar una encuesta subjetiva. Le pregunta del uno al siete cómo se sienten de felices tras ejecutar estas acciones. El psicólogo cuenta que lo normal es estar en un nivel de “un dos o un tres”, pero cuando acometían esas acciones, “dan puntuaciones entorno a un tres o un cuatro”. Hinojosa admite que “no era un efecto demasiado grande”. De hecho asimila este incremento al que se puede sentir al “ver unos cachorros de animales o unos bebés”. Pero ya es un cambio suficiente para que merezca la pena preocuparse por su utilidad práctica.
El experto cree que “si sonreímos durante unos segundos al día delante del espejo puede mejorar nuestro estado de ánimo”. Otro de los tratamientos que existen, como cuenta el psicólogo es “la inyección de bótox en el ceño impide que lo frunzas, convatiría síntomas depresivas y que nos sintamos menos tristes”.