El miedo a no tener pareja o la limpieza obsesiva, entre las consecuencias de la COVID

La ansiedad, el insomnio y el miedo fueron los tres males más comunes durante los primeros momentos de la pandemia

El miedo a no tener pareja o la limpieza obsesiva, entre las consecuencias de la COVID

Agencia EFE

Publicado el - Actualizado

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El miedo a no tener pareja, la limpieza obsesiva o el síndrome de la cabaña son algunas de las consecuencias que ha traído a la salud mental la COVID-19, una pandemia que "nos ha afectado como cualquier estrés masivo, como un atentado o una guerra", explica en una entrevista con Efe el director del servicio de Psiquiatría del Hospital del Mar, Víctor Pérez.

"Cuando hay un aumento del nivel de estrés en la población esto se traduce en un aumento de enfermedades mentales", continúa Pérez, que comenta que es algo que viene pasando en la historia de la humanidad desde que hay datos.

El psiquiatra asegura que la gran mayoría de las personas acaba superando estas situaciones sin la necesidad de ningún tipo de tratamiento psiquiátrico o psicológico.

Recuerda el doctor que la ansiedad, el insomnio y el miedo fueron los tres males más comunes durante los primeros momentos de la pandemia, algo que dio paso a una fase de "cabreo general" y depresión que ha desembocado en lo que tenemos ahora, que es una "parte de la población especialmente frágil que lo está pasando muy mal", como los jóvenes y aquellos enfermos mentales a los que no se les ha podido hacer el seguimiento correctamente.

La COVID-19 ha traído daños colaterales como la fatiga pandémica, que Pérez describe como una situación "muy parecida a la desesperanza" y que es bien conocida también en animales de experimentación, que cuando se les somete a un estrés crónico llega un momento en el que bajan los brazos: "algo parecido pasa en la gente, que se ha cansado de aguantar una situación que ya dura mucho", sostiene.

El síndrome de la cabaña, que hace referencia a la gente que se encierra en casa, o la hafefobia, que consiste en huir del contacto físico, también se han puesto de relevancia en estos meses, sobre todo en el confinamiento y su etapa posterior.

Pero no todo ha sido negativo para todos, ya que "hemos visto personas que están muy a gusto en casa y trabajando online, como un paciente con fobia social que no podía trabajar y llevaba años sin hacerlo y a raíz de la pandemia ha podido volverlo a hacer", resalta el psiquiatra.

También se han puesto de manifiesto fobias como la rupofobia, relacionada con la limpieza obsesiva y el miedo a la suciedad, la enoclofobia, un miedo irracional a las multitudes, o la anuptafobia, el temor a no tener pareja o quedarse solo que "por desgracia es muy frecuente" y que se ha visto reflejado en el aumento de usuarios de las aplicaciones de citas durante la pandemia.

"También se ha visto ese temor en cómo nos hemos lanzado a la calle cuando hemos podido, y no solo a beber cerveza", bromea el psiquiatra.

"Todos somos unos paranoicos", añade Pérez, que considera que la situación de paranoia ha afectado a la mayoría de las personas durante la pandemia, porque "de la noche a la mañana nos han puesto en duda todo lo que teníamos seguro", algo que causa más angustia y más miedo porque en el fondo "todos tenemos terror a contagiarnos, contagiar a la familia o quedarnos en la ruina".

Añade el doctor que "es muy importante no psiquiatrizar el sufrimiento", ya que "la inmensa mayoría de la gente va a pasarlo mal y va a sufrir, pero no tiene una enfermedad".

Pone especial atención a lo que está pasando a los jóvenes, de los que dice que "obviamente tienen su parte de culpa, pero, de ahí a culpabilizarles de todo lo que pasa, hay un mundo".

Pérez cree que, al margen de los que han enfermado o fallecido, los jóvenes son los que peor lo han pasado en la pandemia porque "se les ha pedido un esfuerzo enorme".

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