Albacete, un pliego tardío y con varios cabos sueltos

No ha sido hasta mediados del mes de marzo cuando el pliego de prescripciones técnicas que sirve de base en el concurso para la explotación del coso de la calle Feria ha visto la luz. Demasiado tiempo ha pasado y al Ayuntamiento le ha pillado el toro, esperando que esa cogida no deje renqueante al próximo serial en honor de la Virgen de Los Llanos. Queda pendiente que finalice el plazo de presentación de ofertas (30 de marzo), y luego el resto del procedimiento que incluye la apertura de sobres, la valoración y puntuación de las diversas ofertas, la resolución, el plazo para los recursos, de nuevo a la Junta de Gobierno Local y otra vez su publicación, lo que nos llevaría casi a finales del mes de mayo, todo esto sin tener en cuenta la dramática variable del coronavirus que está alterando de forma grave el día a día habitual y que también está teniendo tintes dramáticos con la Fiesta de los toros en la presente temporada en cuanto a suspensión de ferias, festejos y demás.

Los toros y novillos procederán de hierros que hayan lidiado en plazas de 1ª categoría al menos dos tardes entre las dos temporadas anteriores y la temporada en curso, hasta la fecha de presentación de las ganaderías, que se mantiene el 31 de mayo como fecha tope. Como novedad y vieja demanda de parte de la afición manchega, el pliego contempla que se valorará la programación en el abono de una corrida de toros de las denominadas “toristas”, mediante la concertación de ganaderías de hierros representativos de tal condición, aunque nada se dice de forma explícita en el pliego sobre qué tipo de hierros se considerarían “toristas”, dejándose en el aire la concreción de este calificativo, lo que es un error el no aportar, por ejemplo, un listado o una definición mucho más precisa de qué hierros gozarían de esa condición.

El pliego dice que los carteles taurinos contarán con la presencia de diestros de la máxima categoría artística, enunciando que dos de los matadores propuestos en cada corrida deberán cumplir alguno de los requisitos siguientes: haber concluido la temporada anterior entre los 17 primeros del escalafón según sus resultados en plazas de primera categoría, ser el triunfador de la feria del año anterior o ser el triunfador de la temporada corriente, e igualmente se procurará la presencia de aquellos toreros cuya relevancia de su trayectoria durante la temporada corriente (hasta la fecha de presentación de carteles), concretada en triunfos en plazas de primera categoría, así lo avale, especialmente si se trata de toreros locales. Además, en el cómputo total de toreros programados, como mínimo tres deberán ser locales.

Y aquí surge un patinazo importante del pliego: ¿qué sucede con ese tercer espada del cartel? Nada dice el pliego, por lo que queda muy en el aire qué tipo de torero se vería anunciado porque podría ser uno no incluido en los epígrafes anteriores y, en teoría, el futuro empresario tendría manga ancha para contratar a cualquier torero que considere de manera libre. Así, como ejemplo práctico: un cartel compuesto por un torero de los 17 primeros toreros del escalafón del año anterior, junto con otro local y un diestro cualquiera, pongamos puesto 100 del escalafón, cumpliría el pliego a la perfección. ¿No decía el pliego que se contaría con diestros de la máxima categoría artística? Pues el espíritu de su letra no lo garantiza, ni mucho menos.

Se mantiene un espacio especial en la plaza (tendidos de sol: números 6, 7 y 8)  con 1035 localidades a precios reducidos para jubilados mayores de 65 años y parados -ahora con el requisito de tener un máximo de renta de 25.200 euros- y también para jóvenes hasta 28 años. El precio inicial de los abonos  será 95,22 euros será objeto de oferta a la baja y valoración en el proceso de adjudicación, lo que nos invita a pensar que tendrá finalmente un precio muy inferior al inicialmente planteado. También se plantea la reducción del precio de los abonos y localidades sueltas según las ofertas presentadas por las empresas.

El pliego no contempla una futura subida o bajada del IVA, lo que es dejar una laguna y no pequeña a la interpretación del Ayuntamiento, máxime si tenemos en cuenta la polvareda originada en años anteriores cuando primero subió el IVA de las entradas del 18 al 21% para, posteriormente, bajar hasta ser el actual del 10%.