'El Juego del Calamar', manadas y palizas grupales: La violencia ¿es ahora atractiva?

Casos reales que ponen los pelos de punta y que nos hace plantearnos si la violencia ha pasado de ser el último recurso a colonizar los primeros puestos

Violencia. Imagen de recurso

María Bandera

Publicado el - Actualizado

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Violaciones en manada, palizas en grupo, incluso series de televisión como 'El Juego del Calamar" evidencian el debate sobre el tratamiento de la violencia hoy en día y la forma en la que la entendemos.

Experiencias, como la covid no parecen haber ayudado mucho en este sentdo. El hecho de presentarnos la muerte tan cercana, ha contribuido a "acentuar la tendencia a los extremos; ser más humanos o más deshumanizados", según ha explicado a COPE, la socióloga Alicia Aradilla.

En este sentido apunta la experta, "la viralización de vídeos con alta carga de violencia puede indicar una tendencia a la violencia como protagonista de nuestros momentos de ocio".

Es más, "ya no sólo nos atrae la violencia como ficción, el hecho de ser real o posible, la hace más atractiva como temática y como negocio".

Pese a que esta situación podría parecer preocupante, la socióloga advierte de que se trata de "casos esporádicos", si bien, sí que se empieza a ver violencia "sin motivación".

Comenzamos a ver violencia sin motivación

REPRODUCIR LA VIOLENCIA

Una de las dudas que pueden surgir de series tan seguidas como polémicas, como "El juego del calamar' es precisamente saber si nos invitará a reproducir nuevos juegos sociales que nos hagan mejores, o simplemente nos invitará a reproducir la violencia.

"Desde el sentido común del individuo, parece incomprensible que niños de primaria, no solo vean 'El juego del calamar' sino que lo reproduzcan en los patios escolares, introduciendo un componente de agresividad. Al que pierde se le apedrea".

Tradicionalmente los juegos infantiles eran una fuente de aprendizajes sociales desde la diversión. Ahora el juego “luz roja- luz verde”, regala la oportunidad de apedrear al compañero de clase, en una etapa de la vida en la que quizás a ese mismo niño han evitado explicarle (para no traumatizarle) que en culturas actuales se apedrea y dilapida en público como pedagogía basada en el castigo, advierte Gabriela Paoli, psicóloga y autora del libro “Salud digital: claves para un uso saludable de la tecnología”.

"La violencia explícita tiene un componente adictivo, en tanto que genera una fuerte emoción

La violencia explícita tiene un componente adictivo

Para Paoli, "la violencia explícita tiene un componente adictivo, en tanto en cuanto genera una fuerte emoción y como cualquier sustancia o contenido que nos genera emociones fuertes es susceptible de volverse adictivo. “Los menores pueden llegar a asociar esa violencia con algo lúdico, de entretenimiento”.

Lo que debemos hacer, advierte "es educar a los niños de forma que estén preparados para enfrentarse a ciertos contenidos que pueden caer en sus manos, para que antes de acceder a él nos lo comenten, elijan no verlo o hablar con nosotros".

En el caso de los adolescentes, asisitir a esta violencia tan explícita puede ser "un excelente disparador para el diálogo, la reflexión conjunta en casa”. Y también es una oportunidad para el profesorado, en centros escolares. “Prohibir es pretender tapar el sol con el pulgar. Es llevarlos a la clandestinidad. Es arrastrar a la curiosidad y la transgresión de las normas que se acordaron en casa. Y seguramente, las consecuencias pueden ser más complejas y dolorosas”. Prohibir nunca es una solución educativa o pedagógica.. “Tu compañía, tu ejemplo, tu complicidad es fundamental para una óptima salud mental en los niños y adolescentes. No podemos prohibir o controlar sin más, nos necesitan a su lado, para aprender a reflexionar y a cuestionar todo lo que llegue a ellos” afirma Paoli.

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