¿Cómo se mide el éxito del fútbol formativo?

La temporada del Mallorca concluye con el ascenso del B a Segunda RFEF, tras la Copa del Rey y liga del división de honor, pero se escapa Quevedo que ficha por el Villarreal

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Jordi Jiménez

Mallorca - Publicado el - Actualizado

7 min lectura

Son Bibiloni ha vuelto a brillar, el juvenil división de honor juvenil del RCD Mallorca conseguría esta temporada ser campeón de su grupo en la liga y sobre todo el gran éxito de la Copa del Rey juvenil,un hito histórico para el fútbol base bermellón nunca conquistado. Y el pasado fin de semana concluía la temporada en la Ciudad Deportiva Antonio Asensio con el ascenso del segundo equipo a Segunda RFEF, el objetivo de esta temporada.

La Copa del juvenil ha sido un logro que recordarán toda la vida los jóvenes futbolistas, muchos de los cuales no se sabe si jugarán en la élite alguna vez. Suena crudo pero es la realidad del fútbol formativo, es difícil saber quién va a llegar, incluso siendo futbolistas de talento, incluso teniendo condiciones que hacen pensar que podrán desarrollar potencial en la élite. Muchos no llegan. Muchos son los llamados y muy pocos los elegidos.

El fútbol está lleno de jugadores que brillaron en una etapa juvenil que se quedaron en categorías intermedias o dejaron el fútbol pronto. Cada persona es un mundo, a unas buenas condiciones técnicas o físicas hay que añadir interligencia táctica y luego ya se entra en las variables psicológicas. Capacidad de esfuerzo, resiliencia, superación, de aprendizaje; la constancia, determinación, etc. El secreto está en la cabeza, sin esas variables es difícil llegar a la élite.

Pese a estos éxitos hay que poner en contexto la situación del fútbol formativo del RCD Mallorca. En las últimas décadas brillan por su ausencia los jugadores de la cantera que han dado el salto al primer equipo. Antonio Sánchez ha sido el brote verde en una travesía del desierto cuyo último valor había sido Marco Asensio, un talento en sí mismo que hubiera brillado donde hubiera estado y por el que el RCD Mallorca ya apostó desde que le detectó como alevín.

Antonio Sánchez, un jugador completamente distinto pero que se ha asentado en Primera, es el último formado en la cantera en el primer equipo. Vale incluir a Leo Román, pese a no haber sido formado en el RCD Mallorca, el ibicenco fue incorporado ya en una edad avanzada, 20 años, en 2020 procedente de la Peña Deportiva. Y es uno de los mejores valores del club.

El concepto cantera no tiene por qué ceñirse a jugadores que formados por el propio club desde edad temprana. Desde hace mucho, en Son Bibiloni ya en la etapa de Pepe Bonet y Nando Pons al frente de la secretaría técnica del club, se incorporaban jóvenes con vistas a su último desarrollo, su último salto, llegaban al B si se les veía cierto potencial para un día dar el salto a Primera como así ocurría. Los ejemplos son interminables: Diego Tristán, Luque, Álvaro Novo, Alejandro Campano, Tomás Pina, Leo Franco, etc

En tiempos en los que no había tanta tecnología, no era posible tener apenas imágenes y estadísticas de futbolistas que actuaban en categorías inferiores o ligas menores, se captaban buenos jugadores, también no tan buenos, es una moneda al aire, pero sí deben ser capaces de ver condiciones que apunten a un buen desarrollo del jugador. Hoy se dispone de una gran tecnología y de imágenes de casi todo.

No cabe duda de que los éxitos del división de honor juvenil y del Mallorca B suponen un gran espaldarazo para todo Son Bibiloni, para los que trabajan en el fútbol formativo del RCD Mallorca. También hay que tener en cuenta dónde se pone el listón, si subir a Segunda RFEF es un éxito o no es algo relativo, es algo satisfactorio recuperar la categoría perdida, pero cabe preguntarse si no era obligación, qué menos para el Mallorca tener al B en Segunda RFEF. Luego hay que hacerlo claro, que no es fácil. El trabajo ha sido bueno del entrenador Gustavo Siviero, que vino para esto y para implicarse en esa formación de jugadores. Pero el problema fue lo que se hizo antes para haber tenido un filial tan débil como para bajar a Tercera.

Mientras, Javier Aguirre se ha llevado unos cuentos jugadores esta temporada con el primer equipo, aunque todo el mundo sabía que no iban a jugar, apenas algunos casos en la Copa del Rey ante rivales inferiores, como David López, Quintanilla, Pau Mascaró, etc El viraje del club hacia Jagoba Arrasate también es una declaración de intenciones, hay que mirar más hacia Son Bibiloni también.

La salida de Álex Quevedo.-

Sin embargo, en plena revitalización de la cantera, o eso se dice, se produce la marcha del meta Álex Quevedo. Con la misma edad con la que el Mallorca incorporó a Leo Román, Quevedo se va al Villarreal. Es un varapalo aunque en el club no parecen preocupados. No deja de sorprender que no se le haya valorado como para que tuviera la oportunidad de seguir creciendo desde la Segunda RFEF como bermellón.

Quizá no llegue a la élite, quizá si, pero quien lo va a comprobar es el Villarreal, no el Mallorca. No parece un buen punto de partida en esa potenciación de la cantera. Que la mayoría se van a marchar no extraña porque es ley de vida, se cree que el B estará compuesto por gran parte del división de honor juvenil. Pero tampoco hay garantía de que algunos de los mejores valores del juvenil no se vayan.

Los clubes profesionales viven robándose jugadores de cantera unos a otros continuamente. El pez grande se come al chico, el Villarreal se lleva a Quevedo y al Villarreal le quitan otros como Igor Oyono fichado a golpe de talonario por el Athletic. En todo caso, lo que importa es tener un método en el fútbol base para formar jugadores y personas que valoren lo que tienen, que quieran aprender, que quieran ser mejores, que quieran llegar a la élite, que estén preparados para los reveses de la vida. Eso les servirá no sólo para el fútbol.

Hay satisfacción en Son Bibiloni por los éxitos del B y el juvenil, pero también por los campeonatos en todas las categorías, pero ¿cómo se mide el éxito en el fútbol formativo? Los clubes modestos que se nutren principalmente de su fútbol base, que es el que genera beneficios por las cuotas que pagan las familias, quieren presumir de campeonatos, su meta es esa aunque siendo materia tan sensible los niños, su prioridad debiera ser si han aprendido algo más de lo que sabían el año anterior, si han disfrutado de su deporte y de sus compañeros, y si son mejores jugadores y compañeros que hace un año, independientemente de en qué puesto han finalizado, que es importante porque se compite para ganar, pero no es ganar lo primordial en el caso de niños y jóvenes.

En el caso de un club de Primera División, que su alevín o infantil haya ganado no sólo no tiene relevancia sino que puede ser contraproducente. Siendo el Mallorca el club que elige, que puede elegir en todo el fútbol balear, parece absurdo. ¿Cuántos equipos llevan años ganando y cuántos de esos jugadores han llegado a la élite?

Si por un lado ganar en categorías inferiores a los equipos de las islas supone que se vea al Mallorca más como un enemigo que como el club de todos, qué mejora supone para los chicos esa victoria si están jugando la mayoría de las veces ante equipos inferiores. ¿De verdad merece la pena y ése es el objetivo del fútbol base de un club de primera?

Había directivos en diferentes clubes muy poco partidiarios de tener fútbol base en ciertas caegorías, tan solo lo veían necesario a partir de cierta edad, veían más productivo tener colaboración con clubes de cantera desde alevines hasta cadetes o juveniles, y a partir de ahí sí captar esos talentos con potencialidad.

El director de captación del RCD Mallorca, Robert Cuesta, considera sin embargo que esos campeonatos logrados en el fútbol base son un éxito. Es una visión frecuente en los clubes, pero no está claro que sea el camino.

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