'Crónicas perplejas': "Qué cosa tan humana y tan hermosa es el exceso"
Habla Antonio Agredano de las personas motivadas
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En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'.
Prefiero equivocarme por exceso que por defecto. Entendedme. Prefiero pasarme a quedarme corto. Yo estoy cansado de la contención ya. Veo a mucha gente a mi alrededor, con todo medido, con todo acomodado a los gustos de los demás, sin hacer ruido, con miedo a romper un plato…
Pero siendo la vida una, que lo es, un caminito que pasa rápido, ¿por qué no venirse arriba? ¿Por qué no cometer errores, vestir ropa horrible, decir de vez en cuando algo inadecuado, contar chistes malos, empuñar una guitarra en la sobremesa, mandar a alguien a freír espárragos si nos da motivos, levantarnos de la mesa, pegar un portazo o amar sin pensar en el mañana o apuntarnos a un gimnasio para no ir nunca?
A mí me gustan los motivados. Los abundantes. Hasta los pesados me gustan. Esa gente apasionada que todo lo llena y todo lo comparte. A mí me gustan las personas que hablan e invaden y quieren sentirse escuchadas. Porque su entusiasmo me parece una forma de rebelarse contra la brevedad de la vida.
A mí me gusta que un tipo se compre un maillot de ciclista, que eso no le queda bien ni a los ciclistas, y salga un domingo a subir una montaña que de mirarla ya me cansa. A mí me gustan los cuarentones runners y los que hacen maquetas del Titanic y la señora que hace tapetes de ganchillo para toda la familia. Y el que hace su propia cerveza en la cochera. Y el que visita dos bodegas y ya empieza a dar clases de enología a los colegas. Y el que hace pan en casa. No es para comérselo el que hace pan en casa.
A mí me gusta la gente que se entretiene. Que no todo es ponerse series, que no todo es estar tranquilo, hasta la cotidianidad cansa. Porque la vida es también cierta incomodidad, cierto desconcierto, un poquito de ganas de trascender, de hacer ruido. Huir de lo predecible. Qué cosa tan humana y tan hermosa es el exceso.
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