Del Val: "los péllets de las costas catalanas tiemblan de miedo, por si les despachan por no hablar catalán"
Ya puedes escuchar la Imagen de Luis del Val de este viernes 12 de enero de 2024
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Según fuentes de National Geographic, en los océanos hay unos 180 millones de toneladas de plástico. Como cada tonelada son mil kilos, se me escapa el volumen de ceros, y no quiero darle a la calculadora electrónica, que igual estalla la batería.
Y, en el año 2040, serán unos 600 millones de toneladas. Ésta acumulación viene desde el siglo pasado, aunque parece que el Gobierno de Pedro I, El Mentiroso, se ha dado cuenta, cuando empezaron a llegar a las costas de Galicia.
Los péllets son bastante habituales en playas, pero, en España, donde más se acumulan es en la Playa de La Pineda, en Tarragona.
Claro que, ahora, cuando los aspirantes a la Republiqueta Catalana tengan las facultades de regular la migración, someterán a cada péllet a un exámen de catalán, y el péllet que no sepa catalán será reportado a Italia, con permiso de Italia, de la Unión Europea y de las madres que parieron a los cientos de armadores y capitanes, que navegan por los océanos, y echan plástico a sus aguas.
Queda claro que si los péllets hubieran llegado a Galicia, sin estar en vísperas de elecciones, es muy probable que el Gobierno les hubiera dado la misma importancia que a los péllets que hay, desde hace varios años, en las playas de Tarragona, pero, claro, como aquel tacaño de la cuadrilla, no se le escapa una ronda barata, y echó la culpa a la Xunta del descuido de un barco en aguas portuguesas.
Como echarle la culpa a la Xunta de lo que sucede en aguas portuguesas parecía muy exagerado, dijeron que la Xunta no elevaba a la alarma 2. La Xunta, obediente, elevó a la alarma 2, pidió ayuda al Gobierno, y el Gobierno, como acaban de escuchar, dijo que eran unos exagerados.
Vamos, que la Xunta no satisface al Gobierno hasta que los socios del Gobierno no ganen las elecciones a la Xunta.
Como comprobarán, el gobierno de Pedro I, el Mentiroso, no duerme resolviendo problemas y preocupándose por el bien de España, una España en la que todos están contentos, los totalitarios de Cataluña por lo que les han sacado, los chantajeados por lo bien que lo han hecho, mientras los péllets de las costas catalanas están temblando de miedo, por si les despachan por no hablar catalán. La exageración siempre llega al ridículo y a la parodia.