Sufre un accidente en Barcelona y, dos años después, conoce a alguien que le hace olvidar las secuelas físicas: "Fue ahí"
Expósito cuenta la historia de María, una catalana a la que un accidente de tráfico cuando tenía 17 años le cambió la vida
Madrid - Publicado el - Actualizado
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María Petit es una catalana de 32 años que, hace más de 15, sufrió un accidente de tráfico que haría que su vida diese un giro completo. Una historia que contaba este jueves Ángel Expósito en La Linterna, y donde explicaba que el día a día de la joven cuando era una adolescente que vivía en Barcelona era “de lo más normal”.
Tenía 17 años, salía de fiesta con sus amigas, se iba de compras, practicaba deporte... Pero la madrugada del martes 13 de julio 2010, cuando volvía de fiesta en moto junto a una amiga todo cambió de repente, como señala el comunicador de COPE.
Accidente de tráfico en Barcelona
“Tuve un accidente de tráfico que me dejó ciega, aparte de temas como que me tuvieron que reconstruir la cara parcialmente, perdí el olfato”, explica la mujer en La Linterna. Pero, sobre todo, subraya María que lo que más le ha marcado para el resto de su es que se quedó ciega “y, a nivel funcional del día a día, te cambia la vida por completo”.
Afrontar este duro golpe no fue nada sencillo para ella. Al principio se planteó su vida de la forma más negativa posible y pensó que nunca más iba a poder hacer nada sin ver. Sin embargo, pronto la tristeza que le invadía desapareció y pasó de no salir de casa a apenas entrar en ella.
“Estuve los siguientes años en una especie de nube porque empecé a hacer muchísimas cosas, a competir en alta competición, a trabajar, a estudiar, todo el día estaba saliendo con mis amigas, y era un poco, “esta chica no para, es muy fuerte, es un ejemplo de superación'”, comenta la catalana a Expósito. No obstante, reconoce la joven que, a la vez, tenía que pasar por un proceso lógico. “Yo quería demostrar que era válida, que podía y que era fuerte pero, a la vez, esto me comió y acabé cayendo en picado”.
Un encuentro que le ayudó
Esta segunda caída supuso para ella un punto de inflexión. María comprendió que tenía por delante un duelo que no se había permitido sentir ni superar, y que eso le ayudaría también a sentar las bases para poder seguir adelante.
Lo primero que tuvo que entender es que, a partir de ese momento, era una persona dependiente, pero también iba a tener esa autonomía que tanto le gustaba. “Yo pienso que la autonomía es de las cosas más vitales y más importantes”
Así, para ella “empezar a dar estos pasitos” fue tras un encuentro a más de 6.000 kilómetros de distancia de Barcelona. “Yendo a buscar a mi primer perro guía, a Tavish, que lo fui a buscar a Estados Unidos y recuperar mi autonomía”. Reconoce María que “fue ahí cuando realmente volví a ser yo misma y a disfrutar de la vida”.
Una decisión que le haría remontar
Fue dando pasitos y poco a poco cambió su mentalidad y su vida. Su relación con el deporte también se transformó. Durante su año de “no parar” competía en atletismo pero entendió que no tenía que demostrar nada a nadie, simplemente disfrutar con lo que hacía. Y así adaptó el deporte a su nueva realidad.
“El deporte forma parte de mi estilo de vida, no tanto a nivel competitivo porque me dedico a correr por montañas y, competir, cuando son tres personas corriendo por montañas, no es tan fácil”, aclara María en los micrófonos de COPE. Para ella, insiste, es “a nivel de disfrute”. “Estuve competiendo en atletismo y ahora corro mucho por montaña, me encanta subir montañas, me encanta la naturaleza, entonces hace que cada día sea absolutamente variado” Eso sí, siempre lo hace con la compañía de Reagan, su perro guía actual.
Correr por la montaña y dos libros
Correr por la montaña parece arriesgado para una persona que no puede ver, pero María ha encontrado la forma de hacerlo. Tiene que ir acompañada de otras dos personas, una que vaya por delante y una por detrás. Y, las tres, agarradas a una barra direccional de tres metros aproximadamente, como aclara la joven. “La persona que va delante es la persona guía 1 y es la que va decidiendo el camino que tomar y va contando un poco cómo es el terreno”.
Correr por montañas sin ver es muy emocionante, siempre es cambiante
Runner ciega
Y es que, quien va detrás de ella, se encarga principalmente de ser el timón. Le indica la dirección en la que tiene que ir y evita que se caiga con piedras o ramas que encuentren en el camino. Por eso es necesario que le acompañen dos personas que garanticen su seguridad y María siempre intenta liar a su entorno.
“Tengo la suerte que tengo un entorno social bastante amplio, intento salir a correr con amigas, con mi pareja, con familiares, con gente que he ido conociendo que básicamente le gusta hacer de guía, le gusta el deporte y tiene ganas de ayudar”, señala.
A pesar de no poder ver disfruta mucho de la compañía y de las montañas por las que corre. Le gusta lo de trabajar en equipo y le hace entender también que hay mucha gente con ganas de ayudar. Y, sobre todo, gracias al deporte ha descubierto que no necesita ojos para sentir el paisaje, solo le hacen falta sus pies.
“Correr por montañas sin ver es muy emocionante”, asegura. “Estar en contacto con la naturaleza es tener todo tipo de estímulos por la montañas, siempre hay raíces o piedras y ahora tienes que bajar la cabeza porque hay un árbol, después hay unas ramas, después hay una bajada muy pronunciada, subidas... Siempre es cambiante y creo que es un tema ya de personalidad, que siempre me gustó las cosas cambiantes y siempre me ha gustado mucho la naturaleza”, concluye María Petit que ha plasmado sus vivencias en los libros "Marieta de l'ull viu" y "Si no lo veo no lo creo".