Contra el cansancio y el olvido

Las noticias sobre la guerra en Ucrania nos causan fatiga. Todo lo más, nos interesan, y es normal, sus consecuencias económicas y energéticas. Pero la guerra, con su cortejo de horrores prosigue, y considero una responsabilidad seguir hablando de ella con verdad. Hace pocos días una nota de la Santa Sede recordaba una secuela de palabras empleadas por el Papa Francisco para calificar esta guerra desatada por la invasión rusa como “moralmente injusta, inaceptable, bárbara, insensata, repugnante y sacrílega”.

Hoy ha comenzado la cuarta visita al territorio ucraniano del joven cardenal polaco Konrad Krajewski, el prefecto del Dicasterio para el Servicio de la Caridad, enviado directamente por Francisco. Recuerdo ahora, especialmente, la imagen de Krajewski arrodillado ante las fosas de la ciudad de Bucha, el pasado viernes santo, tras la salvaje matanza de civiles provocada por las fuerzas rusas en su retirada. En esta ocasión llevará el abrazo del Papa y ayudas concretas a zonas del sur, como Odessa, y del este, muy cercanas al frente de combate, como ytomyr y Jharkov.

Las ayudas se van a encauzar a través de las diferentes Cáritas diocesanas, muy activas desde que comenzó la invasión, y destaca la entrega de un minibús para la distribución de ayuda a los más necesitados que vienen llevando a cabo en lugares muy castigados por la guerra, donde los sacerdotes y los obispos han permanecido, nunca mejor dicho, al pie del cañón. Desde el Vaticano han explicado que es un viaje silencioso y evangélico para estar con la gente que sufre, rezar y consolar a cada uno, mostrando con la presencia del enviado papal que los ucranianos no están solos en esta situación de muerte y destrucción, que los acompaña toda la Iglesia, con el sucesor de Pedro a la cabeza. Obras y palabras siguen siendo necesarias ante la barbarie.