El del 82, el verano de 'Naranjito' y la decepción

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Así fue el verano de 1982

Antonio Trujillo

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

María Dolores Salto y José María Martín Pacheco darían forma y vida al personaje absoluto del verano del año 1982

Sí, efectivamente, todos los han adivinado: Naranjito se convirtió en la mascota del Mundial de Fútbol que se celebró en España en este verano y además, en un icono para varias generaciones, que ha llegado hasta nuestros días. Pero a todo eso ya llegaremos.

Además de Naranjito, ese verano fue el primero que viviría una estrella de la clase política española de estos días, Gabriel Rufián; alguien también con grandes dotes interpretativas como David Bustamante; o el animador oficial de los títulos de la selección española, el portero Pepe Reina.

Y de luto se vestía Hollywood, porque dos iconos se iban para siempre:  Ingrid Bergman y Henry Fonda.

Pero en el cine precisamente uno de los grandes fenómenos de la gran pantalla. El director Steven Spielberg daba vida a E.T., el extraterrestre.

Y mientras en la gran pantalla E.T. arrasaba entre todos los públicos, en la pequeña pantalla los payasos de la tele seguían deleitando a los más pequeños, con ‘El loco mundo de los payasos’, un loco mundo en el que ya no estaba Fofó.

Los más pequeño también se divertían con Mayra Gómez Kemp y su 'Dabadabada', donde Torrebruno era quien ponía las notas musicales.

O también se adivinaba si eran ‘Verdad o mentira’ algunos afirmaciones sobre la vida privada de algún personaje famoso. Por ‘Verdad o mentira’ pasaron personajes como Miguel Gila, donde contó que se dedicó a vender radio durante una época de su vida, o Camilo José Cela, quien no llegó a ser seminarista.

Además de adivinar si todo eso era verdad o mentira, la España autonómica cada vez se desarrollaba más, y ese verano veían la luz los estatutos de autonomía de La Rioja, Murcia y la Comunidad Valenciana.

Y mientras en España las comunidades autónomas buscaban mayores cotas de independencia, en el mundo, Argentina e Inglaterra guerreaban en Las Malvinas e Israel invadía la capital del Líbano, Beirut, el 4 de junio.

Pero mientras en el mundo sonaban las bombas, aquí nos preguntábamos “¿Y quién es el?”. O mejor dicho, se lo preguntaba José Luis Perales.

Al igual que Perales, también Miguel Ríos llevaba a los escenarios uno de sus grandes clásicos: 'Bienvenidos'.

Pero la que se convirtió en la banda sonora de aquel verano, sin ninguna duda, ‘Mundial’, la canción oficial de la Copa del Mundo entonada por Plácido Domingo.

El Mundial cambiaría para siempre el skyline de Madrid. Sobre todos los edificios se erguía, vertical, el Pirulí de Televisión Española. Torrespaña se convertía de esta forma en el centro de programación de la televisión pública, y desde sus 232 metros de altura, antena incluida, se transmitió al mundo cómo un jeque kuwaití bajaba al césped, ataviado con el turbante, para que el árbitro anulara un gol que había concedido a Francia. Y el jeque Fahid Al-Ahmad Al-Sabah, presidente de la Federación Kuwaiti de Fútbol, lo consiguió.

Y, además de este episodio rocambolesco, la señal del Pirulí llegó a muchos rincones del mundo para descubrir la magia de Jorge González Barilla, Mágico González, que brilló con luz propia a pesar del discreto papel de su selección, El Salvador.

Pero este Mundial dejó también dejó el ‘pifiazo’ a lo grande de la selección española, que comenzó con el pie torcido con un empate ante Honduras. La España de Juanito, López Ufarte o Zamora solo pudo ganarle a Yugoslavia y no pasó de la segunda fase de grupos.

Y con España fuera del torneo, de camino a la final se vivieron dos de los grandes partidos de la historia de los mundiales: el Brasil 2 Italia 3, disputado en el estadio de Sarriá, con un estelar Paolo Rossi que dejaba fuera a la Canarinha; y la semifinal entre Alemania y la Francia de Platiní, que se jugó en el estadio Sánchez Pizjuán de Sevilla y que se resolvió en la tanda de penaltis.

Pero dos de las imágenes más memorables del campeonato se producirían en la gran final:

El jugador de la Juventus Marco Tardelli marcaba el segundo gol para Italia y acercaba a la azurra al título. Su celebración con la cara desencajada y agitando los puños.

Y junto a la de Tardelli, la del presidente de la nación italiana, Sandro Pertini, enloqueciendo en el palco del Santiago Bernabéu.

Esta de Pertini cerraba el álbum de fotografías de un Mundial en el que habíamos puesto todas las esperanzas, pero en el que acabamos siendo únicamente unos espectadores privilegiados.

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