Cuánto vale un ser humano

José Luis Restán analiza la encíclica 'Fratelli Tutti' del Papa Francisco

Cuánto vale un ser humano

José Luis Restán

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“Ya hemos tenido mucho tiempo dedegradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad… esa alegre superficialidad nos ha servido de poco”. Es la reflexión del Papa colocada en el centro de gravedad de su encíclica “FratelliTutti”, una reflexión que recoge la enseñanza social de sus predecesores, desde Pío XI en adelante, y que habla sin ambages de la destrucción detodo fundamento de la vida social, lo que nos aboca al enfrentamiento y al miedo, a la cerrazón de la mirada sobre el que es diferente, a la pérdida del sentido de la vida humana: “todo parece diluirse y perder consistencia”.

Pero a través de este juicio severo sobre la crisis antropológica y cultural de nuestra época se abre paso una mirada de esperanza, alejada de todo optimismo voluntarista. Una mirada que nace de la fuente del Evangelio, y recoge la sabiduría secular de la Iglesia,reconoce que en el fondo del corazón humano hay un apego indestructible a lo bueno, un movimiento incansable de búsqueda de la verdad, una apertura natural a los vínculos. Desde ahí podemos considerar de nuevo “cuánto vale un ser humano”, podemos entender que estamos hechos para una amistad operanteque va más allá de simpatías y coincidencias, cuyo horizonte es el mundo. Una amistad que dé forma a la convivencia social, a la política y a las relaciones internacionales. Francisco no habla de utopías sino de una construcción artesanal, paciente y a la vez dramática, que cuenta con la gracia de Dios y con la libertad del hombre. No basta criticar la tecnocracia o los sistemas injustos, el problema radical es la conversión del corazón humano, siempre asediado por la tentación del egoísmo… pero éste “puede ser dominado con la ayuda de Dios”.

Francisco ha querido decir todo esto a nuestro mundo,consciente de la gravedad de este momento y de las dificultades para escuchar, porque “el individualismo radical es el virus más difícil de vencer”. Por eso hay dos palabras clave en todo su magisterio: memoria y pertenencia. La memoria hace presente la experiencia de verdad y de bien que hemos vivido. Sin una referencia a la verdad, apasionadamente buscada, es imposible construir vínculos duraderos. Por otra parte, la pertenencia a un pueblo nos permite resistir a las fuerzas de la disolución y de la ruptura, que buscan un individuo aislado,con la ilusión de ser autosuficiente.

“La caridad es el corazón de toda vida social sana y abierta”, tiene la audacia de afirmar el Papa.

Con esta carta Francisco muestra una Iglesia que “no pretende disputar poderes terrenos” ni ofrecer soluciones técnicas que no le corresponden, sino ofrecersecomo “un hogar entre los hogares”, dispuesta al diálogo con todos para mostrar, contra toda apariencia, que “amar al más insignificante de los seres humanos como a un hermano, como si no hubiera más que él en el mundo, no es perder el tiempo”.

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