Isla del Carmen, entre galernas, piratas, criaturas gigantescas y un Santo Cristo milagroso

Hoy, ese islote, al que se puede acceder a pie desde la playa Aramar cuando la marea está baja, es conocido como Isla del Carmen por la Virgen que se venera

Isla del Carmen, entre galernas, piratas, criaturas gigantescas y un Santo Cristo milagroso

Ana L. Quiroga

Publicado el - Actualizado

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En las postrimerías del siglo XVII, Agustín Álvarez, patrón de la pinaza de vela y remo "Nuestra Señora del Carmen" que estaba siendo perseguida por un barco pirata inglés, encomendándose a la Virgen del Carmen y refugiándose en las cercanías del islote de Peña Cercada, en Asturias, logró dar esquinazo a sus perseguidores. Como muestra de agradecimiento por haberle librado de los temibles piratas ingleses, poco después, en 1701 mandó construir una ermita en honor a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, en el islote que le había brindado cobijo.

Hoy, ese islote, al que se puede acceder a pie desde la playa Aramar cuando la marea está baja, es conocido como Isla del Carmen por la Virgen que se venera en su ermita, a la que los pescadores saludan haciendo sonar las bocinas de sus barcos cuando pasan su altura y a la que, cada 16 de julio, llevan en procesión hasta el puerto de Luanco y de vuelta a la pequeña ermita donde desafía las temibles galernas del Cantábrico y bajo la cual dicen que puede haber, incluso, restos de un antiguo templo romano.

Isla del Carmen, entre galernas, piratas, criaturas gigantescas y un Santo Cristo milagroso

En tierra firme, en el interior de la Iglesia de Santa María, el Santísimo Cristo del Socorro, nos recuerda cómo la fe mueve montañas y aplaca, incluso, las formidables galernas, únicas en España, que nacen a 4.000 metros de profundidad en el conocido como Cañón Submarino de Avilés y que, con su oleaje y sus fuertes vientos del norte, se han cobrado cientos de vidas y siguen siendo el terror de los marineros.

Cuenta la tradición, que el 5 de febrero de 1776, más de 200 pescadores de Luanco faenaban en las cercanías de la costa cuando se vieron sorprendidos por una colosal galerna que parecía engullirlos con cada ola y les impedía regresar a tierra. Sus familias, desesperadas al ver que la mar se iba a cobrar la vida de casi todos los hombres del pueblo, le pidieron al párroco que sacara al Santo Cristo en procesión. Cuando llegaron al puerto, el sacerdote, acompañado por todas las mujeres y niños, vieron que las barcas estaban a punto de hundirse irremediablemente. Mar adentro, al ver la imagen del Santísimo Cristo destacando sobre las cabezas de sus familias, los pescadores que estaban a merced de las olas, empezaron a rezar a su vez y, aprovechando un pequeño canal de tranquilidad que se iba formando cada 8 o 9 olas, consiguieron llegar, milagrosamente, a tierra firme. Desde entonces, cada 5 de febrero, el Santo Cristo del Socorro, procesiona, como aquel día en el que la fe logró vencer a la destructora galerna.

Isla del Carmen, entre galernas, piratas, criaturas gigantescas y un Santo Cristo milagroso

De esas aguas profundas en las que se forman esas temibles y singulares tempestades, provienen criaturas únicas en el mundo y que son ya habituales en la zona, como tortugas o calamares gigantes de hasta 250 kilos, que comparten hábitat con ballenas que en otros tiempos eran la principal fuente de pesca. La historia nos recuerda que, durante muchos años, su grasa fue un preciado combustible para el alumbrado de lugares públicos y en las casas de las clases más pudientes.

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Ahora, las ballenas, que pueden vivir entre 60 y 90 años, sabedoras quizá de que estas son aguas seguras para ellas, se siguen dejando ver de manera ocasional y quién sabe si algún día, el Museo Marítimo de Asturias, en el corazón de Luanco, además de hacernos revivir aventuras de piratas y corsarios, mostrarnos lo más espectacular de la flora y fauna marinas o las artes de tradicionales de pesca, le dedicará un espacio propio a Walien 52, para que nunca vuelva a estar sola. Dicen de ella, que suele navegar por el Mar del Norte y que es la más solitaria del mundo, porque emite sonidos, su canto, a 52 herzios, mientras que el del resto de sus congéneres oscila entre los 12 y 25, por lo que no puede comunicarse con ninguna otra y está obligada a navegar en completa soledad.

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