La OTAN intervendrá en Ucrania si se usan armas químicas: ¿qué son y qué efectos tienen?
El uso de armas químicas, biológicas o nucleares en Ucrania sería el detonante que haría que la OTAN se viera obligada a intervenir en el conflicto
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La OTAN ya ha dejado sobre la mesa los límites que la obligarían a entrar en la guerra de Ucrania. Si desde la invasión de Rusia los Aliados se habían mantenido al margen -aún tras el envío de armas, suministros o alimentos a Ucrania-, este jueves aseguraron que el uso de armas químicas, biológicas o nucleares sería el detonante que haría que la OTAN tuviera que intervenir en el conflicto.
Lo dijo ayer el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien aseguró que proporcionará apoyo a Ucrania frente a "amenazas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares". La realidad es que hace tan solo unos días, las discrepancias entre Rusia y Ucrania pasaron por las acusaciones del Kremlin contra Estados Unidos de tener en Ucrania un arsenal de armas químicas y biológicas. Tanto Ucrania como Estados Unidos quisieron desmentir esta información y Washington ya advirtió que si Rusia decidía hacer uso de este tipo de armas, pagaría "un alto precio".
En cualquier caso, este debate deja entrever una nueva posibilidad, que se suma al uso de armas nucleares, que podrían agravar aún más el conflicto entre ambos países y que podría poner en peligro a gran parte de la población.
¿Qué son las armas químicas y en qué se diferencian de las armas biológicas?
Según la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), son consideradas armas de destrucción masivas. No obstante, recibe la nomenclatura de "arma química" cualquier "sustancia química que se utiliza para causar muerte o daños a través de sus propiedades tóxicas".
Las armas químicas son capaces de atacar el sistema nervioso y respiratorio, y se diferencia de las convencionales porque sus efectos letales no se deben a una fuerza explosiva. El más potente de todos es el gas VX, que se utilizó para asesinar al hermano mayor del líder norcoreano, pero la realidad es que hay otras sustancias que pueden causar graves daños como el cianuro de hidrógeno, el gas mostaza, el gas sarín, el cloro o el fosfogeno. Este tipo de sustancias pueden ser inhaladas o absorbidas por la piel y dan como resultado quemaduras, ampollas, fallo en el sistema respiratorio, nervioso e incluso daños en los órganos vitales.
La primera vez que se emplearon armas químicas fue en la I Guerra Mundial, cuando ambos bandos utilizaron un gas venenoso para causar un grave daño a las tropas enemigas. También se utilizaron en la guerra entre Irán e Irak y en varios ataques terroristas.
Por su parte, cuando hablamos de armas biológicas hacemos referencia a una forma de ataque mediante microorganismos como virus, hongos, bacterias o cualquier otra toxina que pueda introducirse en el organismo de una persona y causar una enfermedad grave, lo cual podría llevar a la muerte. Estas toxinas podrían ser el ántrax, la toxina botulínica e incluso la peste. En pocas palabras, estaríamos hablando de un ataque de bioterrorismo que podría dar origen a una epidemia si se libera algún tipo de virus.
Tanto las armas químicas como las biológicas fueron clasificadas como armas de destrucción masiva en el año 1948 por la ONU, cuando se puso fin a la Guerra Fría. En este sentido y dentro del concepto de "armas de destrucción masiva" se añadieron también las armas atómicas, radiactivas y cualquiera que pueda tener consecuencias fatales para la población similar a las anteriores.