¿Es seguro el tabaco calentado? Lo fuman desde jóvenes de 24 años a mayores de 60
"Producto de tabaco novedoso", según la legislación española, se trata de un dispositivo -que cuesta entre 40 y 100 euros-, y que calienta el tabaco en lugar de quemarlo
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El tabaco calentado deberá incluir desde este año advertencias sobre sus riesgos para la salud como las cajetillas del tabaco convencional. Además, no podrá comercializarse con aditivos o aromas. España llega tarde a la aplicación de la normativa europea que debería haber sido aprobada en julio. La adaptación a la normativa, está anunciada pero no publicada.
Hace ya un año que la Unión Europea instó a sus países miembros a aplicar las mismas normas que rigen para el tabaco convencional, tras comprobar que la comercialización se habían incrementado hasta un 10% en 5 países miembros, y que el volumen de ventas supera ya el 2,5% de las ventas totales de productos relacionados con el tabaco. Según un estudio de una importante tabaquera, solo en Madrid, suponen ya el 3,2% de las ventas. Aseguran que tienen una base de casi trescientos mil usuarios en España, y que, a nivel mundial, suponen el 35% de sus beneficios.
Paula Garvía regenta un estanco en Illescas, un municipio al norte de Toledo, muy cerca de Madrid. Cuenta a COPE que “desde hace dos años su demanda va en aumento, aunque despacio, esto va en aumento. Lo piden generalmente personas entre los 24 o 25 años hasta los 60”.
¿Qué es el tabaco calentado?
Calificado en nuestra legislación como “producto de tabaco novedoso”, se trata de un dispositivo (que cuesta entre 40 y 100 euros) que calienta el tabaco en lugar de quemarlo. A diferencia de los clásicos ya cigarrillos electrónicos o vapers, no tiene líquido. No hay combustión porque calienta el tabaco electrónicamente hasta 400 grados internamente, por lo que no hay no ceniza ni humo. En el interior del dispositivo se colocan tabaco con nicotina, picado o en polvo.
¿Qué exige la Unión Europea?
Ha instado a todos los países miembros que le aplique las mismas normas que al tabaco convencional. Ahora mismo, en España está prohibida su venta a menores, su uso está restringido en las mismas zonas que todos los productos relacionados con el tabaco y la publicidad, a excepción de los puntos de venta.
A través de un Real Decreto, que debería haberse aprobado en España en verano, y entrado en vigor en octubre, nuestro país tiene que incorporar los productos de tabaco calentado a la ley actual de tabaco, equiparándolo a cigarrillos, al tabaco para liar o el de pipa.
La directiva pide que se prohíba la comercialización de los productos del tabaco con aroma característico y de los productos del tabaco que contengan aromatizantes en sus componentes como filtros, papeles de fumar, envases, cápsulas, o cualquier otra característica técnica que permita modificar el olor o sabor de los productos del tabaco o intensificar el humo.
Por otro lado, también deberán cambiar el etiquetado en el que tendrán que incluir las advertencias que llevan las cajetillas de tabaco convencional sobre los riesgos para la salud y también fotografías.
En principio, esta nueva normativa no afecta a los cigarrillos electrónicos, que consumen el 20% de la población, según la última encuesta EDADES, ya que la directiva solo menciona el tabaco calentado.
Los riesgos para la salud
El Plan Nacional sobre Drogas advierte en su web oficial que “no existe evidencia para afirmar que los Productos de Tabaco por Calentamiento (PTC) sean menos nocivos para la salud que los productos de tabaco convencional, ni para aquellas personas que los consumen, ni para aquellas expuestas a sus emisiones.
Nuestra estanquera, Paula explica que las personas que lo consumen “entiende que al ser un tabaco que se calienta y no se quema, no produce combustión y, por tanto, no huele y no deja ceniza. Además, muchos de ellos no lo ven tan perjudicial”.
Para Josep María Suelves, de la Comisión Nacional para la Prevención del Tabaquismo, “el primer daño es la confusión que hay en torno al producto, eso indica cierta dificultad para que las personas tomemos decisiones responsables e informadas. Todavía no se conocen bien los daños en la salud, porque son productos relativamente nuevos, pero sin duda son los mismos que producen otras presentaciones. El hecho de que el humo no alcance temperaturas menos elevadas no exime del riesgo”.
Para el experto, un aspecto que en España hay que resolver cuanto antes es que “al tratarse de un producto novedoso ha sido objeto de una promoción prohibida para los cigarrillos, hasta eventos, que debilitan los avances que hemos ido alcanzando para eliminar el tabaquismo en los últimos años.
Perjudicial para el objetivo cero fumadores
Más allá de los daños a largo plazo a la salud, a Suelves le preocupan dos amenazas inmediatas. La primera “es la pérdida de oportunidad que a veces tenemos en una persona fumadora, preocupada por su salud y que probablemente está madurando la idea de dejar de fumar, y que seducida por la publicidad de este tipo de productos, renuncia al objetivo de abandonar el tabaco para perseguir la quimera del consumo de otro producto que supone para ella un menor riesgo para la salud, perdemos una oportunidad magnífica de una persona motivada para dejar de fumar”. Y la segunda es el apogeo que este tipo de dispositivos están teniendo entre los adolescentes, justo cuando las cifras de consumo de tabaco son alentadoras “porque parece que está perdiendo el glamur, cada vez son más los que comienzan a consumir cigarrillos electrónicos, y sabemos que un adolescente que los consuma dobla o triplica el riesgo de consumir más adelante, en uno o dos años, productos tradicionales del tabaco”.
El etiquetado neutro “que ya mostró beneficios importantes en otros países del mundo como Australia” es una de las medidas más reclamadas por parte de la Comisión Nacional para la Prevención del Tabaquismo, a la que pertenece Suelves, como por las sociedades científicas, como la de Epidemiología, y que probablemente contenga la futura nueva ley del Tabaco, que el gobierno vendió como tema estrella de la pasada legislatura y que todavía duerme en un cajón del ministerio de sanidad. Se trata de que todos los productos relacionados con el tabaco utilicen el mismo empaquetado con las advertencias sobre los daños para la salud, sin publicidad y con un color neutro. Así se reduce el atractivo, las falsas creencias sobre determinados productos y además, retrasa el inicio del consumo en los más jóvenes.