Diego San Román, a puro huevo en el ártico venteño

Bajó la afluencia de público en la tercera y última novillada de la feria. Y eso que, a priori, era el cartel más interesante de las tres que anunciaba este San Isidro. Fuente Ymbro, en su segundo compromiso en San Isidro y tercero en la temporada madrileña, lidió una novillada de perfectas y parejas hechuras. Dio gusto ver un sexteto tan igualado. Después hubo tres novillos de buen juego. El encastado primero y los nobles segundo y cuarto.

Lo que no cambió respecto a las otras dos es el ambiente gélido con el que se viven en los últimos años las novilladas isidriles. Los que acuden, ni aplauden, ni protestan... la atmósfera es de una inquietante despreocupación con lo que pasa en el ruedo.

El primer novillo de Fuente Ymbro sacó grandes dosis de movilidad y nobleza en el último tercio. Primero soltando algo la cara, pero cuando Juanito le cogió el punto de sometimiento a la encastada embestida del animal, logró correr la mano con temple y largura por ambos pitones. Si bien, la falta de ajuste en los embroques le sumó ligereza al conjunto. Una estocada de la que salió trompicado fue suficiente para tumbar al novillo.

El segundo fue otro buen ejemplar, con nobleza y buen son en sus viajes. Se presentaba en Las Ventas Antonio Grande, que la pasada semana había cortado una oreja en Sevilla. Dejó buena impresión con este primer novillo de su lote. Tanto con capote como con muleta demostró tener el oficio aprendido. Sin perder ciertos golpes de ingenuidad, el concepto es fiel a sus raíces castellanas. Asentado, sin alaracas, fue desgranando series bien trazadas y ligadas por ambos pitones. Algo frío el público con él. Y más que lo enfrió Antonio con el mal uso del acero. Aún así, los tendidos le sacaron a saludar en recuerdo de lo bueno de su primera actuación venteña.

Cambió el sino de la tarde con el manso tercero. Un ejemplar que desde el inicio de faena buscó los terrenos de tablas. Pero tras él fue un entregado Diego San Román. No le volvió la cara a las dificultades el mexicano, que llegó a ser volteado por el pupilo de Ricardo Gallardo de forma aparatosa. No se arredró por ello Diego, que al final de la faena le terminó de exprimir lo poco que tenía en los terrenos de tablas. Hasta logró unas postreras gaoneras plenas de ajuste y emoción. La espada viajó a lo alto del morrillo. La ovación final premió el arrojo del azteca.

El cuarto de Fuente Ymbro tuvo la gran virtud de la humillación. Siempre quiso seguir las telas de Juanito por abajo. El portugués, que inició la faena con un arriesgado pase cambiado en los medios, sumó muchos pases durante el trasteo. Pero dijo muy poco. Apenas si llegó al tendido. La estocada cayó entera y algo perpendicular, por lo que tuvo que acudir al uso del verduguillo antes de la ovación final. El lote de la tarde había sido para Juanito.

El segundo novillo del lote de Antonio Grande fue un utrero venido a menos desde los primeros tercios. En el de muleta le costó un mundo desplazarse. El de San Muñoz le quiso poner fibra al trasteo, pero solo destacó en una tanda al natural. Después alargó absurdamente la faena con el público pidiéndole que abreviase ante el material que tenía enfrente.

Con otro novillo manso y rajado, Diego San Román se la volvió a jugar con el sexto. La voltereta llegó pronto. Por los aires voló el azteca mientras los pitones del ejemplar del hierro gaditano lanzaban cornadas en busca del cuerpo del novillero. Todo a puro huevo, sin renunciar a su concepto y sin importarle la deslucida condición del utrero. San Román volvió a irse a los terrenos de adentro para intentar apabullar con su sitio al de Fuente Ymbro. De nuevo se le ovacionó con merecimiento.

Madrid, lunes 3 de junio de 2019. 21ª de Feria. Media plaza. 

Novillos de 

, muy bien presentados y de parejas hechuras. Nobles y de buen juego los lidiados en primer, segundo y cuarto lugar. A menos el quinto y deslucidos tercero y sexto.

Juanito, silencio y saludos tras aviso.

Antonio Grande, que se presentaba en Madrid, saludos tras aviso y silencio tras aviso.

Diego San Román, saludos y saludos tras aviso.