Yacouba Culibaly, refugiado de Mali en Santiago: "Necesitamos ayuda"

Tiene 25 años y es uno de los refugiados que han llegado en los últimos días a Santiago, huyendo de la guerra y la precaria situación en su país, Mali.. Yacouba Culibaly dejó su casa allí hace cuatro meses. Estudiaba contabilidad financiera en la capital del estado, pero decidió plantarlo todo e intentar conseguir un futuro mejor para él y para los suyos. Por eso se subió a un cayuco en el puerto de Nuadibú, en Mauritania. 8 días estuvieron en la barquilla él y unas 150 personas más. Todavía no se desenvuelve bien en español, pero a la pregunta de si sabía lo duro que sería el viaje responde rotundo: "Sí".

Yacouba no es capaz de concretar en euros lo que tuvo que pagar para poder subirse al cayuco: para conseguirlo, dice que le ayudaron "muchas personas", algunas de su familia y otras, familiares de sus amigos. A todos, espera poder devolverles lo que le prestaron para poder venir. Para ello es básico conseguir un trabajo aquí: asegura que le da igual en Madrid, donde estuvo tres meses después de llegar a Canarias, o en Galicia.

Cuenta que en Mali, además de estudiar, también trabajaba en una tienda los fines de semana, así que cree que aquí podría emplearse "en un almacén o como electricista". Lo más importante ahora para él es mejorar su español, algo que es uno de los objetivos de esta etapa de adaptación. Quiere aprender, formarse, e insiste: "necesitamos ayuda"

LLEGADA ESCALONADA DESDE FINALES DE JULIO

Yacouba asegura que emprendió el viaje solo, pero su llegada, hace tres meses a Alcalá de Henares y recientemente, a Santiago, ha sido siempre rodeado de otros jóvenes que como él tratan de buscar una oportunidad lejos de la pobreza y la guerra. Varios cientos permanecen acogidos en el albergue del Monte do Gozo y otro grupo, en el que está Yacouba, en las dependencias de un antiguo colegio en la zona de Silvouta.

Desde la Delegación del Gobierno en Galicia aseguran que cuando llegan a las Islas Canarias, "profesionales especializados desarrollan un primer itinerario a las personas migrantes según sus necesidades, recursos y formación". El siguiente paso, en los centros de acogida de la península, se realiza un perfil más completo de cada persona, para "facilitar la integración social y laboral".

Desde el Foro Galego de Inmigración, Miguel Fernández explica a Cope que cuando llegan a Galicia, "normalmente estas persoas teñen feita a solicitude de asilo... e hai un problema con estas solicitudes, porque igual que toda a documentación de estranxería, tarda moito". Mientras no esté resuelto este trámite, la persona no puede conseguir un trabajo. En ese tiempo, las Ong´s que tienen convenio de acogida con el gobierno central les ofrecen clases de español y también asesoría jurídica.

Fernández explica que "estas persoas non están detidas, é por iso que ás veces poden abandonar este tipo de dispositivos porque teñen un primo en Barcelona...ou van outro lugar onde teñen algún conocido". El tiempo establecido para esta primera fase de integración es de seis meses "pero se pode renovar si se ve necesario". Una vez que están empadronados, pueden recibir también apoyo de Servicios Sociais, "como calquera persoa", añade el portavoz del Foro.

LOS QUE TRABAJAN CONTRA EL "DISCURSO DEL ODIO"

En Cope hemos hablado también con una persona que ha hecho el camino a la inversa: desde Galicia a lugares donde llegan los inmigrantes en situación precaria. Teresa Mendi es la coordinadora de la ONG AIRE, Asociación Integral de Rescate en Emergencias, que surgió hace siete años de un grupo de bomberos de A Coruña y del parque comarcal de Arteixo. Quisieron echar una mano directamente y se marcharon a Grecia, donde pusieron en marcha una maternidad que ha estado atendiendo a casi una treintena de familias cada año durante todo este tiempo.

00:00

Volumen

Comparte en:

Copiar enlace Descargar

Teresa Mendi es la coordinadora de la Ong coruñesa AIRE

-

"Hacíamos todo... desde la acogida, alojamiento, manutención, acompañamientos legales. En el mismo edificio, que era donde convivíamos todas las personas, había hasta una escuelita. En el sistema griego los niños se escolarizan a partir de los seis años y siendo una maternidad teníamos muchos niños menores de seis años, que necesitábamos hacer algo con ellos: por eso se nos ocurrió una escuelita y además también teníamos una pequeña clínica y enfermería", explica Teresa. Todo estaba atendido por profesional voluntario "pero profesional, maestros y maestras, logopedas, fisioterapeutas, personal sanitario..."

Los problemas burocráticos y para encontrar financiación se fueron haciendo más complicados cada con año, así que con mucha pena, en diciembre pasado tuvieron que cerrar. "Lo peor no es que haya tenido que cerrar, sería maravilloso si no hiciese falta, pero hacía mucha falta", asegura.

AIRE continúa trabajando en estos momentos en el Sáhara, dando asistencia de protección civil en los campos de refugiados. También tienen como reto seguir con una campaña de sensibilización, sobre todo en redes sociales, para hacer frente a la "cultura del miedo", que asegura Teresa, está envolviendo por todas partes el fenómeno de la migración.