El PSOE pierde su principal bastión: Andalucía
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Y se cerró el círculo. La derrota de Susana Díaz en las primarias del PSOE solo fue el principio del fin de su hegemonía. Año y medio después, el PSOE obtuvo los peores resultados de su historia en unas elecciones andaluzas. Con 33 escaños fue la fuerza más votada, pero la suma de PP, Ciudadanos y Vox permitieron desalojar al PSOE del poder tras cuatro décadas al mando.
La desmovilización del electorado, los casos de corrupción que asolan a cargos de los diferentes gobiernos socialistas en la comunidad o la gestión del Ejecutivo de Sánchez con la crisis en Cataluña, rompieron el suelo electoral que cosechó José Antonio Griñán en 2012.
Díaz reconoció el retroceso que había sufrido la izquierda en general y el PSOE en particular, pero instaba al resto de fuerzas a crear un dique contra el auge de la extrema derecha, especialmente a Ciudadanos: “Que digan si están dispuestos a que la mayoría parlamentaria la condicione un partido de extrema derecha como Vox.”
La caída del PSOE se vaticinaba en las encuestas, aunque hasta pocos minutos antes de que compareciera Díaz para analizar los resultados, el discurso estaba diseñado para destacar que, una vez más, el PSOE había sido el partido más votado y la izquierda sumaba apoyos suficientes para pensar en un Gobierno socialista.
De esta manera, el PSOE se quedó sin su comunidad fetiche, su principal granero de votos. Los resultados de los comicios supusieron además un suspenso para Pedro Sánchez en su primer examen en las urnas como presidente del Gobierno.
Ni Ferraz ni la federación andaluza, la más poderosa del PSOE por número de militantes y poder orgánico, barruntaban el golpe, que ha servido de pretexto a Pedro Sánchez para salir de las garras del “susanismo” a la hora de confeccionar las listas al Congreso para las elecciones generales, dejando de lado cualquier resto de la dirigente andaluza.
En cualquier caso, tanto Sánchez como Díaz necesitarán obtener un buen resultado en los comicios en la región con mayor número de habitantes del país. El primero para incrementar sus opciones de gobierno, y la segunda para levantar su autoestima y, si se da el caso, atribuirse el mérito y seguir ejerciendo su influencia dentro del PSOE.