Herraiz: “Los más jóvenes no saben quién es Miguel Ángel Blanco por el continuo blanqueamiento de ETA”
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Muy buenos días. Hace ya un rato que ha empezado este lunes, nosotros en ‘Herrera en COPE' lo hemos hecho a las seis. Saludos de Antonio Herraiz en nombre de todo el equipo de ‘Herrera en COPE’ que te va acompaña hasta la una. La ola de calor ya está aquí, y hoy viene incluso con más fuerza.
Se van a superar los 40 grados en Badajoz, en Sevilla, en Córdoba, en Ciudad Real, también en Toledo… Y en la mayoría de capitales, puede que seas uno de los que lo ha comprobado o sufrido: las mínimas no han bajado esta madrugada de los 20 grados.
25 DE AÑOS DEL ASESINATO DE MIGUEL ÁNGEL BLANCO
Hoy es un día para volver a Ermua. Hace 25 años, justo en este instante, estaban a punto de cumplirse 15 horas del secuestro de Miguel Ángel Blanco. La cuenta atrás había comenzado y en el ministerio del Interior y en los operativos policiales sabían que hiciera lo que hiciera el Gobierno, si no localizaban a los secuestradores, ETA iba a cumplir su amenaza. El plazo era de 48 horas y la exigencia era un chantaje tramposo. Si no acercaban a todos los presos de la banda, Miguel Ángel Blanco iba a ser asesinado.
Los agentes se habían echado a la calle. Literal. A la calle, a los montes, a las carreteras... Esa noche, esta misma noche de hace 25 años, todos los miembros del operativo no durmieron para tratar localizar un posible trayecto, un desplazamiento que los llevara hasta los secuestradores de Miguel Ángel Blanco y, por tanto hasta, el concejal del PP.
En ningún momento perdieron la esperanza, aunque sabían que la dificultad era máxima. El hoy coronel de la Guardia Civil Francisco Vázquez, entonces un joven teniente que apenas unos días antes había participado en la liberación de Ortega Lara, después de 532 días en aquel zulo inhumano. El secuestro de Miguel Ángel Blanco fue la respuesta inmediata a la liberación del funcionario de prisiones. La venganza de los terroristas.
En aquel 11 de julio de 1997, aquellas horas eran decisivas. Lo cuenta el coronel Vázquez en el podcast original de COPE “Miguel Ángel Blanco. Aquellas 48h jamás contadas”. El operativo policial trabajaba contrarreloj mientras se intensificaba la respuesta institucional y ciudadana.
El día anterior ya se había celebrado una manifestación en Ermua exigiendo su liberación. El movimiento de unidad supuso un cambio respecto a la falta de compromiso, la falta de respuesta tan habitual en el País Vasco a los crímenes de ETA. De noche, se organizaron vigilias con velas en las que el silencio solo se rompía con las lágrimas y los lamentos de los padres de Miguel Ángel y de su hermana.
Fueron horas muy difíciles en el Gobierno y en especial en el Ministerio del Interior, que entonces dirigía Jaime Mayor Oreja. Tal día como hoy, a lo largo de la jornada se repetirían las manifestaciones, las concentraciones que se fueron extendiendo por toda España. Quién no recuerda lo que estaba haciendo en aquel momento.
Este es uno de los gritos que más se repitió aquellos días. “Basta Ya, queremos la paz”. La cuenta atrás era agónica. España estaba completamente paralizada pendiente de las noticias que llegaban desde Ermua. Mayor Oreja cuenta en el podcast de COPE que eran conscientes de la dificultad que entrañaba encontrar a Miguel Ángel.
Esto es parte de lo que ocurría aquel 11 de julio de 1997 y la pregunta es ¿qué está pasando 25 años después?
Lo que está pasando nos devuelve al homenaje institucional que este domingo en Ermua, en el polideportivo que lleva el nombre de Miguel Ángel Blanco, se ha rendido al joven concejal asesinado por ETA. Deja muchos matices. En los discursos hay que leer bien entre líneas porque el ejercicio no era fácil en un acto en el que se reunían el Rey Felipe VI, Pedro Sánchez, que acaba de pactar con el partido de Otegi la Ley de Memoria Democrática y por otro lado la hermana de Miguel Ángel Blanco, que siempre ha defendido que el perdón no debe sustituir nunca a la justicia. Y menos legitimar las acciones de los terroristas con pactos peligrosos y contra natura.
Aquí hay ahora mismo un problema. Bueno, varios, el continuo blanqueamiento de ETA, desde aquel “Otegi es un hombre de paz” que entonó Zapatero, ese blanqueamiento heredado por Sánchez con sus pactos por Bildu, han provocado que los más jóvenes vean lo que hizo ETA como parte de la prehistoria. Como si no fuera con nosotros. Y por eso muchos, o la mayoría, no saben ni quién fue Miguel Ángel Blanco ni cómo murió.
Esta es una realidad y el Rey Felipe VI hablaba de recuperar la memoria colectiva de aquellos días.
El papelón era para el presidente del Gobierno que ni se altera ni se inmuta a pesar de sus continuas contradicciones. Esta misma semana, se va a aprobar la Ley de Memoria Democrática que Sánchez ha pactado con Otegi, que el PSOE ha acordado con Bildu. Es una Ley que vuelve a hablar de todas las violencias poniendo el foco donde el mundo proetarra siempre lo han puesto: en los GAL y en lo que denominan guerra sucia contra ETA. Esa Ley amplía una revisión hasta el primer año de mandato de Felipe González. Núñez Feijóo ha anunciado ese fin de semana que cuando llegue a Moncloa la va a derogar.
Aquí no hay ni medio metro para la improvisación. Que tal día como mañana se cumplen 25 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco lo saben de sobra en el Gobierno. Así que hay que estar seguros que la coincidencia de la aprobación de la Ley con el aniversario está medida. Sánchez no tiene reparos en pactar con Bildu y acudir al homenaje de Miguel Ángel Blanco. Todo en cuestión de días.
Cabría preguntarse qué queda del espíritu de Ermua, al que hacía referencia el presidente del Gobierno. Porque si algo no había en el espíritu de Ermua era ni medio acercamiento a los asesinos de ETA y los que les jaleaban desde las instituciones.
Al presidente del Gobierno le escuchó la hermana de Miguel Ángel Blanco. Y a Marimar Blanco también la tuvo que escuchar Pedro Sánchez. Su discurso fue el que se esperaba, aunque se lo habían pedido previamente para revisarlo. A estas alturas no le van a pedir a Marimar que no diga lo que piensa. Ella y millones de españoles, que es el verdadero espíritu de Ermua. El de diferenciar entre víctimas y verdugos. Algo que se han encargado de blanquear.
Por cierto. Un detalle más de ese acto. Igual que el discurso de Marimar Blanco estaba medido, el de Pedro Sánchez también. Por tanto, no cabe concluir que fue un error o un desliz cuando equiparó a Euskadi y a España como dos países.
Hay quien lo interpreta como un desliz. Pero, insistimos, el discurso lo llevaba escrito, lo que deja en evidencia que Sánchez no se aclara con lo que es España. Sobre todo cuando tiene que dirigirse a los independentistas que lo que quieren es cargarse el país tal y como lo conocemos. Esta es una nueva versión de aquel Cataluña es una “nación de naciones” de 2017.
Ni lapsus, ni desliz, ni error. Las tres provincias vascas forman parte de una comunidad que pertenece a España, mal que le pese a todos con los que pacta Sánchez. Y es ahí donde pueden interpretarse esas palabras.