Luis del Val: "Restaurar las habitaciones del alma sin olvidar"
El periodista reflexiona sobre la capacidad humana de superar el dolor sin olvidarlo, destacando la importancia de enfrentar el sufrimiento para salir adelante

Publicado el
2 min lectura
Ninguno de nosotros es constante en el recuerdo cuando este es doloroso. Y no es solo egoísmo, sino supervivencia, porque si no pudiéramos olvidar esos momentos hirientes y aflictivos, la vida de todos sería desgarradora y triste tras el primer adiós definitivo a un familiar o a un amigo. Eso no quiere decir que huyamos con demasiada rapidez. Y por eso me gustan estas miradas hacia atrás, sobre todo si llevan el ánimo de la recuperación, la esperanzadora visión de que, al final, todos nos levantamos, incluso cuando pensamos que hemos sido aniquilados.
Vivimos en una sociedad blanda, donde a la tristeza o al desánimo fútil y pasajero le llamamos depresión con una frivolidad y un desconocimiento terribles: desconocimiento de lo que es esa gravísima enfermedad y frivolidad por entender que cualquier contratiempo lo podemos interpretar como una desgracia. Cuando el drama y la tragedia vienen de verdad, esas frustraciones ligeras nos parecen casi despreciables. Y es en esos momentos trascendentes cuando el ser humano necesita todas sus fuerzas y todo su talento para subir a la superficie.
Claro que, para ello, hay que llegar hasta el fondo de la piscina del sufrimiento, asumir el dolor y, sin ningún olvido, flexionar las piernas e impulsarnos hacia arriba, porque allí están otras personas que nos quieren y nos necesitan.
Programas como este son aleccionadores y, en pocos minutos, nos dan una lección pedagógica de lo que es la vida y nos ayudan a comprender algo tan difícil como el hecho de que hay semejantes que nos dejan sin haberlo resuelto. Y, además, nos quitan la tontería de las pequeñas amarguras que engrandecemos, a la vez que nos recuerdan y nos muestran la profundidad de la tragedia y el ejemplo de quienes son capaces de no olvidar, sin que eso les impida restaurar las habitaciones del alma.