Los tres audios que envía José Luis Abet tras el triple crimen de Valga: "Pone los pelos de punta"
Pablo Muñoz, periodista de ABC, explica en La Linterna de COPE qué sucedió antes y después del asesinato de Sandra, su madre y su hermana frente a sus dos hijos de 7 y 4 años
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Eran las 7.26 de la mañana del 16 de septiembre de 2019. El móvil de Sandra Boquete, de 39 años y vecina de Valga, en Pontevedra, donde vivía con sus dos hijos, de 7 y 4 años, recibe un mensaje de José Luis Abet, su expareja y padre de los pequeños. «No sabes bien lo que hiciste», dice el mensaje. Media hora más tarde, se lo encuentra en la puerta de casa cuando iba a llevar a los niños al colegio. Los críos contaron a la Guardia Civil que su padre puso su coche de forma que Sandra no pudiera salir con el suyo por el portalón de la finca. El mayor también relató que "papá estaba enfadado", y que al verlo su madre les pidió que se metiesen en el coche con ella. Luego cerró por dentro. En ese momento, Abet se acercó y empezó a «darle patadas» a la puerta del conductor. Luego tiroteó a Sandra y se fue, dejando a los críos en el coche con el cadáver de su madre. A continuación mató a su suegra, María Elena, de 58 años, y a su cuñada Alba, de 27. Cuando terminó, condujo hasta casa de su madre y en el trayecto hasta allí envió varios mensajes de voz. En uno de ellos decía: «Se acabó, ya maté a las tres, ya están las tres para enterrar», mientras se reía a carcajadas.
José Luis Abet, se sienta desde hoy en el banquillo de la Audiencia Provincial de Pontevedra en un juicio que se celebra a puerta cerrada para proteger a los menores. Se pide para el acusado prisión permanente revisable.
Abet asesina a su exmujer, su suegra y su cuñada "con sus hijos presentes"
Pablo Muñoz, periodista de ABC especializado en sucesos, explica en La Linterna de COPE cómo fue la historia de esta pareja: “Sandra y Abet decidieron formar una familia y cuando la relación se rompe, la mujer se queda con los dos hijos de la pareja en la vivienda, que era propiedad del abuelo materno de los pequeños. Abet se tiene que mudar y duerme en el coche porque tiene problemas de dinero y la relación con su familia no era buena. Es entonces cuando empiezan los problemas por un préstamo que la pareja había solicitado, posiblemente para costear varios negocios de congelados fallidos que el acusado promovió”. El hombre empieza a mandar mensajes en los que le exige a Sandra que pague el préstamo, escritos además en un tono misógino y violento que no tardó en poner a Sandra en alerta: “En los exteriores de la casa familiar se instalaron cámaras de seguridad. Lo que no hizo la mujer fue denunciar a su expareja, a pesar de que le tenía miedo y de que los niños le contaron que habían tenido que dormir alguna noche en el coche durante el tiempo de custodia que le correspondía a su padre”.
¿Había entonces señales de que este tipo podía hacer una bestialidad como la que hizo?: “La verdad es que sí. Además de esos mensajes, en la causa hay otros WhatsApp que evidencian que Abet tenía armas en su poder semanas antes de cometer los crímenes y que había quien lo sabía. Eso se sabe por un mensaje que se intercambió con un primo que le mandó una fotografía con un anuncio de una subasta pública de armas”. Pablo relata cómo Abet le dijo que iban a tener que ir, ante lo que su primo le pregunta que para qué «si tú ya tienes una pistola»: El asesino le contesta que «va a necesitar más», porque tiene mucho que hacer con ellas”.
Además de conseguir el arma, el asesino contrató los servicios de un chamán para echarle mal de ojo a su expareja y por extensión a su familia política. Está acreditado que Abet le hizo varios pagos de 300 y 500 euros por sus servicios, pero los resultados no llegaban. La respuesta del brujo fue aconsejarle la compra de un camello para realizar un sacrificio mayor, que, finalmente, no se produjo porque en ese momento Abet ya había decidido los asesinatos.
Pablo Muñoz explica qué sucedió las horas previas a los asesinatos: “Abet tenía turno de noche y sus compañeros declaran que en los vestuarios ya les dijo que «iba a hacer algo muy sonado». Por lo visto estaba muy nervioso después de una conversación a gritos con su expareja. Tanto, que hubo que tranquilizarlo antes de que empezase su turno, a las diez de la noche. Cuando abandonó la nave, a las 6 de la mañana, le envió a Sandra la primera advertencia tras la bronca de la noche anterior, un mensaje al que la mujer debió responder con una imagen y que él zanjó con un «Florecita te la voy a dar yo a ti». Eran las 7.30 de la mañana y es posible que ya estuviese en su coche de camino a Valga. Sabía que su expareja salía de casa con los niños poco después de las 8 para llevarlos a casa de su abuela, que los acompañaba a la parada del autobús”.
Lo que sucedió después fue cuestión de segundos. Sandra se encuentra con Abet en la entrada de la finca y llama corriendo a su madre, pero “no le dio tiempo a más, porque su ex le descerrajó cuatro disparos que atravesaron la ventanilla del conductor, con sus hijos sentados en el asiento de atrás. Los disparos dieron en la cara, en la sien y en el cuello de la víctima. Son mortales”. Luego se fue sin hablar con los niños, que después de unos segundos salieron del vehículo y se escondieron en una suerte de cobertizo que la vivienda tenía al final del jardín.
Cuando se está yendo en su coche se encontró con el de la hermana y la madre de Sandra, que acudían en su ayuda. Así que dio la vuelta y las siguió: “Cuando las mujeres llegaron a la entrada se encontraron el cadáver de Sandra dentro del coche y corrieron a buscar a los pequeños, que salieron a su encuentro, pero ya tenían a Abet aproximándose a ellas pistola en mano. Uno de los niños declaró que la abuela tuvo tiempo de hacerle una señal para que se escondiesen antes de que la mate. No le importa, una vez más, que estén delante sus hijos. Después fue a por Alba, la excuñada, que recibió tres tiros”. Tras los asesinatos se acercó para decirles que había hecho «lo que tenía que hacer» y que se quedasen allí hasta que llegase la Guardia Civil. Entonces salió de la finca, mientras una vecina, que miraba por la ventana asustada por las detonaciones, fue la primera en atender a los niños.
Los tres audios que envía tras los asesinatos
“Pone los pelos de punta”, describe Pablo Muñoz lo que Abet realizó justo después de cometer el triple crimen. En los treinta kilómetros que separan Valga de Pontemaceira, que es donde se deshizo del arma y de la munición, Abet envió tres audios:
El primer audio lo envió a las 8.22 horas al chamán y le dice: «Ya se acabó amigo, ya maté a las tres, ya están las tres para enterrar. Ahora sí que ves, no hacen falta las veinticuatro horas ni camello ninguno, hombre. Las maté sin camello, pues ya están las tres muertas, la madre, ella y la hermana. Ahora voy a pasar el resto de mi vida en el calabozo. Lo que Dios quiera». “Y todo eso, mezclado con carcajadas”, añade el periodista.
Seis minutos después, su primo recibió otra nota de voz: «Dile a Moncho (que es su jefe) que me dé de baja, no vuelvo más, pero a esta gente la quité de delante. Lo siento mucho, pero tiene que ser. Ya sé que a lo mejor te ponen a ti de malo y te pido perdón».
El último audio lo envía antes de llamar a la Guardia Civil desde la casa de su madre para entregarse, se lo envió a un vecino con el que tenía buena relación: «A estas tres ya las saqué de delante».
Para terminar, Pablo describe que, “cuando los agentes llegaron a la casa familiar desde que hizo la llamada para confesar el crimen, José Luis Abet los esperaba con una mano en alto y abrazado a su madre y a su hermana con la otra” y cómo “nunca preguntó por sus hijos”.